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Zapatero, a examen

Hace poco escribí un artículo en el que elogiaba a Zapatero. He recibido alguna crítica, probablemente merecida. Quienes me conocen personalmente, saben que tengo muy en cuenta las opiniones sobre mis escritos. Por eso me veo en la obligación moral de argumentar el porqué de aquel texto.


En primer lugar, lo escribí porque estoy harto de los cambios de rumbo que se tratan de insuflar a la opinión pública. Según convenga, la veleta gira de un lado al otro, y yo creo que eso va bien para levantar audiencias y vender periódicos, pero dice muy poco de nuestras coordenadas mentales. Por eso, si durante cinco años, casi seis, me he sentido orgulloso de algunas de las gestiones de Zapatero, me parecía honorable reivindicarlo justo cuando todos se le iban a lanzar al cuello.

Más adelante expongo de manera sucinta, a mi juicio, los aciertos y desaciertos más notables. Puede que me deje bastantes en el tintero, pero no le puedo dedicar todo el tiempo de documentación que merecería un artículo de estas características.

En mi opinión, sus aciertos:


-La retirada de las tropas de Irak, sobre todo por su lección ética: ningún país debe doblegarse a ningún otro, por más poderoso que sea, cuando incurre en la ilegalidad.


-Sus esfuerzos por convertir el país en un verdadero estado aconfesional resistiendo las acometidas de la religión que se cree por encima de las demás, la Católica. Ojalá la Constitución dijese que España es laica, como Francia, pero eso es otro cantar. En mi opinión, quien quiera una religión activa, que la pague de su bolsillo.


-La ley de matrimonios homosexuales. Independientemente de su utilidad, viene a refrendar la igualdad entre todas las personas, que son iguales a las que disfrutan, o no, una opción sexual distinta.


-La ley del aborto. También levantó ampollas entre las hordas conservadoras. Puedo cuestionar, y cada persona debería tener su propio criterio, muchos aspectos, pero lo que no se puede permitir es negar que existe un problema. Y por tanto, había que legislar. ¿A favor de un credo religioso? No, a favor de la mujer, que es la que sufre las consecuencias en primer grado.


-La ley de dependencias, porque no hay estado del bienestar sin solidaridad. Si bien es verdad, han surgido muchas quejas sobre su aplicación real.


-Los cheques bebé: útiles, por desgracia, para fomentar la natalidad. Sin embargo, no se pueden poner y quitar de la noche a la mañana. No es serio.


-Las ayudas para los parados sin desempleo. Medida necesaria, pero de nuevo, se tendría que haber previsto antes y mejor. Y nunca eliminarla por más crisis que vengan.


-Las mejoras de las infraestructuras, sobre todo las ferroviarias. De nuevo, como ya ocurrió con la etapa de Felipe González, los socialistas han optado por mejorar las comunicaciones. La mala noticia, en cuanto al AVE, es que se han eliminado los trenes anteriores, más económicos y lentos, para que todos paguemos muchísimo más por los viajes.


-Un clima político más sereno y más dialogante. Basta ya de echarle las culpas a los famosos por su presunta mala influencia en los niños. Hay que empezar por nuestros dirigentes. ¿Como que por qué? Porque Belén Esteban está ahí por culpa de su público, pero a los políticos con cargos les pagamos el sueldo directamente de nuestro bolsillo y hay cosas que se pueden permitir, mientras realizan su trabajo, y otras que no, como en todas las profesiones.


-Una mayor transparencia y menos casos de corrupción. Por primera vez en la Historia, el partido de la oposición gana por goleada al partido en el poder en casos de corrupción. Quien no lo quiera ver, está demasiado ciego.


-La gestión de la inmigración. Se ha actuado, con más o menos aciertos, pero el gabinete de Zapatero se ha mojado poniendo el problema sobre la mesa. Para el equipo de Aznar los inmigrantes no existían. Surgieron de la nada cuando el PP perdió las elecciones.


-Las relaciones exteriores. España se lleva mejor con el mundo sin tener que traicionar a su pueblo. Un botón: los treinta y tantos disidentes cubanos excarcelados por el régimen comunista y acogidos por nuestro país.


-Los ministerios de vivienda e igualdad. Posiblemente no funcionaron en absoluto, pero respondían a problemas prioritarios. Por tanto, valiente decisión. Creo que se tendría que volver a intentar, pero con mayor tino.


-La gestión de la lucha antiterrorista. Pese a errores puntuales, y a la mayoritaria decisión de los políticos españoles por saltarse la Constitución (hablo del cerco a las ideas abertzales), el final de ETA está más cerca que nunca.


-La comprensión hacia la diversidad del país a través de un diálogo abierto con las autonomías. Bien, pero a medias. El Estatut catalán se quedó en agua de borrajas y los socialistas que ansían un estado federal no han podido abrir la boca. El problema seguirá estando ahí mientras no cambiemos a un modelo federal. A día de hoy, el País Vasco y Navarra gozan de unos privilegios que la Catalunya de CIU no va a dejar de reivindicar. Por otro lado, las regiones que más tiran del carro, querrán, como es lógico, una mayor parte del pastel.


-La potenciación del papel de la mujer. Imprescindible, aunque todavía se tiene que trabajar más. A mí juicio, la mejor política de la primera etapa de Zapatero se llama María Teresa Fernández de la Vega.


-Las mejoras en la seguridad vial. Mi tocayo Navarro ha realizado una gestión excelente al cargo de la Dirección General de Tráfico. Lástima que no se copiaran antes las buenas iniciativas europeas. ¿Lo del límite de 110 km/h? Me parece una nimiedad.



Sus desaciertos más notables:


-El pliegue total a la política global de derechas. Me parece que es inevitable dados los intereses creados. Pero llama mucho la atención el giro brusco a la derecha del Gobierno. Por desgracia, ahora estamos pagando todos los regalos que nos hicieron desde Europa cuando entramos en el entonces Mercado Común. La Unión Europea es una especie de Círculo de Lectores que en lugar de regalar libros a sus nuevos suscriptores, da millones de euros y, por tanto, no exige una compra al mes sino un endeudamiento de por vida.


-Las muestras de incongruencia: cheques sí, cheques no; las ayudas para los parados, que aumentan o disminuyen según el momento, etc. Dan muestras de inseguridad y merman la confianza en nosotros mismos.


-Las improvisaciones como el Plan E: sí, me refiero a esas obras en cada pueblo español con rótulos así: actuación: reforma de los peldaños de la escalera a la fuente. Plazo de ejecución: 6 meses. Presupuesto: 999.999 euros.

-La gran mentira sobre la crisis. Zapatero ya sabía en qué berenjenal nos habíamos metido cuando empezó la campaña electoral, pero lo negó por activa y por pasiva.


-El aumento brutal del número de parados, aunque también hay que tener en cuenta el crecimiento espectacular de la población activa. De todas maneras, un 20 por ciento es una burrada.


-La reacción tardía contra la fiebre del urbanismo. Con esto de las competencias difuminadas y, sobre todo, al dejar decisiones urbanísticas importantes en manos de los municipios, se ha producido un cataclismo difícilmente recuperable en España, que traerá consecuencias muy negativas durante muchos años tanto para la economía, el trabajo como para la ecología.


-La política fiscal cobarde. No es cierto que los más ricos paguen muchos impuestos. En mi opinión, las grandes fortunas deberían pagar hasta un cincuenta por ciento de sus ingresos. Y si no les gusta, siempre les quedará Miami.


-La falta de un cambio de modelo económico y laboral. Se han aplicado parches, con demasiadas dudas y tardanza por cierto, pero no se ha acometido el cambio de paradigma. España no puede depender del ladrillo y del turismo barato. No es viable, excepto para las repúblicas bananeras.


-La sorprendente apuesta por renunciar a la publicidad en la televisión pública. De momento, ya´han conseguido que acumule más pérdidas, aunque se lo atribuyen a la falta de pago de los canales privados. Veremos si es así.

-La persistencia de una educación primaria y secundaria muy cercana al reíno de taifas. No puede ser que una educación supuestamente pública e igualitaria sea tan distinta según la Comunidad, el municipio e incluso el barrio. He estado en institutos de Barcelona tan dispares que a algunos les habría puesto un 10 y a otros un 0. Hablo de instalaciones, ratio de alumnos, tipología de chavales, etc. Con eso lo digo todo.


-La situación penosa de las universidades públicas. Si un profesor universitario cobra menos de 600 euros al mes; si, para colmo, el rector le pide que reutilice los vasos de plástico para beber agua, algo no funciona. Además, el plan Bolonia no se está aplicando en su mayor parte. Por encima de todo, seguimos instalados en una idea de los grados (anteriores licenciaturas) poco prácticos y más dependientes de las presiones de los departamentos universitarios, interesados siempre en meter a su personal docente en todas las carreras. Un futuro informático necesita programar y menos matemáticas. Un traductor necesita traducir y menos estudios de lingüística. Pensar de otra manera es volver a los tiempos del Renacimiento. Que nadie se crea que no es un asunto grave por citarlo al final. Al contrario. Para mi disgusto se trata de la gran lacra. Un cáncer que soportamos desde tiempos de Suárez (y probablemente desde antes de Fray Luis de León).


Conclusiones:
Lo único que podemos extraer de este artículo es que David Navarro no tiene a Zapatero en un altar. Simplemente lo he seguido de cerca y por eso he visto en él tanto aciertos como errores. En mi opinión, ha acumulado más puntos a favor que en contra. También tengo que reconocer que si nos ciñéramos a los dos últimos años, el balance sería bastante distinto, pero las políticas deben analizarse en todo su espectro, no sólo en momentos puntuales.

En mi opinión, la crisis económica ha puesto a España en su sitio. Es un país de la cola de Europa, sólo por delante de Grecia, Portugal e Irlanda (en algunos aspectos). Querer ver otro escenario me hace pensar en delirios de grandeza o añoranza de un pasado imperialista.

Ahora mismo, somos una prolongación de esa idea fascista que los poderosos tienen del continente africano. Me refiero a que nos utilizan como la antesala del granero del tercer mundo. Somos algo así como el prado donde pasta el ganado, entre la mansión y los establos. ¿En qué me baso? Desde luego no en los aciertos deportivos o en Penélope Cruz ni Almodóvar. Me baso en un modelo productivo basado en el turismo insostenible y en una industria poco competitiva (no se puede mantener a las grandes empresas en nuestro país a golpe de subvención). Además, con pocas perspectivas de cambio, dado que los universitarios salen mal preparados a un mercado laboral donde el intrusismo y los empresarios decimonónicos están a la orden del día.

Aceptar nuestro lugar en el mundo no significa bajar los brazos. Al contrario, es el principal motivo para actuar. Me temo que en este país hay demasiada gente que se conforma con sacar pecho con las victorias futbolísticas y quedarse con la cantinela de que España está a la cabeza de los países occidentales.

Harían bien los que se creen depositarios de esa idea de España caduca y gris en soltar los derechos de explotación y permitir que cada cual ejerza su españolidad a su manera, tal y como es normal en una democracia. De ese modo, sin falangistas reciclados de por medio, nos ahorraríamos muchas tensiones y trabajaríamos en pactos y programas constructivos que aglutinaran a toda la sociedad, sin tener que estar escuchando los mismos reproches de siempre con la tontería del desmembramiento de España y el cara al sol de fondo.

Sólo espero que el próximo presidente español supere a Zapatero. Con Rajoy lo veo extremadamente complicado, por no decir imposible, pero no adelantemos acontecimientos.

NOTA: El debate está abierto para los lectores del blog. Me abstendré de participar, porque ya me conozco el percal: ¿Por qué no has puesto tal y tal asunto? Lo dicho, ahora podéis ampliar, acotar o rectificar este artículo vosotros mismos con vuestra propia voz.

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