Ir al contenido principal

Los ojos de Belén Rueda

"Los ojos de Julia" carece de la estética gótica de “El orfanato” y tiene más de thriller de suspense que de película de terror psicológico. Empiezo así, porque es lógico que busques los puntos de conexión entre ambos trabajos.

Es, ante todo, una honrosa muestra de que se puede filmar cine español, en este caso casi diría catalán, de gran calidad. Así que ya podemos desterrar el mito que nos lanza como una flecha al cine norteamericano cuando necesitamos emociones fuertes.

En cierta medida, es una película clásica. A mí me ha recordado a varias películas de Hitchcock, en concreto, “Crimen perfecto”, “Vértigo”, “La ventana indiscreta”, “Psicosis” y “Frenesí”. Casi nada (y te reto a que encuentres más, porque no me extrañaría que el director, Guillem Morales, hubiese introducido más "homenajes").
No puedo explicarte en qué me baso para captar estas referencias sin estropearte el final del film, aunque también te puedo decir que tambié recuerda a “Blow up” de Antonioni y a cierta película bizarra en la que aparece Robin Williams como malvado y que mejor que no recuerdes porque te estropearé parte de la trama.

Hasta casi la parte final de la película, el elemento que domina el film es el suspense. El espectador sabe o intuye dónde está la clave, pero la protagonista, una soberbia y bellísima Belén Rueda, da palos de ciego (literalmente).

La historia fluye, a pesar de que no es complicado adivinar qué sucederá a continuación de cada susto, porque una gran baza de Los ojos de Julia es saber qué es verdad y qué sucede en la imaginación revuelta de la protagonista.

Quizá se le puede achacar a la película cierta propensión a suspender la credibilidad: ni Julia ni su pareja Isaac parecen tener amigos ni familiares más allá que Sara, la hermana de Julia. Ni se explican por las leyes de la física los encontronazos del alma en pena (dejémoslo aquí) que atormenta a Julia. Aparte, hay escenas muy extrañas, como el momento en que Julia se cuela en un vestuario de ciegas desnudas que, precisamente, hablan de su hermana.

Sin embargo, el film entretiene de principio a fin. Aparte de los consabidos chirridos, portazos y presencias impactantes con el dolby surround a tope, la historia engancha por sí sola.
Patina la historia, también es cierto, en la cantidad de casualidades y encuentros fortuitos de una Julia que jamás se detiene un momento en su búsqueda de la verdad. Con todo, la cámara siempre está dónde debe y el apartado técnico consigue igualalar a la anterior producción de Rodar y Rodar y Guillermo del Toro, excepto en los decorados y la fotografía (que no alcanzan el esteticismo de El orfanato, pero ni mucho menos están mal).

No pienso reproducir el argumento, que para eso están las miles de páginas que han copiado y pegado el texto de la distribuidora. Si acaso apuntar que un posible tema central de la película (ya ves que no está hueco) es la importancia de la mirada, más que de la vista en sí. La perspectiva, según los artífices de esta película, lo es todo. Y yo coincido a un 80 por ciento, numerito arriba, numerito abajo.

No sé si Los ojos de Julia pasará a la historia (supongo que no), pero da lo que promete: una intensa y extensa cinta de suspense con un misterio de ultratumba (o no).

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Dos grandes pintores para una ciudad pequeña

Una obra de Alguacil que recuerda a Monet. En la calle Pizarro de La Vila Joiosa, probablemente una de las arterias principales de la ciudad (o pueblo, los que me habéis leído sabéis que los uso indistintamente en referencia a mi lugar de nacimiento) hay abierto desde tiempos inmemoriales un taller de un gran pintor: Evaristo Alguacil. Casi sin anunciarse, muchos aficionados a la pintura han insistido hasta recibir sus clases y quién más o quién menos conoce lo más representativo de su trabajo, sobre todo al óleo, principalmente esas marinas tan personales, tan vileras y universales al mismo tiempo. Sin embargo, pocos, en relación a la categoría del artista, conocen bien la obra de Alguacil. Creen que es un señor que repite cuadros sobre las casas de colores representativas de La Vila o se dedica solamente al puerto y sus barcos de pesca. Es cierto, y él lo reconoce, que son parte de su sello personal y la gente aprecia estas pinturas por dos motivos: por su calidad y, además,