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Dos blockbusters para arruinarte el verano: Guerra Mundial Z y Lobezno inmortal

Después de la secuencia inicial, lo mejor de Guerra Mundial Z.
Tengo que decir que la primera de estas dos propuestas apocalípticas empieza con buen pie. La sensación de agobio, de verdadera opresión, está tan lograda que uno estaría dispuesto incluso a mandarle un helipcótero a Brad Pitt para que se salvara con su familia del atasco más terrorífico que he visto en años en una sala de cine.

Luego, la película se convierte en un Pánico nuclear con actor negro incluido (¡y por suerte no es Morgan Freeman otra vez!) ocupando un puesto de responsabilidad que obliga al Rambo de turno, pero es Brad Pitt, a salvar a la humanidad de una horda de zombis que, virus mediante, se van contagiando unos a otros salvo en Israel (metáfora que prefiero no captar, porque o se le ha ocurrido a algún sionista fanático o es obra de un antisemita cobarde, aunque hay muchos protestantes que darían su brazo por Israel y muchos más que por cabrear a los musulmanes son capaces de lo que sea).



Los zombis, a todo esto, corren como verdaderos bólidos. Con lo que automáticamente, bajo mi punto de vista, ya no son zombis. Además, a veces infectan, a veces no, aunque esto el guión lo trata de explicar.

Para colmo, la mujer e hijos de Brad Pitt están para adornar. A la señora Pitt (Mireille Enos) se la puede apreciar en la serie The Killing. Nunca debió de aceptar esta película.

De todas formas, lo peor es que todo se desenvuelve de manera más que fría. La típica película de acción que va de más a menos, sólo que debería contener algo más de terror que los primeros cinco minutos. Yo la definiría como un antithriller.

Lo de Lobezno inmortal es un paréntesis de X-Men 3, o el producto de la fantasía de la segunda unidad del Superman de Zack Snyder. Aparte de suscitar un debate sobre la digitalización o no del asombroso cuerpo de Hugh Jackman, la película no da para más.

Se pasa rápido, pero sin la (cierta) profundidad psicológica del primer Lobezno ni los maravillosos paisajes de aquel film. Aquí, para colmo se lanzan multitud de flashbacks inoportunos y arrítmicos que sólo sirven para apreciar lo bien que envejece la holandesa Famke Jannsen o lo vieja que es, aunque todo el mundo creyera que rondaba la treintena cuando la descubrieron en la saga X-Men (pese a que un año antes ya había demostrado en House on haunted hill, el remake, malo también, que de jovencita nada).

De Lobezno inmortal te vas a quedar con una secuencia de lucha de las que dicen que rodaba John Woo, pero sensiblemente mejorada, porque supongo que todo el presupuesto se les ha ido en dos o tres de estas secuencias, especialmente la del tren bala.

Igualmente reto a cualquier lector a que, sin hacer trampas, trate de recordar el argumento una semana después de ver la película. Para que el experimento funcione, deberías intentarlo con alguien que la haya visto contigo. Quizá recuerde que sale un cruce entre un guerrero de Xian e Iron Man y un tren y Lobezno y una madurita muy atractiva que nadie sabe qué pinta ahí.

Para finalizar, recomiendo encarecidamente a los cinéfilos que vean cinco o seis veces los traílers de estos dos films, sobre todo el de Guerra Mundial Z, o que se atrevan con el libro homónimo (escrito por un hijo de Mel Brooks) o con algún tebeo de Lobezno, que seguro que han reeditado unos cuantos.

Malas noticias, pues, para el espectador más friki. Aunque, no está todo perdido. Gru 2: Mi villano favorito es mucho mejor película que estos dos artefactos y te deja muy buen cuerpo y mejores recuerdos.

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