Dinamarca es un país que conozco bien y que tengo en mucha estima, porque además de ser un ejemplo de nación acogedora y civilizada, me unen a ella lazos culturales e incluso de sangre.
Qué destacar de los daneses que no sepamos todos... Son trabajadores, cordiales y saben pasárselo bien cuando es el momento. Es decir, saben ser y estar en cada momento. Esto no lo pueden decir todos los europeos.
¿Y sus gentes? Ellas y ellos igualan en altura y belleza a cualquier ciudadano del mundo. De acuerdo: el canon estético actual les sopla de de cara, pero ¿en alguna época alguien habló de la endeblez física de los daneses? Al contrario. Por citar épocas recientes, remontaron las curvas y las permanentes de los ochenta y han superado el período de auge y esplendor del falso bronceado y lo latino impostado.
Además, por seguir con los placeres de la carne, ¿quién no ha soñado con los suculentos platos daneses, sus cervezas tibias y la conjunción de lo natural y lo urbano? Por no hablar de su contacto con el mar y los barrios bohemios, siempre con medio pie en la vieja Europa y el otro medio en la callada, pero susurrante, Escandinavia.
En fin, para qué voy a seguir mintiendo: no tengo ni puñetera idea de lo que ocurre en Dinamarca. Nunca he estado allí. No he conocido en mi vida a un danés o danesa. Por tanto, eeconozco mi ignorancia total en cuanto a sus problemas, sus virtudes y sus defectos. Sin embargo, este artículo viene obligado por las circunstancias. Lo explico: en las estadísticas del blog aparecen cada día cinco usuarios fieles que se conectan desde Dinamarca. ¿Y a qué se debe este misterio?
Todo son preguntas. ¿Españoles nostálgicos del humor casposo? ¿Daneses que tratan de aprender español (con el mejor de los métodos: detectando errores en textos como los míos, plagados de faltas y sobrados de ausencias)? Me temo que la fantasía me haya vuelto a secuestrar y que todo se deba a algún motivo más pragmático, por ejemplo, que el servidor de Internet que utilizan algunos de mis amigos y familiares (los únicos que me leen) pase por Dinamarca porque a la compañía trillonaria le resulta más barato así, pero eso ya no es materia de ensueño. Por tanto, ahora no me interesa pensar que sucede algo tan horropilante.
Lo que queda claro, y lo digo en serio, es que en cuanto salga del bache económico, tendré que visitar Dinamarca, o al menos Copenhague, para superar el tópico, es decir, que allí vive una sirenita inmóvil y que los daneses gozan de un nivel de vida muy superior al nuestro. Así que amigos daneses(pensemos ahora que de verdad comparto mis divagaciones con la gente de Dinamarca), nos vemos por vuestro país cuando "low cost" signifique "barato" y mi sueldo se corresponda con el empeño y preparación que, modestia aparte, aporto.
Qué destacar de los daneses que no sepamos todos... Son trabajadores, cordiales y saben pasárselo bien cuando es el momento. Es decir, saben ser y estar en cada momento. Esto no lo pueden decir todos los europeos.
¿Y sus gentes? Ellas y ellos igualan en altura y belleza a cualquier ciudadano del mundo. De acuerdo: el canon estético actual les sopla de de cara, pero ¿en alguna época alguien habló de la endeblez física de los daneses? Al contrario. Por citar épocas recientes, remontaron las curvas y las permanentes de los ochenta y han superado el período de auge y esplendor del falso bronceado y lo latino impostado.
Además, por seguir con los placeres de la carne, ¿quién no ha soñado con los suculentos platos daneses, sus cervezas tibias y la conjunción de lo natural y lo urbano? Por no hablar de su contacto con el mar y los barrios bohemios, siempre con medio pie en la vieja Europa y el otro medio en la callada, pero susurrante, Escandinavia.
En fin, para qué voy a seguir mintiendo: no tengo ni puñetera idea de lo que ocurre en Dinamarca. Nunca he estado allí. No he conocido en mi vida a un danés o danesa. Por tanto, eeconozco mi ignorancia total en cuanto a sus problemas, sus virtudes y sus defectos. Sin embargo, este artículo viene obligado por las circunstancias. Lo explico: en las estadísticas del blog aparecen cada día cinco usuarios fieles que se conectan desde Dinamarca. ¿Y a qué se debe este misterio?
Todo son preguntas. ¿Españoles nostálgicos del humor casposo? ¿Daneses que tratan de aprender español (con el mejor de los métodos: detectando errores en textos como los míos, plagados de faltas y sobrados de ausencias)? Me temo que la fantasía me haya vuelto a secuestrar y que todo se deba a algún motivo más pragmático, por ejemplo, que el servidor de Internet que utilizan algunos de mis amigos y familiares (los únicos que me leen) pase por Dinamarca porque a la compañía trillonaria le resulta más barato así, pero eso ya no es materia de ensueño. Por tanto, ahora no me interesa pensar que sucede algo tan horropilante.
Lo que queda claro, y lo digo en serio, es que en cuanto salga del bache económico, tendré que visitar Dinamarca, o al menos Copenhague, para superar el tópico, es decir, que allí vive una sirenita inmóvil y que los daneses gozan de un nivel de vida muy superior al nuestro. Así que amigos daneses(pensemos ahora que de verdad comparto mis divagaciones con la gente de Dinamarca), nos vemos por vuestro país cuando "low cost" signifique "barato" y mi sueldo se corresponda con el empeño y preparación que, modestia aparte, aporto.
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