Son las cuatro de la mañana, vas algo bebido y te atreves a hablar con cierto engreimiento a gente joven que ves en un pub que tendría que haber cerrado a las tres y media. A los chicos los dominas con cuatro palabras y tu presencia: está bien; te sientes experimentado y astuto. Las chicas son jóvenes y guapas, pero tú eres un hombre y guardan la distancia. Igualmente, a ellas les hace gracia alguna ocurrencia, aunque no notas que sientan un mínimo de atracción (algo esperable, sin duda). Por otro lado, te tratan con precaución porque salta a la vista que no tienes su edad: eres considerablemente más viejo. Tampoco tienes el pelo largo ni los ojos azules ni un coche bonito cerca. Además, tienes un compromiso con una mujer que te ha dado un montón de cosas. Pronto te das cuenta de que seguir en ese espacio y ese tiempo tiene muy poco sentido.
Opinión, cine, música, humor y mis artefactos literarios. Sígueme en Twitter: @dconsigomismo