Ir al contenido principal

Los estrenos de un vistazo (15 de abril)

Podría ser el películón.
Tal y como esperaba, la sección en la que comento las novedades de la cartelera ha herido alguna susceptibilidad, pero también ha despertado las simpatías de los que se la toman como un juego. Recordad: no he visto ninguno de los films valorados. Se trata, simple y llanamente, de compartir mi sistema para decidir qué película merece la pena ir a ver al cine. ¿El secreto? Muchas películas en la retina, algo de oficio en la crítica y bastante de documentación.

En vísperas de la Semana Santa, las distribuidoras han sido cautas a la hora de lanzar novedades interesantes. Al contrario que la semana pasada, sobresalen dos películas de entre el ramillete de estrenos. Sin embargo, por motivos distintos, ni una ni otra pasarán a la historia del séptimo arte.

A mí particularmente me gustaría ver las dos. Me refiero a lo nuevo de Duncan Jones (Moon), Código fuente, porque promete un espectáculo de ciencia ficción sesuda, y Carlos, el biopic del temible chacal, que ha sido podada casi a la mitad para quedarse en 2 horas y media del material destinado en principio a una serie de televisión. Del resto no me interesa nada.

Código Fuente

Dirigida por Duncan Jones. Interpretada por Jake Gyllenhaal, Michelle Monaghan, etc.

Viajes en el tiempo, desafíos intelectuales y diversos momentos de thriller altamente voltaíco para mantenerte pegado en la butaca. Esto, amigo, hay que verlo desde una butaca de cine. Me temo que mucha gente saldrá espantada del centro comercial si se esperaba algo menos bizarro. Aconsejan no tomársela al pie de la letra.
Caperucita Roja (¿A quién tienes miedo?)

Dirigida por Catherine Hardwicke. Interpretada por Amanda Seyfried, Shiloh Fernandez, etc.

Tiene toda la pinta de un ejercicio hueco de reciclaje de materiales viejos para nuevos espectadores. La historia original, trasladada a ritmo de thriller para adolescentes con hombres lobo y bosques de videoclip, sólo tiene un destino: el aburrimiento.

Carlos

Dirigida por Olivier Assayas. Interpretada por Édgar Ramírez, Alexander Beyer, etc.

Esforzado retrato de las andanzas del terrorista Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos. Al parecer, su pase por el circuito de festivales atrajo el interés de los críticos, aunque ya venía podada, pues el proyecto iba destinado a convertirse en una serie de televisión. Ahora, la han tenido que recortar más para su estreno en salas comerciales. A pesar de las ausencias, que se notarán, merece la pena si te gusta el cine con sabor a intriga y cuerpo de documental.

Una dulce mentira

Dirigida por Pierre Salvadori. Interpretada por Audrey Tautou, Nathalie Baye, etc.

No debería dejar de ser una comedia romántica más. Su aparente distancia con respecto a los productos made in Hollywood quizá se deba más a un defecto de forma (o de presupuesto) que a un acierto.
Hop

Dirigida por Tim Hill

Dibujitos con personas, esa mezcla letal que raramente repercute en el bien del espectador. Me temo que no es La bruja novata, ni siquiera ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Recuerda más a intentos como Space Jam, pero con más traca de fondo, si cabe.
Justin Bieber: Never Say Never

Perpetrada por Jon Chu

Es el único estreno al que me tendrían que llevar esposado y con un par de motosierras apuntando a los párpados. Se comercializa como documental, pero es un panegírico infumable de este cantamañanas heredero de todos los niños que cantan, desde Joselito a Hannah Montana.
Cartas a Dios

Una incógnita. Explico por qué. Cada vez que se estrena una película con aires de espiritualidad o, directamente, un mensaje religioso, como es el caso, los críticos se posicionan según sus creencias. Mal por ellos y por sus lectores, porque no están siendo profesionales. Y si te fías de las opiniones de los espectadores, casi que peor, porque los beatos son muy cumplidores y enseguida rellenan Internet con sus enormes listas de clichés cinematográficos que alaban cada uno de los minutos del film. Me mantendré cauto: si detestas todo lo que huela a religión, quédate en casa.



Conclusiones:


El peliculón: Quizá Carlos, pero con muchos interrogantes

El blockbuster para gafapastas: Código fuente

Las tentaciones del adolescente: Caperucita roja y Justin Bieber...

La más romanticona: Una dulce mentira

La procesión va por fuera: Cartas a Dios

La de los peques: Hop

La peor: Justin Bieber: Never say never

NOTA: Este artículo no tiene ningún valor. Su credibilidad es ninguna. Pero se trata del método que yo utilizo antes de ir al cine: leer algunas críticas, ver unas cuantas imágenes, curiosear sobre sus creadores, actores, etc. y, si expusiera mis conclusiones de forma breve, más o menos quedaría como escribí arriba. Si no te gusta la idea, piensa en El método Estivil. Todos los papás y mamás se interesan por lo que dice ese hombre en sus libros (clonados unos de otros) y nadie se ha parado a pensar si realmente lo aplicó a sus hijos o no. El caso es que funcione. Según vaya viendo las películas, añadiré una línea encabezada por la palabra ACTUALIZACIÓN en la que resumiré mi crítica del film para ver si se adecua a mi pronóstico inicial.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Dos grandes pintores para una ciudad pequeña

Una obra de Alguacil que recuerda a Monet. En la calle Pizarro de La Vila Joiosa, probablemente una de las arterias principales de la ciudad (o pueblo, los que me habéis leído sabéis que los uso indistintamente en referencia a mi lugar de nacimiento) hay abierto desde tiempos inmemoriales un taller de un gran pintor: Evaristo Alguacil. Casi sin anunciarse, muchos aficionados a la pintura han insistido hasta recibir sus clases y quién más o quién menos conoce lo más representativo de su trabajo, sobre todo al óleo, principalmente esas marinas tan personales, tan vileras y universales al mismo tiempo. Sin embargo, pocos, en relación a la categoría del artista, conocen bien la obra de Alguacil. Creen que es un señor que repite cuadros sobre las casas de colores representativas de La Vila o se dedica solamente al puerto y sus barcos de pesca. Es cierto, y él lo reconoce, que son parte de su sello personal y la gente aprecia estas pinturas por dos motivos: por su calidad y, además,