David se sintió paralizado frente a la hoja en blanco. Por primera vez en mucho tiempo no encontraba nada de qué hablar. Pensó por un momento en criticar la actualidad, pero supuso que el lector ya estaría harto de reflexiones sobre la ley Sinde, el debate de la jubilación a los 67 años o los buenos tiempos de la telebasura. Sin embargo, las conclusiones son demasiado obvias. Son temas planos, sin ninguna profundidad: David cree que todo el mundo está sacando tajada de la piratería excepto los top-manta (no habla de los mafiosos que los explotan) y el consumidor, porque hay más asistentes que nunca en los conciertos y en los cines. Retrasar la jubilación es inhumano y un contrasentido: el ser humano no es una máquina productiva que, como antes cotizaba al alta, se podía prejubilar a los 55. Y la telebasura prevalece porque responde a la demanda de evadirse sin gastar una neurona. ¿Tan simple? A David no le cabía duda de que casi todos los temas sobre los que podía escribir tenían poco
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