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Falsedad y ficción: nada que ver

A raíz de las críticas recibidas por el post anterior, un monólogo hecho con prisas y sin mucha convicción (la verdad sea dicha); me gustaría compartir una reflexión.

Cualquier ficción, por elementos imaginarios que incluya, debe contener una gran dosis de verdad.

Supongo que hay que ser un grandísimo escritor para poder acometer un texto sin poner parte de uno mismo en lo que se escribe.

Tengo la sensación, de todas formas, que esa impostura sólo está en manos de muy pocos genios. Se me ocurren ejemplos muy representativos. Pocos dirían, sin ver la portada, que "El tesoro" lo escribió el mismo autor de "Los santos inocentes" o "El camino". Al igual que le sucede a Delibes, García Márquez no está a la altura de sí mismo cuando escribió "Memoria de mis putas tristes".

No es que busque excusas, ni siquiera me consuela. Sólo trato, con toda la modestia de la que un escritorzuelo insignificante es capaz, de hallar las huellas de la escurridiza verdad.

Por eso supongo que nadie en su sano juicio confía encontrarse una visión auténtica del mundo en un libro escrito a cuatro manos. Por eso, además, los bestsellers fabricados en cadenas de montaje, a partir de pastiches y los consejos de los expertos en marketing, dejan menos poso que una gota de agua destilada.

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