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Mostrando entradas de agosto, 2014

Insolidaria Barcelona

Unos hipsters de Barcelona vistos a través de rayos X. Tras un periplo por media España pensé que ya había visto suficientes idiotas (el veinteañero que le explica a un viejo sordo las diferencias entre los templos budistas de Japón y los de la India, el taxista que se vuelve loco de repente y deja de mirar a la carretera elogiando a Podemos, etc.) hasta que llegué a mi pueblo. Allí, los que eran tontos siguen siendo tontos, y los que no, pues lo mismo. Salvo que me maravilló descubrir gente de fuera tan interesante inasequibles al contagio, y noté la ausencia de amigos y conocidos que le dan al cerebro y que, con su ausencia, dejaron en evidencia a los demás. Una pena. Ah, y un placer compensatorio (de sobras) los pocos amigos y los familiares que me han dado momentos de alegría.

Deja que se vaya

El caprichoso fluir de las cosas y de los seres que habitan un Universo que roza la armonía sólo se puede detener mediante un péndulo que se valora desde un estado interior y, por lo tanto, subjetivo. Es la fuerza de voluntad. Por la particular fuerza de voluntad de cada cual se logran proyectos que consiguen perdurar en el tiempo e incluso pueden crear la ilusión de un continuum en los logros humanos. Así, con los siglos, reunimos todas las obras de un conjunto de esfuerzos pretéritos y conseguimos observar civilizaciones, sagas y vidas de personajes, que es, desde luego, el reclamo principal a día de hoy. Hay quien cree que el que quiere algo lo consigue, que basta con proponérselo (y trabajar, añado yo), y por varios motivos la fuerza de voluntad se ha revalorizado mucho. No es de extrañar teniendo en cuenta que el principal anzuelo de una economía capitalista es que cualquiera puede enriquecerse, independientemente de bla, bla, bla...