Ni tanto ni tan poco. |
Miren, por acostumbrados que estemos a que los partidos políticos utilicen a la ciudadanía, sus calles, sus fiestas, etc. para practicar la demogagia, considero que no tenemos que darlo por bueno. Hay que plantarse ya.
El primer tema preocupante: la desunión. Gracias a dos grupos de partidos. Por una parte, PP y Ciutadans, que con sus ausencias y sus salidas de pata de banco, entre ellas la defensa numantina del castellano (como si alguien tuviera que salvarlo), sólo persiguen la fracturación de Catalunya. Es curioso que los mismos que aúllan dolidos por una España que (según ellos) se rompe en pedazos, quieran partir la sociedad catalana en dos pedazos.
En el otro lado del cuadrilatero, CIU y su comparsa (ERC y seguidores) que como siempre han sacado pecho en nombre de una independencia ¡ya!. Cuando saben que esto es imposible y, sinceramente, ahora mismo no creo que esté entre los cien temas más importantes para los catalanes. De nuevo, han construido una Diada sólo para independentistas, dejando fuera de juego a los españolistas y a la gran mayoría de catalanes, los que queremos vivir en una sociedad mejor.
Como siempre también, CIU y los demás se han acogido al revuelo causado por la torpe (torpe, porque ni los propios jueces saben cómo afecta la enseñanza en catalán a los alumnos) sentencia en contra del sistema lingüístico en catalán, pero se han dejado en el tintero otros "temillas": el paro, la precariedad en aumento de Educación y Sanidad promovida por CIU, los agravios de Interior y sus mossos de escuadra y, por qué no, el doble juego con el que CIU se burla de todos los catalanes dependiendo de que juegue en casa o en Madrid.
Por el camino, PSC e ICV se han quedado solos clamando en el desierto. Unos porque siguen siendo prisioneros de papá PSOE y los otros porque sin su pareja de hecho, en realidad, no son nada. Más flashes ha acaparado el cafrísimo alcalde de Badalona. Más publicidad para un incompetente.
A todo esto, mientras Alberto Rivera montaba su circo en una de las zonas pudientes de Barcelona, en el Passeig de Sant Joan, como cada año, había más puestecitos antiespañoles que catalanistas. Muchos de ellos demostraban su solidaridad con sus simpatizantes vendiendo camisetas a quince euros o cervezas de la tierra al triple que otra cerveza convencional. Algunos te intentaban colar viejos CD por más de lo que cuestan en cualquier tienda o libros sin ningún descuento especial ni en pos de la hermandad ni del privilegio de abrir en festivo en plena vía pública.
Incluso en un puesto se vendían banderas independentistas por 60 euros (la oficial catalana, por 20 euros menos).
A mí me gusta la fiesta, pero estoy en contra de la manipulación y del sectarismo. El cachondeo que se lleva CIU con el autogobierno y sus guiños a la independencia sólo en días señalados y ante un público selecto, como en la Diada, es inadmisible.
Yo no sé para qué coño quiere CIU el autogobierno si lo primero que ha hecho al llegar al poder ha sido darle en la yugular a los hospitales y centros de salud, y a los colegios e institutos (por no hablar de las guarderías). A mí me afecta directamente el tema de la educación: de interino a parado, pero no me quejo por gusto, porque precisamente este curso de recortes es el que más alumnos registra Catalunya en toda su historia.
Primero, un techo, comida, trabajo y bienestar social. Lo demás me parece secundario sea el 11 de septiembre, el 12, el 13 o el 14. Visca el català i visca Catalunya, pero a mí me gustaría ver un poco más de "seny" y de autocrítica entre mis convecinos.
NOTA: Sobre la otra manipulación, la de Ciudadanos o Ciutadans o Alberto Rivera o el PP2 (no sé cómo denominarlos), ya hablaré en artículo aparte porque toda su argumentación se puede desmontar con un solo ejemplo en una sola frase.
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