Con la costumbre que tienen en este país de hacerlo todo por pelotas, no me extraña que el fútbol tenga tanto éxito.
Hay gente que debe sentirse en la gloria antes de empezar los partidos, cuando ruedan por el césped decenas de bolas duras, como de cuero, golpeadas por hombres toscos, con las piernas robustas y peludas.
Desde luego que los hombres lo disfrutan. Yo creo que en el fondo buscan reafirmar su masculinidad. Y no me extraña que se utilicen el fútbol como escudo. Es el único deporte en el que nadie sale del armario. ¿Cuántos jugadores gays puedes nombrar? Que se sepa con toda seguridad, ni uno solo. Y haberlos haylos... Todo el día haciendo rondos, pases cortos, abdominales para luego acabar en la ducha... Si el roce hace el cariño, los jugadores de fútbol deben estar enamoradísimos.
Sin embargo, las que mejor se lo pasan son las mujeres.
Primero, si su pareja o amante se va al fútbol, eso ya es una alegría para ellas: ya tienen un motivo para chantajear al futbolero. Y eso vale su peso en oro.
Si el susodicho lo ve en la tele también cuenta: son minutos de la intimidad que el troglodita del hombre se atreve a robarle al tiempo de la pareja.
Algunas son muy listas, porque se quedan en el sofá y al final acaban viendo el partido. Sí, sí, puede que se pongan de morros con una revista entre las manos, pero de vez en cuando miran y, al final, lo disfrutan.
¿Y qué es lo que ven las mujeres? ¿Jugadorazos con una técnica y un posicionamiento táctico envidiables? Nada de eso. Ellas ven lo que hay: veintitantos hombres jóvenes de muy buen ver en calzones.
Las chicas (heterosexuales, se entiende) no necesitan disimular: se lo pasan pipa viendo a esos gladiadores del balompié y de vez en cuando se pueden permitir un piropo. A lo mejor piensan en el vecino cuando se maravillan por los glúteos de tal futbolista, pero el chico ni se lo imagina: ¿Y cómo se va a ligar ésta a Ronaldo? Cómo no lo secuestre...
Por tanto, las mujeres vuelven a demostrar su inteligencia con un plan sin fisuras: se ganan el derecho a una revancha, ven el partido, se regalan la vista y, para colmo, se desahogan con los piropos. Algunas incluso aprovechan la oportunidad para fantasear con otros hombres con la técnica de la gamba inventada por el barón: le quitas la cabeza al futbolista y le echas imaginación.
¿Es o no es un buen negocio? La cosa no queda ahí. ¿Qué pasa cuando pierde el equipo de un hombre? Una hecatombe.
Primero, el disgusto.
Luego, molestias estomacales, o sea, diarreas, cagalera, oro negro, etc. Por la noche, problemas para dormir, y por la mañana, para levantarse.
Y, durante todo el día... lo peor: el cachondeo de los compañeros de trabajo del equipo rival, los titulares del periódico que se ceban, porque mira que se ceban... Claro, ¿y de qué van a hablar si no? Los hombres, digo.
Lo que pasa es que esos temas metabolizan muy mal en el hombre. Un buen seguidor de su equipo somatiza cada gol y cada penalti fallado. Sacarle una tarjeta roja a su jugador favorito es como darle un pastel de cactus a un muerto de sed.
Ahora bien, ¿conoces alguna mujer con problemas de insomnio porque su equipo pierda un partido? Pues en la tele he visto a algunas llorar... En efecto, pero eso es porque saben desahogarse.
Los hombres prefieren insultar a todo lo que se mueve en el césped y cagarse en los pantalones en cuanto no tienen al hombrecillo del pito delante.
Si ese malestar se prolonga hasta la noche siguiente, la mujer obtiene dos recompensas: el sofá enterito y el mando de la tele. Además, sigue manteniendo su bono de la revancha, porque ésos, amigos, no caducan nunca.
Si la mujer tiene realmente mala leche puede levantarse del sofá, ver al hombre retorciéndose en la cama y decirle: ¿lo ves? Por culpa del fútbol otra noche que te quedas sin sexo y una falta más que te pongo. Ahora por pelotas que toda esta semana vemos en la tele lo que a mí me guste y, en cuanto a lo otro, a dos velas. Y por pelotas que será así.
pd: Pelín machista, simplón. No sé, es lo que me inspira la Paramount.
pd2: El autor del monólogo no piensa necesariamente como el personaje. De hecho, es mucho más bruto.
pd3: (22:05 pm.) Hasta hoy el único texto que ha merecido multitud de comentarios en Facebook al ser considerado el peor monólogo publicado hasta la fecha. Qué cabrones mis amigos los lectores que sólo comentan para hacer pupa. Es broma. Prometo mejorarlo. Más información en un próximo pd4.
Hay gente que debe sentirse en la gloria antes de empezar los partidos, cuando ruedan por el césped decenas de bolas duras, como de cuero, golpeadas por hombres toscos, con las piernas robustas y peludas.
Desde luego que los hombres lo disfrutan. Yo creo que en el fondo buscan reafirmar su masculinidad. Y no me extraña que se utilicen el fútbol como escudo. Es el único deporte en el que nadie sale del armario. ¿Cuántos jugadores gays puedes nombrar? Que se sepa con toda seguridad, ni uno solo. Y haberlos haylos... Todo el día haciendo rondos, pases cortos, abdominales para luego acabar en la ducha... Si el roce hace el cariño, los jugadores de fútbol deben estar enamoradísimos.
Sin embargo, las que mejor se lo pasan son las mujeres.
Primero, si su pareja o amante se va al fútbol, eso ya es una alegría para ellas: ya tienen un motivo para chantajear al futbolero. Y eso vale su peso en oro.
Si el susodicho lo ve en la tele también cuenta: son minutos de la intimidad que el troglodita del hombre se atreve a robarle al tiempo de la pareja.
Algunas son muy listas, porque se quedan en el sofá y al final acaban viendo el partido. Sí, sí, puede que se pongan de morros con una revista entre las manos, pero de vez en cuando miran y, al final, lo disfrutan.
¿Y qué es lo que ven las mujeres? ¿Jugadorazos con una técnica y un posicionamiento táctico envidiables? Nada de eso. Ellas ven lo que hay: veintitantos hombres jóvenes de muy buen ver en calzones.
Las chicas (heterosexuales, se entiende) no necesitan disimular: se lo pasan pipa viendo a esos gladiadores del balompié y de vez en cuando se pueden permitir un piropo. A lo mejor piensan en el vecino cuando se maravillan por los glúteos de tal futbolista, pero el chico ni se lo imagina: ¿Y cómo se va a ligar ésta a Ronaldo? Cómo no lo secuestre...
Por tanto, las mujeres vuelven a demostrar su inteligencia con un plan sin fisuras: se ganan el derecho a una revancha, ven el partido, se regalan la vista y, para colmo, se desahogan con los piropos. Algunas incluso aprovechan la oportunidad para fantasear con otros hombres con la técnica de la gamba inventada por el barón: le quitas la cabeza al futbolista y le echas imaginación.
¿Es o no es un buen negocio? La cosa no queda ahí. ¿Qué pasa cuando pierde el equipo de un hombre? Una hecatombe.
Primero, el disgusto.
Luego, molestias estomacales, o sea, diarreas, cagalera, oro negro, etc. Por la noche, problemas para dormir, y por la mañana, para levantarse.
Y, durante todo el día... lo peor: el cachondeo de los compañeros de trabajo del equipo rival, los titulares del periódico que se ceban, porque mira que se ceban... Claro, ¿y de qué van a hablar si no? Los hombres, digo.
Lo que pasa es que esos temas metabolizan muy mal en el hombre. Un buen seguidor de su equipo somatiza cada gol y cada penalti fallado. Sacarle una tarjeta roja a su jugador favorito es como darle un pastel de cactus a un muerto de sed.
Ahora bien, ¿conoces alguna mujer con problemas de insomnio porque su equipo pierda un partido? Pues en la tele he visto a algunas llorar... En efecto, pero eso es porque saben desahogarse.
Los hombres prefieren insultar a todo lo que se mueve en el césped y cagarse en los pantalones en cuanto no tienen al hombrecillo del pito delante.
Si ese malestar se prolonga hasta la noche siguiente, la mujer obtiene dos recompensas: el sofá enterito y el mando de la tele. Además, sigue manteniendo su bono de la revancha, porque ésos, amigos, no caducan nunca.
Si la mujer tiene realmente mala leche puede levantarse del sofá, ver al hombre retorciéndose en la cama y decirle: ¿lo ves? Por culpa del fútbol otra noche que te quedas sin sexo y una falta más que te pongo. Ahora por pelotas que toda esta semana vemos en la tele lo que a mí me guste y, en cuanto a lo otro, a dos velas. Y por pelotas que será así.
pd: Pelín machista, simplón. No sé, es lo que me inspira la Paramount.
pd2: El autor del monólogo no piensa necesariamente como el personaje. De hecho, es mucho más bruto.
pd3: (22:05 pm.) Hasta hoy el único texto que ha merecido multitud de comentarios en Facebook al ser considerado el peor monólogo publicado hasta la fecha. Qué cabrones mis amigos los lectores que sólo comentan para hacer pupa. Es broma. Prometo mejorarlo. Más información en un próximo pd4.
Comentarios
Jo crec que el monòleg no està ben fet, però el revisaré un dia d'aquests i posaré en el títol (revisión X).
Ara mateix no m'apeteix i ja tinc el blog carregat d'entrades programades.
Gràcies amic.
Pd: catalans, aquest text vol estar escrit en valencià. No és que m'haja deixat la flexió verbal en el WC.