Mi obligación, como profesor, es estimular a mis alumnos para que animen a estudiar Bachillerato, cuyo supuesto mejor destino es la Universidad.
Sin embargo, a mis 36 tacos, soy un sustituto (creo que ya lo he dicho alguna vez) cargado de títulos que apenas llega a fin de mes (ahí está mi currículum) y que ve cómo la Generalitat de Catalunya y el Gobierno van a recortar puestos de trabajo y medios para la Educación, justo en el momento en el que comparativamente con Europa peor estamos.
Sí, has leído bien. Hace veinte años no existian los análisis comparativos que hay hoy en día para detectar la calidad de la educación secundaria.
La nuestra no vale un pimiento. Así de claro. Y peor que irá. No sólo lo digo yo, lo dice la Unión Europea, la UNICEF, la OCDE y todos los que tenemos ojos y oídos.
Los alumnos ni siquiera aprenden la educación básica (cosas como levantar la mano en silencio para poder hablar), en parte porque en casa se dirigen a sus padres a grito pelado o incluso con insultos. Respecto a los estudios, van a por el aprobado, porque sus papás les hacen regalos sólo con que no les dejen asignaturas pendientes en septiembre.
Si han repetido ya una vez en un curso de la ESO saben con toda seguridad que pueden hacer lo que les dé la gana, porque el Sistema los va a pasar de curso con un propósito general: sacárselos de encima con el título de la ESO inmerecido en la mano.
Los demás llegarán renqueantes a Bachillerato. Se comportarán como energúmenos en primero, pero nadie los tomará muy en serio (la edad del pavo, argumentarán como doctos en la psicología del adolescente). Hasta que pasen a segundo. Ahí la cosa ya cambia. Los institutos (me gustaría saber por qué) se matan entre ellos por obtener las mejores cifras en la Selectividad, verdadera brújula de un curso estresante que pasa como un tornado por las vidas de los malcriados alumnos.
Durante segundo curso de Bachillerato tal vez se pase por la clase el paquistaní del instituto, porque nadie sabe "paquí está", que suele ser un psicopedagogo con decenas de casos diarios que llevar y al que tampoco le deben asesorar bien. En muchos centros pasa una sola vez en todo el curso y deja caer un cuestionario tipo-test que los alumnos realizan y que, se supone, el el oráculo de su futuro profesional. He visto este tipo de test y algunos dan resultados tan increíbles como "torero" o "astronauta". Muy útil. A mí, cuando hacía el extinto COU, me dieron un librito con fichas sobre las carreras disponibles. Todas eran maravillosas y prometían muchísimas salidas profesionales. Aparte, hice uno de los tests y ante mí se abrió un amplio abanico de posibilidades: desde "periodista" a "cantante". Y no se equivocó: he trabajado como periodista y cuando voy al karaoke triunfo (al menos hago reír).
Como es lógico, sin saber muy bien por qué, los estudiantes se dejan caer en cualquier grado universitario. Y de allí al paro sólo hay un paso. A no ser que opten por un máster-doctorado o un máster a secas. Más dinero. Más tiempo.
¿Y al final? El paro también. O un trabajo pésimo y mal renumerado.
Si mi hijo me pregunta algún día qué haría en su lugar, le diré que estudie para mecánico. Tendrá trabajo, ganará dinero y no saldrá más pringado que los demás.
A no ser que me acabe mudando a Finlandia, que creo que será la solución a todos mis problemas para no pensar más en el enigma de por qué en este cochino país todo va al revés, excepto el sol, la paella y la sangría. Ya ni los toros, pero al menos nos quedan las vaquillas. "¡Manda carallo!", que diría un gallego antes de emigrar a tierras más prósperas.
Sin embargo, a mis 36 tacos, soy un sustituto (creo que ya lo he dicho alguna vez) cargado de títulos que apenas llega a fin de mes (ahí está mi currículum) y que ve cómo la Generalitat de Catalunya y el Gobierno van a recortar puestos de trabajo y medios para la Educación, justo en el momento en el que comparativamente con Europa peor estamos.
Sí, has leído bien. Hace veinte años no existian los análisis comparativos que hay hoy en día para detectar la calidad de la educación secundaria.
La nuestra no vale un pimiento. Así de claro. Y peor que irá. No sólo lo digo yo, lo dice la Unión Europea, la UNICEF, la OCDE y todos los que tenemos ojos y oídos.
Los alumnos ni siquiera aprenden la educación básica (cosas como levantar la mano en silencio para poder hablar), en parte porque en casa se dirigen a sus padres a grito pelado o incluso con insultos. Respecto a los estudios, van a por el aprobado, porque sus papás les hacen regalos sólo con que no les dejen asignaturas pendientes en septiembre.
Si han repetido ya una vez en un curso de la ESO saben con toda seguridad que pueden hacer lo que les dé la gana, porque el Sistema los va a pasar de curso con un propósito general: sacárselos de encima con el título de la ESO inmerecido en la mano.
Los demás llegarán renqueantes a Bachillerato. Se comportarán como energúmenos en primero, pero nadie los tomará muy en serio (la edad del pavo, argumentarán como doctos en la psicología del adolescente). Hasta que pasen a segundo. Ahí la cosa ya cambia. Los institutos (me gustaría saber por qué) se matan entre ellos por obtener las mejores cifras en la Selectividad, verdadera brújula de un curso estresante que pasa como un tornado por las vidas de los malcriados alumnos.
Durante segundo curso de Bachillerato tal vez se pase por la clase el paquistaní del instituto, porque nadie sabe "paquí está", que suele ser un psicopedagogo con decenas de casos diarios que llevar y al que tampoco le deben asesorar bien. En muchos centros pasa una sola vez en todo el curso y deja caer un cuestionario tipo-test que los alumnos realizan y que, se supone, el el oráculo de su futuro profesional. He visto este tipo de test y algunos dan resultados tan increíbles como "torero" o "astronauta". Muy útil. A mí, cuando hacía el extinto COU, me dieron un librito con fichas sobre las carreras disponibles. Todas eran maravillosas y prometían muchísimas salidas profesionales. Aparte, hice uno de los tests y ante mí se abrió un amplio abanico de posibilidades: desde "periodista" a "cantante". Y no se equivocó: he trabajado como periodista y cuando voy al karaoke triunfo (al menos hago reír).
Como es lógico, sin saber muy bien por qué, los estudiantes se dejan caer en cualquier grado universitario. Y de allí al paro sólo hay un paso. A no ser que opten por un máster-doctorado o un máster a secas. Más dinero. Más tiempo.
¿Y al final? El paro también. O un trabajo pésimo y mal renumerado.
Si mi hijo me pregunta algún día qué haría en su lugar, le diré que estudie para mecánico. Tendrá trabajo, ganará dinero y no saldrá más pringado que los demás.
A no ser que me acabe mudando a Finlandia, que creo que será la solución a todos mis problemas para no pensar más en el enigma de por qué en este cochino país todo va al revés, excepto el sol, la paella y la sangría. Ya ni los toros, pero al menos nos quedan las vaquillas. "¡Manda carallo!", que diría un gallego antes de emigrar a tierras más prósperas.
Comentarios
Salutacions
Però d'aquí uns dies tinc programat un article escrit abans de saber els resultats que ja anticipava aquest sentiment. S'ha de parlar molt i amb gent ben informada i preparada per veure cóm millorar un sistema d'oposicions bastant aleatori. I no caure en el desànim. Gràcies per la teva aportació.