A mí no me concierne decir si soy buen o mal profesor, pero mientras ejerzo de profesor, e incluso más todavía cuando no estoy en activo, me preparo como profesional que soy.
Llevo unos años con dificultades para trabajar en un instituto público por los famosos pero no menos crueles y dañinos recortes. Afortunadamente, y sin conocer a nadie del centro, un instituto privado concertado me dio la oportunidad de sustituir a dos profesores durante este curso. La experiencia fue muy buena y me animó a seguir intentándolo.
De lo contrario, me habría quedado con el par de clases particulares que mantengo. Y eso es matar a un profesional.
Sin embargo, me preocupa más el futuro que estos últimos años pasando carencias económicas.
Y voy al grano, no consiento que se cuestione mi profesionalidad como docente de inglés por más opiniones controvertidas, bromas, ejercicios literarios o críticas y elogios que vierta en este blog.
Puesto que doy la cara, nombre y apellidos y la mayoría de institutos que me pueden ofrecer trabajo están relacionados con la iglesia católica, tengo que volver a reafirmar mi tolerancia ante todas las creencias y mi seriedad a la hora de afrontar la docencia, donde lo último que haría sería mezclar religión o política.
Educar sí. Adoctrinar, desde mi puesto como profesor de inglés, nunca.
Por eso, si alguna directora de instituto o un jefe de estudios decide buscar mi perfil en Internet y encuentra este blog, que lea lo siguiente antes de anularme con un clic:
Yo, cuando ejerzo de profesor de inglés, intento sacar lo mejor de mí para que los estudiantes puedan sacar el mejor partido posible de sus aptitudes.
Mis opiniones sobre cualquier tema obedecen, en parte, a mi búsqueda de la verdad. Y no faltan los textos en los que trato de hacer literatura, o sea, que soy yo pero no soy yo. ¿Se entiende? Además, en la vida real no suelo ir pontificando sobre cualquier propósito que me salga al tema e insisto: nunca con los alumnos. En cambio preferiré hablar de temas que me son realmente antipáticos como la música de Justin Bieber con tal de motivarlos y lograr mantener su atención.
Antes de preguntármelo: sí, soy creyente cristiano. La realidad es que no practico ninguna religión en el sentido más tradicional de la expresión (no me reúno con gente en un templo para compartir mi fe). Sin embargo, no recuerdo ninguna frase atribuida a Jesucristo en el Nuevo Testamento que no suscriba al cien por cien.
Por último, en mi casa considero que somos progresistas y racionales, pero no se me ocurriría echar al mejor fontanero del barrio en caso de avería porque el profesional creyera que el futuro está en resucitar el carlismo o pasara su tiempo libre cazando palomas mensajeras.
Creo que está claro.
pd: Y ahora, contratadme, que además creo que puedo dar clases de una optativa muy necesaria: expresión escrita. En el idioma que quieran siempre que este superviviente lo entienda.
Llevo unos años con dificultades para trabajar en un instituto público por los famosos pero no menos crueles y dañinos recortes. Afortunadamente, y sin conocer a nadie del centro, un instituto privado concertado me dio la oportunidad de sustituir a dos profesores durante este curso. La experiencia fue muy buena y me animó a seguir intentándolo.
De lo contrario, me habría quedado con el par de clases particulares que mantengo. Y eso es matar a un profesional.
Sin embargo, me preocupa más el futuro que estos últimos años pasando carencias económicas.
Y voy al grano, no consiento que se cuestione mi profesionalidad como docente de inglés por más opiniones controvertidas, bromas, ejercicios literarios o críticas y elogios que vierta en este blog.
Puesto que doy la cara, nombre y apellidos y la mayoría de institutos que me pueden ofrecer trabajo están relacionados con la iglesia católica, tengo que volver a reafirmar mi tolerancia ante todas las creencias y mi seriedad a la hora de afrontar la docencia, donde lo último que haría sería mezclar religión o política.
Educar sí. Adoctrinar, desde mi puesto como profesor de inglés, nunca.
Por eso, si alguna directora de instituto o un jefe de estudios decide buscar mi perfil en Internet y encuentra este blog, que lea lo siguiente antes de anularme con un clic:
Yo, cuando ejerzo de profesor de inglés, intento sacar lo mejor de mí para que los estudiantes puedan sacar el mejor partido posible de sus aptitudes.
Mis opiniones sobre cualquier tema obedecen, en parte, a mi búsqueda de la verdad. Y no faltan los textos en los que trato de hacer literatura, o sea, que soy yo pero no soy yo. ¿Se entiende? Además, en la vida real no suelo ir pontificando sobre cualquier propósito que me salga al tema e insisto: nunca con los alumnos. En cambio preferiré hablar de temas que me son realmente antipáticos como la música de Justin Bieber con tal de motivarlos y lograr mantener su atención.
Antes de preguntármelo: sí, soy creyente cristiano. La realidad es que no practico ninguna religión en el sentido más tradicional de la expresión (no me reúno con gente en un templo para compartir mi fe). Sin embargo, no recuerdo ninguna frase atribuida a Jesucristo en el Nuevo Testamento que no suscriba al cien por cien.
Por último, en mi casa considero que somos progresistas y racionales, pero no se me ocurriría echar al mejor fontanero del barrio en caso de avería porque el profesional creyera que el futuro está en resucitar el carlismo o pasara su tiempo libre cazando palomas mensajeras.
Creo que está claro.
pd: Y ahora, contratadme, que además creo que puedo dar clases de una optativa muy necesaria: expresión escrita. En el idioma que quieran siempre que este superviviente lo entienda.
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