No fue hasta la primera crisis de ansiedad (ataque de pánico o como se le quiera llamar) que le tomé respeto a esta enfermedad. Hasta entonces era uno más de los temas que veía reflejados de forma superficial en las revistas que compraba mi madre. Sin embargo, se trata de un trastorno muy cabrón y que afecta a mucha más gente de la que crees. En primer lugar, te puede asaltar en cualquier momento. O sea, que la ansiedad es traicionera. Además, puede que nadie lo note aparte de ti. Por lo tanto, tendrás que conformarte con la comprensión del médico de cabecera y cuatro personas más. Para colmo, viene y va cuando quiere, pero sólo desaparece tras muchísimo tiempo de tratamientos de todo tipo, tanto psicológicos como psiquiátricos. ¿Causas? Predisposición genética, estrés continuado, falta de ejercicio, mala alimentación y, sobre todo, tu punto de vista sobre la vida. Los pesimistas lo tenemos mal. Los dubitativos también. Sólo se libran de la ansiedad las personas que se multiplican para
Opinión, cine, música, humor y mis artefactos literarios. Sígueme en Twitter: @dconsigomismo