Jamás escucharán un disco de Lady Ga Ga, pero también juraron en los ochenta no pasar por el aro de Madonna, hasta que la crítica se ha rendido a su longevidad y la ha santificado. Ahora ya la respetan.
La crítica musical es la única del mundo que convierte la paja en oro cuando los músicos superan los 30 años de carrera. Los críticos de cine o los literarios hacen otras tonterías, pero rara vez incurren en este proceso de validación por agotamiento. Los modernos ni se lo plantean. Vale Hombres G como grupo de referencia y vale el disco más aburrido de Pet Shop Boys, Behaviour, como clásico. Vale todo lo que pase por la bendición de los medios de referencia.
Siempre están al día y si les comentas que te gusta una canción o un grupo de, digamos, hace dos años, tuercen el morro como si les hablaras de los tiempos de la tele en blanco y negro.
Van a los conciertos en los que apenas caben ellos y cuatro más. En realidad, van a tantos conciertos que siempre podrán decir en el futuro que a tal banda o a tal cantante lo descubrieron ellos cuando nadie les hacía caso. Sin embargo, omiten el hecho de que previamente alguien les señaló con el dedo que eran el no va más, llámese revista especializada o web de referencia.
La mayoría de estos modernos abomina de la música clásica o, simplemente, la ignoran. Citan a Neil Young sin reparar en que les quedan unos cuantos meses de estudio dedicado para abarcar su vasta obra. Y si no les gusta lo ocultan con vergüenza. Lo mismo les ocurre con Bob Dylan, Tom Waits, etc.
Otra costumbre de los modernos melómanos: todo lo que suena en español es horrendo. Lo "cool" se canta en inglés. En español sólo se admiten experimentos que no sigan ninguna línea melódica o canten con el trasero como Los planetas (¡oh, sacrilegio!) o Manos de topo (aquí pocos me llevarán la contraria).
Y así van por el mundo, repitiendo como papagayos que un grupo de rock, pongamos Kings of Leon o Arcadian Fire (que me gustan a ratos, que están francamente bien, pero que no han aportado nada nuevo), es lo mejor que ha parido la industria discográfica. Y lo manifiestan en alto aunque no tengan ningún instrumento objetivo para validar la calidad de su música.
Y dirán que son el no va más, les guste o no. Eso sí, a la que pasen dos años más, ya no hablarán de ellos. La prueba del algodón revienta cuando les preguntas qué influencias ven en esos grupos. Normalmente te responde con grupos de hace menos de un año que no has oído en tu vida (y ellos recuerdan de milagro), o, en cambio, te sueltan el tópico de los Beatles, Rollings, etc. Como si realmente la música a la que santifican surgiera de la nada y hubiese llegado a descubrirnos algo.
En lo único que estaremos de acuerdo los modernos y yo es que Lady Ga Ga es un producto más de consumo rápido. Lo mismo que Madonna, aunque se le vean (¡por fin!)las arrugas.
La crítica musical es la única del mundo que convierte la paja en oro cuando los músicos superan los 30 años de carrera. Los críticos de cine o los literarios hacen otras tonterías, pero rara vez incurren en este proceso de validación por agotamiento. Los modernos ni se lo plantean. Vale Hombres G como grupo de referencia y vale el disco más aburrido de Pet Shop Boys, Behaviour, como clásico. Vale todo lo que pase por la bendición de los medios de referencia.
Siempre están al día y si les comentas que te gusta una canción o un grupo de, digamos, hace dos años, tuercen el morro como si les hablaras de los tiempos de la tele en blanco y negro.
Van a los conciertos en los que apenas caben ellos y cuatro más. En realidad, van a tantos conciertos que siempre podrán decir en el futuro que a tal banda o a tal cantante lo descubrieron ellos cuando nadie les hacía caso. Sin embargo, omiten el hecho de que previamente alguien les señaló con el dedo que eran el no va más, llámese revista especializada o web de referencia.
La mayoría de estos modernos abomina de la música clásica o, simplemente, la ignoran. Citan a Neil Young sin reparar en que les quedan unos cuantos meses de estudio dedicado para abarcar su vasta obra. Y si no les gusta lo ocultan con vergüenza. Lo mismo les ocurre con Bob Dylan, Tom Waits, etc.
Otra costumbre de los modernos melómanos: todo lo que suena en español es horrendo. Lo "cool" se canta en inglés. En español sólo se admiten experimentos que no sigan ninguna línea melódica o canten con el trasero como Los planetas (¡oh, sacrilegio!) o Manos de topo (aquí pocos me llevarán la contraria).
Y así van por el mundo, repitiendo como papagayos que un grupo de rock, pongamos Kings of Leon o Arcadian Fire (que me gustan a ratos, que están francamente bien, pero que no han aportado nada nuevo), es lo mejor que ha parido la industria discográfica. Y lo manifiestan en alto aunque no tengan ningún instrumento objetivo para validar la calidad de su música.
Y dirán que son el no va más, les guste o no. Eso sí, a la que pasen dos años más, ya no hablarán de ellos. La prueba del algodón revienta cuando les preguntas qué influencias ven en esos grupos. Normalmente te responde con grupos de hace menos de un año que no has oído en tu vida (y ellos recuerdan de milagro), o, en cambio, te sueltan el tópico de los Beatles, Rollings, etc. Como si realmente la música a la que santifican surgiera de la nada y hubiese llegado a descubrirnos algo.
En lo único que estaremos de acuerdo los modernos y yo es que Lady Ga Ga es un producto más de consumo rápido. Lo mismo que Madonna, aunque se le vean (¡por fin!)las arrugas.
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