La loba piensa: "nunca serás normal" |
De un tiempo a esta parte me da por querer congraciarme con todos mis enemigos, que no son pocos, y que no casan con mi autoconcepto de buena persona. Quiero pensar que es normal, porque a más gente le ocurre. Es decir, uno pierde y gana amigos sin querer. Por ataques deliberados me habré granjeado un par de enemigos en toda mi vida. Por errores habré perdido muchas amistades (sin odio ni rencor). Y algún enemigo me ha caído porque era inevitable. Supongo que el mío no es un caso especial.
Trato de disfrazar mi frustración enseñándole a mis alumnos, por los pasillos, en el patio, que no existen las variables éxito y fracaso, que son fruto de una doctrina anormal que ha invadido la sociedad. Y sé que no soy un profesor normal.
Dedico a este blog todo mi potencial de pensador y escritor en lugar de ocuparme de las personas que me rodean o de planes mucho más fructíferos económicamente. Sé que es lo normal en los escritores que empiezan a encanecer y que nunca han publicado nada serio. A más gente le ocurre, seguro. El mundo está lleno de personas que piensan y saben escribir. Es lo normal.
No sé cómo puede ser que mi padre a mi edad, 35 años largos, estuviera ya de vuelta con su gran obra (sus grandes obras de cemento y hormigón) medio hecha, sus dos hijos, su mujer, su casa y sus ideas claras. Y me dicen por ahí que antes era lo normal.
Cuanto más me pierdo en mis reflexiones, sin anclajes reconocidos, más me encuentro. De nuevo, tengo la sospecha de que no soy normal. Y, por dentro sonrío, muy muy adentro, y creo, tonto de mí, que ser anormal equivale a ser especial.
Soy escritor porque yo mismo me lo he impuesto. Tal debería ser la fuerza de la palabra. Pero no es verdad. Tampoco consigo ser más normal al reconocer mi anómala condición. Y me blindo, ahora, para esperar que nadie me consuele diciendo que también a ella o a él le ocurre lo mismito que cuento aquí. Para que no concluya que somos normales, porque eso sería lo normal y, muchas veces, “lo normal” equivale a la mentira.
Comentarios
En el fondo hacemos lo que podemos y lo que nos dejan, nuestro margen de libertad es ínfimo. Nos gusta sentirnos encajar en un grupo u otro, sentir que muchos tienen inquietudes parecidas, incluso aquellos que vayan de rebeldes o solitarios.
La mayoría de la gente hace lo que puede. Incluso cuando no lo parece.
Y, te doy la razón, cada uno de nosotros por sí mismo, sin los demás, es poco más que una mota de polvo.