Ir al contenido principal

El fútbol, metáfora de la vida

La verdad suele aparecer borrosa.
Un señor contra un truhán. Un equipo que juega al fútbol contra otro que sólo quiere estropear el espectáculo. El toque de balón contra la agresividad desaforada. El Barça visita el templo blanco y gana convenciendo.

Qué momentos nos regala este deporte convertido en show-business. Qué gran metáfora de la vida es, en el fondo, un partido de fútbol.

Después de todo, pasada la euforia barcelonista, tengo que reconocer que sin las declaraciones de personajes como Mourinho todo sería un poco más vulgar. Por citar la última, tras el partido de ida de la Champions Jose Mourinho protagonizó una rueda de prensa antológica en la que lanzaba una pregunta enorme: ¿Por qué?

Tras reconocer que su planteamiento táctico buscaba frustrar a los jugadores del Barça y acabar con su paciencia; tras confesar que buscaba el empate a cero hasta el minuto 60 para luego jugar al fútbol... el entrenador portugués, ganador de numerosos títulos, esconde bajo una pregunta existencial y victimista el peor de los pecados en mi opinión, el cinismo.

Mourinho miente al hacernos creer que realmente no entiende por qué le expulsan tantos jugadores. Miente también al decir que la anterior Copa de Europa ganada por Guardiola es injusta. Miente, en conclusión, al tratar de manipular, desde el primer día, la competición de liga.

Pienso en el ejemplo que dejará Mourinho en los chavales que empiezan a jugar al fútbol. Entre los aficionados al Madrid, la mentira, la parcialidad maligna y el no saber perder. Entre los del Barça, el resentimiento hacia los rivales, la eterna sospecha de que hay una mano negra que te va a poner una piedra en el camino. Lo malo es que hoy en día sembrar la sospecha sobre la dignidad de las personas y la legitimidad de las cosas sale gratis. Y la sospecha, como el miedo, se expande.

Lo hacen los vecinos en el rellano de la escalera. Se practica en los puestos de trabajo sobre compañeros. Se lucran en televisión con este procedimiento y los pseudofamosos. Lo hacen los políticos de nivel y los responsables de la justicia. En el fútbol, que es una plaza menor, también se expande el veneno de la sospecha.

Claro que sé que el fútbol de las estrellas, no el de los chavales que juegan por deporte, es un circo. Por eso dije al principio que se parece a la vida, porque en el fondo la vida que representamos de cara al exterior es una gran farsa. Algunos, por desgracia, no saben distinguir la ficción de la realidad y durante toda su vida interpretan uno o varios papeles. Quizá yo mismo sea uno de ellos.

Lo que no quiero es que los niños -los adultos ya no tenemos remedio- se vayan a dormir cada noche con la sensación de que este gran vodevil les persigue hasta la intimidad de su hogar, traspasa la puerta y se instala con ellos hasta sus mismos sueños.

Dejadme creer que existen jugadores que disfrutan del fútbol con todo su alma y espectadores que se emocionan con sus equipos, sin caer en la violencia gratuita de esos mercachifles que están en el candelero. Incluso dejad la ventana abierta a que existan políticos que se deben a su pueblo. En serio, dejadme creer que todavía hay niños que creen que este mundo, a pesar de ser una burda mentira, no va en serio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Dos grandes pintores para una ciudad pequeña

Una obra de Alguacil que recuerda a Monet. En la calle Pizarro de La Vila Joiosa, probablemente una de las arterias principales de la ciudad (o pueblo, los que me habéis leído sabéis que los uso indistintamente en referencia a mi lugar de nacimiento) hay abierto desde tiempos inmemoriales un taller de un gran pintor: Evaristo Alguacil. Casi sin anunciarse, muchos aficionados a la pintura han insistido hasta recibir sus clases y quién más o quién menos conoce lo más representativo de su trabajo, sobre todo al óleo, principalmente esas marinas tan personales, tan vileras y universales al mismo tiempo. Sin embargo, pocos, en relación a la categoría del artista, conocen bien la obra de Alguacil. Creen que es un señor que repite cuadros sobre las casas de colores representativas de La Vila o se dedica solamente al puerto y sus barcos de pesca. Es cierto, y él lo reconoce, que son parte de su sello personal y la gente aprecia estas pinturas por dos motivos: por su calidad y, además,