Hace pocos días se retiraba uno de los maestros indiscutibles de la música contemporánea. El otro día Phil Collins anunció que dejaba la escena y apenas mereció una breve mención dentro del amplio saco de curiosidades de los noticiarios, junto al oso que irrumpe en una tienda de Wisconsin.
Parecía que el programa de Buenafuente (8-3-11) iba a arreglar el desaguisado, pero su humor de fina seda blanca se convirtió en una estriada media de carnaval. Berto lo imitó sin gracia mientras aparecían imágenes destacando en varios planos la calva de Phil Collins como si se tratara de la alopecia más rara del mundo (¿dónde estaban cuando todo el mundo decía que Xavier Deltell era el doble español de Phil Collins). Peor aún, como si no hubieran salido nunca a la calle (de calvas ridículas andan sobradas las calles), o no se hubieran fijado en ejemplos de calvas realmente extrañas como la de Zidane.
Tampoco hicieron gracietas a propósito de su sordera, que ya puestos, siempre da juego en un músico, al igual que resultan cruelmente graciosos los pintores ciegos.
De toda su carrera musical los poco inspirados guionistas del Terrat hicieron chistes a costa de Sussudio y su significado, y se mofaron de la fácil melodía de Another day in Paradise. Fácil en los ochenta, ¿ahora quién compone una pieza así?
Ninguna mención a su paso por Genesis, nada sobre su colección de himnos inmortales, ni sobre su honrosa despedida del show business.
Seguramente ignoran que en 2010 sacó un disco titulado Going back, y que es un monumento al ritmo más genuino de la revolución del rock negro. En su último disco homenajea el sonido motown de los sesenta y setenta con tanta solvencia que demuestra que hay que ir por la vida con algo más que un oído afinado para construir un álbum tan soberbio. Es cierto, todas las canciones son clásicos. O sea, no ha compuesto ni un solo de los temas. Es más, sus más feroces críticos no vieron con buenos ojos que casi calcara las versiones gracias a la participación de los genuinos The Funk Brothers.
Sin embargo, a Phil Collins no le perdonaron que cantara temas de otros. Un aspecto que los críticos nunca tendrían en cuenta a Elvis Presley o Frank Sinatra, que en sus extensas carreras no llegaron a componer ni un cinco por ciento de los temas. Todo lo contrario que Phil Collins. Por no hablar de su diligencia a la hora de tocar un instrumento.
Creo que tengo derecho a cabrearme. Vaya mierda de despedida le dieron a Phil Collins en las televisiones. Como si no se tratara de un artista que ha transitado desde el rock progresivo hacia el rock pasando por el pop, el R&B, el soul y la composición para bandas sonoras.
Confundido, enciendo la radio y veo bastante improbable que Rihanna, Duffy, Lady Gaga y compañía escriban algo que se parezca a In the air tonight, Mama, Home by the sea, Invisible Touch, etc. Ni siquiera creo que igualen una interpretación como la que el señor Collins nos regala en su último álbum de (Love is like a) Heatwave cuando los signos de su sordera, la vértebra dislocada y los problemas nerviosos ya eran evidentes (sobre todo para tocar la batería).
Sin embargo, mañana, pasado y al tercer día se hablará de ellas justo antes de los deportes. Si los Jonas Brothers, Justin Timberlake o el recién llegado y totalmente prescindible Justin Bieber se lo permiten. Y nosotros a a cerrar la boca porque ya no nos cabe más mierda.
A todo esto el disco Going Back merece mucho la pena. Sólo por la selección de temas ya podría pasar por una de las mejores recopilaciones del sonido motown. Además, suena de muerte.
Parecía que el programa de Buenafuente (8-3-11) iba a arreglar el desaguisado, pero su humor de fina seda blanca se convirtió en una estriada media de carnaval. Berto lo imitó sin gracia mientras aparecían imágenes destacando en varios planos la calva de Phil Collins como si se tratara de la alopecia más rara del mundo (¿dónde estaban cuando todo el mundo decía que Xavier Deltell era el doble español de Phil Collins). Peor aún, como si no hubieran salido nunca a la calle (de calvas ridículas andan sobradas las calles), o no se hubieran fijado en ejemplos de calvas realmente extrañas como la de Zidane.
Tampoco hicieron gracietas a propósito de su sordera, que ya puestos, siempre da juego en un músico, al igual que resultan cruelmente graciosos los pintores ciegos.
De toda su carrera musical los poco inspirados guionistas del Terrat hicieron chistes a costa de Sussudio y su significado, y se mofaron de la fácil melodía de Another day in Paradise. Fácil en los ochenta, ¿ahora quién compone una pieza así?
Ninguna mención a su paso por Genesis, nada sobre su colección de himnos inmortales, ni sobre su honrosa despedida del show business.
Seguramente ignoran que en 2010 sacó un disco titulado Going back, y que es un monumento al ritmo más genuino de la revolución del rock negro. En su último disco homenajea el sonido motown de los sesenta y setenta con tanta solvencia que demuestra que hay que ir por la vida con algo más que un oído afinado para construir un álbum tan soberbio. Es cierto, todas las canciones son clásicos. O sea, no ha compuesto ni un solo de los temas. Es más, sus más feroces críticos no vieron con buenos ojos que casi calcara las versiones gracias a la participación de los genuinos The Funk Brothers.
Sin embargo, a Phil Collins no le perdonaron que cantara temas de otros. Un aspecto que los críticos nunca tendrían en cuenta a Elvis Presley o Frank Sinatra, que en sus extensas carreras no llegaron a componer ni un cinco por ciento de los temas. Todo lo contrario que Phil Collins. Por no hablar de su diligencia a la hora de tocar un instrumento.
Creo que tengo derecho a cabrearme. Vaya mierda de despedida le dieron a Phil Collins en las televisiones. Como si no se tratara de un artista que ha transitado desde el rock progresivo hacia el rock pasando por el pop, el R&B, el soul y la composición para bandas sonoras.
Confundido, enciendo la radio y veo bastante improbable que Rihanna, Duffy, Lady Gaga y compañía escriban algo que se parezca a In the air tonight, Mama, Home by the sea, Invisible Touch, etc. Ni siquiera creo que igualen una interpretación como la que el señor Collins nos regala en su último álbum de (Love is like a) Heatwave cuando los signos de su sordera, la vértebra dislocada y los problemas nerviosos ya eran evidentes (sobre todo para tocar la batería).
Sin embargo, mañana, pasado y al tercer día se hablará de ellas justo antes de los deportes. Si los Jonas Brothers, Justin Timberlake o el recién llegado y totalmente prescindible Justin Bieber se lo permiten. Y nosotros a a cerrar la boca porque ya no nos cabe más mierda.
A todo esto el disco Going Back merece mucho la pena. Sólo por la selección de temas ya podría pasar por una de las mejores recopilaciones del sonido motown. Además, suena de muerte.
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