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Carta al señor Pérez Rubalcaba

Apunte hacia la izquierda, aunque sea desde la derecha.
Estimado señor Rubalcaba:

Me dirijo usted como representante de la izquierda española. Quiero matizar el epíteto: no creo que el PSOE promulgue, y mucho menos lleve a cabo, política de izquierdas, pero hay mucha gente en España que se ha dejado abducir por esa idea del binomio del blanco o negro, de izquierda o derecha, que ha degenerado como ocurre con todos los binomios simplificadores. La gente se estanca en el dilema maniqueo de tener que elegir entre dos propuestas mayoritarias y ahora tendré que resumir mi versión del asunto para analizar cómo han llegado PP y PSOE a encarnar un binomio tan diverso como la Coca-Cola y la Pepsi o McDonald's y Burger King.

A pesar de que en ese binomio hay muchos ciudadanos que lo consideran de izquierdas, el PSOE ahora mismo ocupa el ala derecha de la política española si lo comparamos con el panorama en el que se encontraba el país en 1978, cuando UCD era la derecha, hasta que Alianza Popular recogió la extrema derecha (con la extinción de las falanges) y la derecha, y UCD derivó en CDS, agrupando el centro-derecha, que más o menos equivaldría a la tradición liberal europea. 

Por su parte, Izquierda Unida se quedó con la porción de la izquierda más combativa y el PSOE se fue desvinculando del marxismo-leninismo hasta que se quedó en un socialismo democrático promulgado por Felipe González. La debacle llegó cuando caló en la sociedad el invento de la clase media y el estado del bienestar. El resultado fue que la clase obrera quedó sin representación, anulada. Desafortunadamente, la caída del muro agravó el desbarajuste y, además, dejó sin argumentos a IU, que enmudeció y no supo coger el testigo. En los años noventa del siglo pasado, la izquierda se quedó huérfana. Así sigue. Ergo, el PSOE está en el centro-derecha actualmente.

 Sin embargo, para mucha gente, porque representa a su partido, usted es la IZQUIERDA.

Por desgracia, no conozco, señor Rubalcaba, sus inicios políticos. Creo que la bibliografía existente no es demasiado fiable. Se sabe que Rodríguez Zapatero tuvo unos comienzos tibios, al menos como activista. Ya empezó, cuando las energías de la juventud imponen brío, a la derecha de la izquierda. Y su política, cuando presidente, fue de centro, plegada a la UE, y por tanto de derechas, en materia exterior y en macroeconomía. Al menos, realizó varios guiños de tipo social de izquierda. Su último año y medio quedará para los anales de la historia y atraerá la atención de muchos investigadores. Queda el misterio: ¿por qué se fue de esa manera de la Moncloa? ¿Deberíamos sentir vergüenza o lástima cuando lo recordamos esperar con alivio el final de su mandato, cuando agachaba la cabeza ante su peor fallo, la mentira de que la crisis no existía hasta el punto que esa recesión coyuntural se convertía en un monstruo que ha terminado por devorrar todo el mitológico estado del bienestar en poco menos de tres años?

¿Hay alguna diferencia? Demuéstrelo, señor Rubalcaba.
En cuanto a González y Guerra, tan importante el uno como el otro. Ellos corrían delante de los grises, pisaron la cárcel (aunque en el Franquismo era demasiado fácil acabar entre rejas) y, desde luego, pusieron toda la carne en el asador para dirigir el país hacia la izquierda. Al menos, en la primera legislatura socialista. Luego, se acomodaron. Ahora son burgueses y presuntos culpables de un montón de asuntos turbios. El gurú del PSOE, Felipe González está forradísimo y al servicio de las empresas privadas mastodónticas, poco amigas de la clase obrera.

Señor Rubalcaba, ¿usted pretende seguir con el status quo, con ese PSOE adaptado a la hipermodernidad del sálvase quien pueda, del relativismo absoluto, del todo vale por la pasta?

¿Percibe usted que si el PSOE sigue en su deriva hacia la derecha acabará fundiéndose con el PP y uno de los dos partidos estará abocado a desaparecer? ¿Se conformará con darle una capa de pintura con merchandising del Che y pugnar por el centro metafísico contra UPyD y cuantos partidos de nuevo cuño aparezcan?

Por tanto, en arreglo a las siglas de su partido: socialista obrero español, ¿se atreverá usted a forzar el golpe de timón hacia una nueva izquierda, despojada de la culpabilidad por los crímenes del estalinismo y de los comunismos de Europa del Este?

No le queda otra, me temo, que buscar esa salida por el periplo por el desierto con Izquierda Unida. Ellos ya hace tiempo que van de duna en duna y quizá sepan qué rutas no seguir, cuando menos. Usted y su partido tienen el apoyo general y viven de las rentas del excelente trabajo de Pablo Iglesias y de los primeros años en la transición, entendida ésta hasta unos años después del 23F cuando el Franquismo quedó aislado.

¿Qué va a hacer usted?

Da la sensación, señor Rubalcaba, y no le envidio, que usted y alguien más, supongo, aunque contaran con la buena voluntad de darle política de izquierdas a quien se la demanda, su electorado, no tienen ni la mínima posibilidad de manejar su transatlántico con tantos puentes de mando, los visibles y los invisibles, los afines y los impuestos, los inexpertos y los heredados.

Me explico: los visibles son los que dan la cara; los invisibles son esos asesores, centenares, y los bancos y empresas que financian el partido secuestrando su libertad. Los afines son los que estarán en su barco del centro-izquierda y los impuestos serán los que vengan del reino de taifas que acaba siendo todo partido grande: ex guerristas, chaconistas, catalanistas, anticatalanistas, etc. Los inexpertos, claro, son la gente joven y los heredados son un lastre para el PSOE, sobre todo esos dinosaurios de discurso casi falangista como los señores Bono e Ibarra.

También somos muchos los que creemos que en sus órganos directivos hay gente que vive muy bien, jóvenes o veteranos, da igual. Ha saltado a la palestra el dineral que se lleva Leire Pajín con su doble sueldo, como diputada y como secretaria de no sé qué gaitas, además de las dietas, que con más de mil euros representan más del sueldo mensual de la mayoría de los españoles.

No es posible que si ustedes cobran cinco, seis mil o doce mil euros al mes entiendan a las clases desfavorecidas. Al igual que sucede en Barcelona, donde vivo, ¿cuándo se ha visto a un concejal de transportes hacer la cola para el autobús o pagar los diez euros que valen diez miserables viajes en el metro? ¿Cómo va a entender alguien que no se ensucia los dedos en una materia sobre ese menester?

Yo, como mucha gente, opino sobre político y no he estudiado ciencias políticas. La mayoría de sus colegas políticos tampoco. Porque ustedes manejan nuestras vidas y nosotros, cultos o ignorantes en muchas materias, somos maestros, tanto como usted, en las dificultades de vivir con dignidad. Lo digo por si en alguna ocasión usted tuvo contacto con la realidad, pasó dificultades económicas o las pasó canutas para encontrar trabajo o pagar el alquiler. Si no experimentó esa lección de vida, quizá tenga familia o amigos.

Recuerde, señor Rubalcaba, recuerde.

Y no se inoportune usted por esta carta, salvo por los errores en los que haya incurrido, porque, mírelo por ese lado, nunca se me ocurriría apelar al señor Rajoy. Pero no nos dé esperanza, denos dosis duraderas y tangibles de una realidad mejor.

Gracias por leerme.


David Navarro Lloret

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