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Mostrando entradas de marzo, 2014

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Unos Oscar de bajos vuelos, pero muy aleccionadores

Bruce, ni falta que te hace el Oscar. Según los académicos estadounidenses, la mejor película de habla inglesa es Doce años de esclavitud. Supongo que la comunidad negra, o afroamericana como la llaman por allí, estará contenta, porque cualquiera que haya visto el resto de films candidatos se sentirá defraudado. Exactamente... ¿por qué es la mejor película? No tiene el mejor guión ni los mejores actores ni la mejor fotografía ni, lo que importa, añade nada nuevo a la historia del cine y, por encima de todo, no aporta más que lagrimitas al espectador. Luego, van y le dan el premio al mejor director a Alfonso Cuarón, que ha confesado mil y una veces que no habría podido realizar Gravity sin su equipo técnico y, sobre todo, sin su hermano. Si el mérito está en los efectos especiales y en la planificación al detalle del story board y la paciencia de los actores; si Alfonso Cuarón no la habría podido dirigir solo. ¿A qué viene este premio?

Refurbishing people

A cada cual con lo suyo. Esas tardes en las que pensar en el trabajo te reduce a migajas, hacer equilibrios para quedar con los amigos se te hace cuesta arriba, tu pareja parece hablar un idioma distinto (o no está), y los paseos por el barrio se vuelven repetitivos como la programación de la tele. Esas mañanas, incluso, en las que te levantas y descubres, molesto, que cada una de las cosas que estaban por la noche en el salón siguen en el mismo lugar, pero con un veinte por ciento más de polvo.  Los sábados, malditos sábados, en los que si no te gusta poner la casa patas arriba para limpiarla, si no quieres conducir hacia el centro comercial y cargar el coche con la compra semanal, sólo te queda apuntarte a una actividad en grupo con gente a la que no conoces, o acudir en pareja al teatro o al cine (¡otra vez!) o, en suma, repasar la agenda del sábado y gastarte una pasta para acabar el día bien.

Un momento en la vida

Así te quedarás si sigues leyendo esta bazofia. Llega un momento en la vida en el que te cambia el chip. El ahora se revela como el único instante en el que merece la pena centrarse, porque sólo en el presente podemos dirigir nuestras acciones y, además, gozar del momento. Revivir el pasado es pasar álbumes de fotos vacíos que rellenamos con los caprichos de la memoria. Apuntar demasiado hacia el futuro es una fantasía que en el mejor de los casos sólo nos puede acarrear problemas nerviosos. Como mínimo, frustración. Esto del cambio de chip no se puede programar con un par de clics de ratón. Habrá quien, a las primeras de cambio, sea capaz de efectuar el cambio, pero para la mayoría de nosotros no resulta tan sencillo… Puede que, a pesar de que los libros de autoayuda se repiten como el ajo, cada uno de nosotros tenga una idea de lo que es vivir en modo negativo y vivir en modo positivo y, además, resulte más complejo que las cuatro recetas básicas para vivir sin preocupac

Hasta siempre Pedro J., porque nunca te irás del todo

La gran mentira a la luz de la entrevista de Jordi Évole a Pedro J. Ramírez no está en lo que reconoce el ex director de El Mundo, ni en la supuesta inquina que pone Évole en sus preguntas a Pedro J. Como siempre, la gran farsa está en el tratamiento de los temas. Es muy fácil: se pasa de puntillas sobre los asuntos espinosos, se recalcan los menos importantes y se evita hablar de los realmente comprometidos. Es intrascendente que Pedro J., tras cierto acoso por parte de Évole, admita que no descarta que ETA esté detrás del 11M, pero que parece improbable que así sea. Analicemos: sí, pero no. ¿Un insulto a la inteligencia de millones de televidentes? En realidad, sólo está enrocándose en la postura de la ultraderecha española y, al mismo tiempo, tratando de no quedar como un estúpido ahora que en teoría lo han cesado.

Stuck

Así es como me siento. Atascado. Pocas palabras resultan tan onomatopéyicas como ésta. Y en inglés, con "stuck" sucede lo mismo. El sonido de una "t" y el de una "k" en la misma palabra conforman una barrera insuperable. Tanto uno como otro vocablo se convierten en un escupitajo o un esputo que te congelan el ánimo. Ahora, la confesión. Si alguien considera que es fácil exhibirse así, que lo intente. Por favor, que lo haga y que me cuente su experiencia. No hace falta tener un espejo delante para saber la cara de imbécil que se te queda cuando te sinceras y acabas llorando la derrota. Es una confesión que hago para que no me quite el sueño y no la anunciaría aquí si se tratara "sólo" de un atrancamiento vital. Los que me conocen bien saben que derrocho en todo menos en vitalidad. Y lo estoy empezando a asumir con la esperanza de reencontrar la fuerza necesaria para volver a ser animal, porque creo en la paradoja y no, no me gusta nada vivir