Todos los temas en este país tienen que pasar por el binomio PP-PSOE.
No hay forma de dar tu opinión en contra de la versión oficial del partido en el que te hayan ubicado. En cuanto dejas caer tu libre opinión, alguien te recuerda que el partido (tu supuesto partido) recomienda lo contrario. ¿Y qué? ¿Desde cuándo cobro una nómina del PP o del PSOE?
En España casi todo el mundo se considera parte de un partido, aunque no se haya afiliado nunca, como es mi caso. Por consiguiente, creen que los demás también están a la que cae para castigar a los que cambien de opinión respecto al partido. Te esperan agazapados y te encuentran porque al libre flujo de pensamientos le llaman contradicción. Sólo algunos animales y todas las piedras actúan conforme a la contradicción, me dan ganas de decirles, pero caigo en la trampa y acabo siguiéndoles el juego.
Si quieres ubicarte en un espacio donde se abracen la cultura, el progreso y la preocupación por los que van detrás de ti, entonces te llaman socialista, sociata, etc. Y lo fácil es perder la partida, porque partes con desventaja.
Los que se sienten cómodos bajo la etiqueta PP no tienen por qué preocuparse de ocultar sus cartas: todo el mundo sabe que ellos creen en el libre comercio, en el éxito y fracaso, en el tanto tienes tanto vales, en los estados policiales, en la necesaria corrupción, en el control ideológico de un grupo religioso, en el militarismo, en la estirpe y en la raza de unos políticos que nunca dimiten, nunca disienten, nunca les tiembla el pulso.
Así cualquiera gana la partida. Por el contrario, la mayoría de simpatizantes de eso que llaman izquierda española, que es un triste centro europeo, el PSOE, se jactan de poder disentir de sus dirigentes. De modo que se cae en una paradoja: se valora la crítica a las líneas oficiales, pero se castiga la disidencia con respecto a los grupos pequeños, sobre todo en lo que refiere a la pequeñez del pensamiento de un solo individuo. Por eso es inevitable caer en la contradicción, en el descrédito. Como si no hubiera nada peor que ir en contra de la mano que supuestamente te da de comer.
Además, como la legitimidad ética va asociada a la falsa izquierda española, cada una de las personas englobadas en el sector socialista paga las consecuencias de los errores y maldades de los que verdaderamente mandan en el PSOE.
Digo yo que estaría bien que en este país se pudiera hablar de los temas importantes, más allá del binomio político. Y creo que hoy por hoy es imposible, que está todo el tinglado montado para evitar esa sanidad democrática. Las pautas las marcan los medios de comunicación, bien atrincherados en sus posiciones. A ellos les va bien la polarización. Para ellos sólo somos clientes. Piénsalo bien, si tuvieras una empresa ¿no te gustaría saber que la mitad de tu barrio pertenece al grupo A y la otra al grupo B? Basta con que te dediques a uno de los dos grupos hasta el fin de tus días, sin escisiones. Siempre obtendrás ganancias.
Si, además, obtienes parte de A y de B, como suele suceder cada día más gracias a la hiperglobalización, entonces te forras.
Ya sé que por hablar mal de la supuesta libre economía, el péndulo, me ubicas en el pozo de la vieja izquierda (IU) o en el pozo ciego de la fotocopia de la centroizquierda europea, que es el PSOE. Pues te equivocas: de hecho, no creo en los partidos políticos tal y como están montados (me refiero a la estructura piramidal) y, mucho menos, en el bipartidismo.
A los indocumentados de siempre les da lo mismo: o eres del PP o del PSOE. Porque presuponen que quiero ser alguien en la vida. Quizá si tuviera diez años menos y unos cuantos piercings por la jeta ni siquiera me dejarían tener dos planos. Sería unidimensional, o sea, de IU. Por tanto, la lógica interna, tan pobre como automatizada, de la mayoría de los (que a nadie se le olvide) votantes de este país me ubicarían tranquilamente en el PSOE.
¿Y qué la vamos a hacer? Si de veras fuese comunista, intentaría reeducarlos. Si, en cambio, me autodenominara liberal (o sea, de derechas) los llamaría "tontos del culo" y los obviaría sin más. De ser socialista seguramente les propondría una denominación más moderna, como por ejemplo "progresista europeísta", sin perder la sonrisa.
Sospecho, de todas formas, que para algunos ya soy el "sociata" que escribe cosas...
Por lo pronto, al próximo que me llame "sociata" le enseñaré la cartera y le propondré una apuesta: si consigue encontrar mi carné del PSOE le invito a cenar donde quiera. Si esto no basta, le tendré que avergonzar diciéndole la verdad, que leo más prensa internacional que española, que empiezo a pasar bastante de su rueda de hámster y que por mí se puede quedar con su apocado binomio y, de paso, con su idea de España, la bandera, el himno y la copa del Mundial de fútbol. Nada de eso me pertenece.
La putada es que viviendo en España el bombardeo intoxicador es constante, sobre todo por parte del PP, que acapara más medios. Normal, teniendo en cuenta que estos medios están en manos de empresarios. ¿A qué grupo apoyarías si manejaras mucha pasta? Si no te convence, date un garbeo por los quioscos, por las emisoras de radio, por los canales de televisión: ganará el partido que más medios afines acapara. A día de hoy, como dije antes, compruebo una ligera ventaja del PP, pero seguro que tú ya has hecho tus cálculos.
Hasta que encuentre la manera de emigrar a un país maduro, trataré de tomar mis propias decisiones esquivando las tenazas gigantes que amenazan con atraparme por el pescuezo y devolverme a la casilla del PSOE histórico con sus carreteras, su GAL, sus Roldanes, su alianza de civilizaciones y todo lo que han hecho mal, bien y regular.
Por lo menos, ahora PP y PSOE están de acuerdo en algo: en la enésima Cruzada. No saben lo bien que le va a mi discurso (es un decir, pues asistir a otra guerra imperalista no es ningún placer), porque yo estoy en contra de cualquier tutelaje internacional selectivo sobre un país soberano por medio de las armas. ¿A quién quieren engañar? Si quisieran, ya le habrían volado la cabeza a Gadafi. ¿Que soy muy bestia? Bueno, un dictador muerto en lugar de miles de fallecidos y heridos, la mayoría inocentes, no me parece una mala opción. Ya la he jodido bien: esto no se atreve a decirlo nadie del PSOE ni del PP. Ni siquiera Llamazares. A ver si consigo instalarme en el limbo de una vez. Todo sea por no escuchar la cantinela de siempre.
No hay forma de dar tu opinión en contra de la versión oficial del partido en el que te hayan ubicado. En cuanto dejas caer tu libre opinión, alguien te recuerda que el partido (tu supuesto partido) recomienda lo contrario. ¿Y qué? ¿Desde cuándo cobro una nómina del PP o del PSOE?
En España casi todo el mundo se considera parte de un partido, aunque no se haya afiliado nunca, como es mi caso. Por consiguiente, creen que los demás también están a la que cae para castigar a los que cambien de opinión respecto al partido. Te esperan agazapados y te encuentran porque al libre flujo de pensamientos le llaman contradicción. Sólo algunos animales y todas las piedras actúan conforme a la contradicción, me dan ganas de decirles, pero caigo en la trampa y acabo siguiéndoles el juego.
Si quieres ubicarte en un espacio donde se abracen la cultura, el progreso y la preocupación por los que van detrás de ti, entonces te llaman socialista, sociata, etc. Y lo fácil es perder la partida, porque partes con desventaja.
Los que se sienten cómodos bajo la etiqueta PP no tienen por qué preocuparse de ocultar sus cartas: todo el mundo sabe que ellos creen en el libre comercio, en el éxito y fracaso, en el tanto tienes tanto vales, en los estados policiales, en la necesaria corrupción, en el control ideológico de un grupo religioso, en el militarismo, en la estirpe y en la raza de unos políticos que nunca dimiten, nunca disienten, nunca les tiembla el pulso.
Así cualquiera gana la partida. Por el contrario, la mayoría de simpatizantes de eso que llaman izquierda española, que es un triste centro europeo, el PSOE, se jactan de poder disentir de sus dirigentes. De modo que se cae en una paradoja: se valora la crítica a las líneas oficiales, pero se castiga la disidencia con respecto a los grupos pequeños, sobre todo en lo que refiere a la pequeñez del pensamiento de un solo individuo. Por eso es inevitable caer en la contradicción, en el descrédito. Como si no hubiera nada peor que ir en contra de la mano que supuestamente te da de comer.
Además, como la legitimidad ética va asociada a la falsa izquierda española, cada una de las personas englobadas en el sector socialista paga las consecuencias de los errores y maldades de los que verdaderamente mandan en el PSOE.
Digo yo que estaría bien que en este país se pudiera hablar de los temas importantes, más allá del binomio político. Y creo que hoy por hoy es imposible, que está todo el tinglado montado para evitar esa sanidad democrática. Las pautas las marcan los medios de comunicación, bien atrincherados en sus posiciones. A ellos les va bien la polarización. Para ellos sólo somos clientes. Piénsalo bien, si tuvieras una empresa ¿no te gustaría saber que la mitad de tu barrio pertenece al grupo A y la otra al grupo B? Basta con que te dediques a uno de los dos grupos hasta el fin de tus días, sin escisiones. Siempre obtendrás ganancias.
Si, además, obtienes parte de A y de B, como suele suceder cada día más gracias a la hiperglobalización, entonces te forras.
Ya sé que por hablar mal de la supuesta libre economía, el péndulo, me ubicas en el pozo de la vieja izquierda (IU) o en el pozo ciego de la fotocopia de la centroizquierda europea, que es el PSOE. Pues te equivocas: de hecho, no creo en los partidos políticos tal y como están montados (me refiero a la estructura piramidal) y, mucho menos, en el bipartidismo.
A los indocumentados de siempre les da lo mismo: o eres del PP o del PSOE. Porque presuponen que quiero ser alguien en la vida. Quizá si tuviera diez años menos y unos cuantos piercings por la jeta ni siquiera me dejarían tener dos planos. Sería unidimensional, o sea, de IU. Por tanto, la lógica interna, tan pobre como automatizada, de la mayoría de los (que a nadie se le olvide) votantes de este país me ubicarían tranquilamente en el PSOE.
¿Y qué la vamos a hacer? Si de veras fuese comunista, intentaría reeducarlos. Si, en cambio, me autodenominara liberal (o sea, de derechas) los llamaría "tontos del culo" y los obviaría sin más. De ser socialista seguramente les propondría una denominación más moderna, como por ejemplo "progresista europeísta", sin perder la sonrisa.
Sospecho, de todas formas, que para algunos ya soy el "sociata" que escribe cosas...
Por lo pronto, al próximo que me llame "sociata" le enseñaré la cartera y le propondré una apuesta: si consigue encontrar mi carné del PSOE le invito a cenar donde quiera. Si esto no basta, le tendré que avergonzar diciéndole la verdad, que leo más prensa internacional que española, que empiezo a pasar bastante de su rueda de hámster y que por mí se puede quedar con su apocado binomio y, de paso, con su idea de España, la bandera, el himno y la copa del Mundial de fútbol. Nada de eso me pertenece.
La putada es que viviendo en España el bombardeo intoxicador es constante, sobre todo por parte del PP, que acapara más medios. Normal, teniendo en cuenta que estos medios están en manos de empresarios. ¿A qué grupo apoyarías si manejaras mucha pasta? Si no te convence, date un garbeo por los quioscos, por las emisoras de radio, por los canales de televisión: ganará el partido que más medios afines acapara. A día de hoy, como dije antes, compruebo una ligera ventaja del PP, pero seguro que tú ya has hecho tus cálculos.
Hasta que encuentre la manera de emigrar a un país maduro, trataré de tomar mis propias decisiones esquivando las tenazas gigantes que amenazan con atraparme por el pescuezo y devolverme a la casilla del PSOE histórico con sus carreteras, su GAL, sus Roldanes, su alianza de civilizaciones y todo lo que han hecho mal, bien y regular.
Por lo menos, ahora PP y PSOE están de acuerdo en algo: en la enésima Cruzada. No saben lo bien que le va a mi discurso (es un decir, pues asistir a otra guerra imperalista no es ningún placer), porque yo estoy en contra de cualquier tutelaje internacional selectivo sobre un país soberano por medio de las armas. ¿A quién quieren engañar? Si quisieran, ya le habrían volado la cabeza a Gadafi. ¿Que soy muy bestia? Bueno, un dictador muerto en lugar de miles de fallecidos y heridos, la mayoría inocentes, no me parece una mala opción. Ya la he jodido bien: esto no se atreve a decirlo nadie del PSOE ni del PP. Ni siquiera Llamazares. A ver si consigo instalarme en el limbo de una vez. Todo sea por no escuchar la cantinela de siempre.
Comentarios
El partido al que yo vote tendrá que reconocer eso y proponer una solución. Y si nos tenemos que salir de Europa, pues nos salimos. Si alguien encuentra un partido coherente con esa propuesta en su programa, le digo, por favor, que lo cite en este mismo foro.
La esperanza es lo primero que tiembla...