Está pasando. La gente se ha echado a la calle. Sin seguir las pautas de partidos políticos ni la de los sindicatos. En paz. Con una polifonía que podría quedarse en un aullido mudo si la Junta Electoral Central se sale con la suya.
A los políticos no les queda otra que aguantar el tipo para no perder votos, pero todos los grandes partidos excepto Izquierda Unida están deseando que los antidisturbios limpien de "vagos y maleantes", como diría Franco, las plazas de toda España.
Tanto PSOE como PP tiemblan. La idea de que el hastío se contagie y los ciudadanos decidan dar plantón a las urnas no les gusta nada. Unas votaciones a la baja podrían dar lugar a resultados inesperados y los grandes dinosaurios del bipartidismo español no quieren sorpresas.
Me temo que el Partido Popular, no obstante, tiene más motivos para desear que se termine con las concentraciones pacíficas de indignados. Saben, a ciencia cierta, que la mayoría de las personas que han decidido mover ficha a favor de la democracia real no están entre su cantera de votantes. Por eso, porque les conviene una izquierda adormilada antes que una izquierda activa, encienden cirios a sus santos para que caigan rayos de punta sobre las tiendas de campaña.
Estamos asistiendo a unas jornadas históricas. Dentro de muchas décadas se hablará de este movimiento espontáneo. Había demasiada pólvora y un infierno sobre el horizonte como para que la mecha no prendiera.
Somos muchos los que venimos denunciando la situación actual: nunca antes en la Historia de la Humanidad hemos estado en mejores condiciones para lograr un mundo mejor y, sin embargo, unos pocos poderosos se han confabulado para arrastrar hasta la inmundicia a gran parte del globo. Por desgracia, hasta que a Occidente le ha ido bien, no hemos movido ni un solo dedo. Ésa es la verdad. Pero ahora que vemos cómo nuestros propias manos nos aprietan el cuello sin piedad es inevitable que reviente la saca. Demasiados sapos y culebras.
La estafa del cambio al euro. La desacreditación del pensamiento y de la cultura. El consumismo irresponsable. La mala educación de los jóvenes. La especulación bursátil como forma de economía. La destrucción de la Tierra. El escándalo de las viviendas. Las guerras ilegales... Y para colmo, la crisis inventada por unos desaprensivos que se han lucrado a costa del desastre que ellos mismos han provocado.
¡Basta ya! Queremos una democracia real y justa. El capitalismo salvaje no puede doblegar los derechos humanos ni los derechos básicos como tener una vivienda digna y un trabajo de acorde a las capacidades de cada uno. Queremos un mundo de iguales, sin esclavitudes de ningún tipo.
No dejes que nadie ni nada te amordace. Expresa tu opinión libre siempre. Y de cara a las votaciones, no pienso regalar mi papeleta a ninguno de los partidos mayoritarios.
No al PSOE por doblegarse. No al PP por su oportunismo. Y, en Catalunya, no a CIU porque están deseando recortar más derechos.
Para mi Païs Valencià, espero que demos una lección a los que creen que somos estúpidos por pagar la guarida de los ladrones. Ya sabes de quién hablo.
A los políticos no les queda otra que aguantar el tipo para no perder votos, pero todos los grandes partidos excepto Izquierda Unida están deseando que los antidisturbios limpien de "vagos y maleantes", como diría Franco, las plazas de toda España.
Tanto PSOE como PP tiemblan. La idea de que el hastío se contagie y los ciudadanos decidan dar plantón a las urnas no les gusta nada. Unas votaciones a la baja podrían dar lugar a resultados inesperados y los grandes dinosaurios del bipartidismo español no quieren sorpresas.
Me temo que el Partido Popular, no obstante, tiene más motivos para desear que se termine con las concentraciones pacíficas de indignados. Saben, a ciencia cierta, que la mayoría de las personas que han decidido mover ficha a favor de la democracia real no están entre su cantera de votantes. Por eso, porque les conviene una izquierda adormilada antes que una izquierda activa, encienden cirios a sus santos para que caigan rayos de punta sobre las tiendas de campaña.
Estamos asistiendo a unas jornadas históricas. Dentro de muchas décadas se hablará de este movimiento espontáneo. Había demasiada pólvora y un infierno sobre el horizonte como para que la mecha no prendiera.
Somos muchos los que venimos denunciando la situación actual: nunca antes en la Historia de la Humanidad hemos estado en mejores condiciones para lograr un mundo mejor y, sin embargo, unos pocos poderosos se han confabulado para arrastrar hasta la inmundicia a gran parte del globo. Por desgracia, hasta que a Occidente le ha ido bien, no hemos movido ni un solo dedo. Ésa es la verdad. Pero ahora que vemos cómo nuestros propias manos nos aprietan el cuello sin piedad es inevitable que reviente la saca. Demasiados sapos y culebras.
La estafa del cambio al euro. La desacreditación del pensamiento y de la cultura. El consumismo irresponsable. La mala educación de los jóvenes. La especulación bursátil como forma de economía. La destrucción de la Tierra. El escándalo de las viviendas. Las guerras ilegales... Y para colmo, la crisis inventada por unos desaprensivos que se han lucrado a costa del desastre que ellos mismos han provocado.
¡Basta ya! Queremos una democracia real y justa. El capitalismo salvaje no puede doblegar los derechos humanos ni los derechos básicos como tener una vivienda digna y un trabajo de acorde a las capacidades de cada uno. Queremos un mundo de iguales, sin esclavitudes de ningún tipo.
No dejes que nadie ni nada te amordace. Expresa tu opinión libre siempre. Y de cara a las votaciones, no pienso regalar mi papeleta a ninguno de los partidos mayoritarios.
No al PSOE por doblegarse. No al PP por su oportunismo. Y, en Catalunya, no a CIU porque están deseando recortar más derechos.
Para mi Païs Valencià, espero que demos una lección a los que creen que somos estúpidos por pagar la guarida de los ladrones. Ya sabes de quién hablo.
Comentarios