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Mostrando entradas de agosto, 2012

Una vulgar y costosa historia del Bronx en El Caballero Oscuro: La leyenda renace

Me cuesta hablar de una película en términos negativos cuando público y crítica beben los vientos por ella. No es falta de criterio ni inseguridad. Es que entiendo que podría haberme perdido algo. Pero, con tantos films a mis espaldas, desde lo sublime a lo mediocre, ¿qué me estoy perdiendo exactamente? Sin ser un fanático, he seguido varias de las líneas maestras del cómic, no me pierdo ni una de las grandes producciones de superhéroes y, sin embargo, yo no veo en El Caballero Oscuro: La leyenda renace (Batman 3 en adelante ) ni un motivo para lanzar las campanas al vuelo. Digamos, de entrada, que Batman 3 no es un lujo para los sentidos. Cada año se estrenan obras con efectos especiales más solventes, más espectaculares o más comedidos. Lo mismo ocurre con la fotografía: ¿dónde están los claroscuros del personaje? Demasiada luz o demasiadas escenas en negro. ¿Y la música? Cualquier producción estadounidense con un presupuesto holgado cuenta con una partitura de calidad simi

¡Grandiosa evolución!

Cumples los 37, sigues sin casar y huérfano de hijos, y ese detalle basta para darte cuenta de que perteneces a otra especie. Miras al lado de las personas sensatas y medianamente inteligentes y las ves cargadas de churumbeles, lo mismo ocurre con los repetidores de EGB y demás desahucios sociales: también forman familias numerosas. Y tú, que tan juicioso te consideras, que desde el púlpito imaginario notas los errores de los demás con clarividencia meridiana te preguntas: ¿todo el mundo se ha equivocado o sólo se trata de locura transitoria?

Desconfía de los escritores (sobre todo de los flacos)

No le huyas por cabrón, sino por flaco. La mayoría de los escritores escriben sentados. Es un hecho. Algunos se tumban para dar rienda suelta a su necesidad de contar. En cualquier caso, convendrás conmigo que no es una tarea la suya que comporte mucho esfuerzo físico. Más que cambiar de canal con el mando, pero aun así, se puede decir que escribir es una actividad sedentaria. Además, los escritores ofician todo el tiempo. Son una especie de drogadictos o de religiosos ultras, que viene a ser lo mismo. Por eso, si un escritor está más de una hora sin hacer nada acabará escribiendo lo que sea.

El yerno, que no escriba

Fíjate que no está el horno para pagar el alquiler, imagínate tú las ganas de descendencia que tengo. Más o menos como Yoda o Rajoy, al que obligaron. Pobre. Sin embargo, estaba pensando que si tuviera una hija le pediría de rodillas que nunca se enamorara de un escritor. Ni de un purasangre ni de un mediocre, que somos la mayoría. La calidad de los escritos no define a la persona que los firma, ni siquiera al autor. Todos los escritores comparten un material defectuoso que, incrustado en sus cerebros, provoca graves alteraciones de la realidad y un sinvivir a quien los rodea. Mírame, en vacaciones y lo que me cuesta sintonizar con ese deseo que invade a todo el mismo de tostarse en la arena, de acostarse a las tantas consumiendo cócteles extraños y, en fin, de veranear a troche y moche. A mí me llevas a un bar y me da por fijarme en los clientes: ¿en qué trabajarán si trabajan? ¿y para qué vienen aquí en el caso de disponer de una vivienda digna? Y otras preguntas m