Ir al contenido principal

España: plural, solidaria y sensata

Los mapas políticos son artificiales y modificables.
Me voy a poner pedagógico. Y si la clase me sale mal, ahí tienes el apartado de los comentarios.

De todas las fórmulas políticas democráticas destacan dos: la República y la Monarquía. La primera, sin embargo, es más democrática que la segunda. Por fuerza. Al Presidente de la República se le elige. Al Rey, no. No quiero decir con esto que la primera fórmula sea siempre mejor que la segunda. Éste es un debate aparte en el que no quiero entrar, porque un razonamiento profundo nos podría llevar a la conclusión de que hay dictaduras que ofrecen mejores resultados que las democracias. Y eso sí que no.

Todo depende de la óptica que usemos, pero si tenemos claro que hay valores incuestionables como la soberanía popular, cualquier argumento que gire en torno a una buena gestión de una Dictadura queda descalificada.

Definido esto, los sistemas políticos también pueden adscribirse a una religión o no. En el caso de los estados europeos, la mayoría, si no todos, se definen como laicos o aconfesionales. España es aconfensional, pero en la Constitución, que ya ha superado los 30 años, admite su filiación católica. Una declaración de intenciones de dudosa importancia legal, pero que marca el sendero. Francia, por ejemplo, se define como laica. Es decir, que se respetan las creencias, pero el Estado no se inclina por ninguna.

¿Cuál de las dos opciones representa una mayor dosis de libertad? La opuesta a los regímenes teocráticos, por supuesto. Un país laico no tiene por qué situarse en contra de ninguna religión. Al igual que no casarte con tu vecina, no implica divorciarte de ella. Un ejemplo un poco burdo, lo sé, pero es que ya no sé cómo explicarlo claro. Un estado laico admite a católicos, protestantes, musulmanes, etc. En cambio, muchos estados islámicos no admiten otra religión que la musulmana.

Vamos con el asunto del mala político. Por resumir mucho, podemos decir que un país puede organizarse de manera centralizada, por regiones, cantones o mediante una federación de minidestados con grandes dosis de independencia pero con objetivos comunes. En España se ha apostado por una fórmula híbrida que surgió para tapar los parches después de la Dictadura de Franco.

En la actualidad, el sistema autonómico divide a los españoles, resulta deficitario y es claramente injusto, puesto que no hay ninguna fórmula perfecta para casos con idiosincrasiss tan concretas como la de un país en lo que predomina es la diversidad. Por ejemplo, Andalucía y el País Vasco son autonomías, aunque en la práctica su forma de tributar y de administrarse, sus regímenes fiscales, etc., son bastante distintos.

La apuesta por un estado federal, ya que apostar por una mayor centralización sería tan absurdo como eliminar los cantones suizos, tampoco se presenta como una opción plenamente satisfactoria para todos. La realidad es que hay regiones sin necesidades históricas ni económicas ni un arraigue popular suficiente como para formar entidades semi independientes (las dos Castillas, exceptuando León, Extremadura, Andalucía, etc.). Por otra parte, existen comunidades con una entidad muy superior a su ramillete de atribuciones.

Bien mirado, los dos primeros aspectos (la necesidad del laicismo y del republicanismo) se pueden solucionar con sentido común y sin demasiadas dificultades. Acabar con este lastre garantizaría la desintegración a largo plazo de la sensación de las dos Españas, que se polariza mucho más cada vez que se dan actos como las Jornadas de la Juventud Católica (ellos dicen cristianas, pero los norteamericanos también se autodenominan americanos).

La división administrativa del país obedece a otro problema, conectado pero distinto al anterior. Se trata de las varias Españas. Sea cual sea la fórmula utilizada para gestionar a las identidades múltiples del Estado, nadie quedará del todo satisfecho. Aunque no abordarlo es de por sí el peor de los problemas.

No creo que con el actual panorama político, los partidos estén por la labor de abordar cualquiera de los cambios necesarios para adaptar la Constitución a los nuevos tiempos. Pero, si todos reflexionamos un poco, quizá ya sea un punto a favor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Dos grandes pintores para una ciudad pequeña

Una obra de Alguacil que recuerda a Monet. En la calle Pizarro de La Vila Joiosa, probablemente una de las arterias principales de la ciudad (o pueblo, los que me habéis leído sabéis que los uso indistintamente en referencia a mi lugar de nacimiento) hay abierto desde tiempos inmemoriales un taller de un gran pintor: Evaristo Alguacil. Casi sin anunciarse, muchos aficionados a la pintura han insistido hasta recibir sus clases y quién más o quién menos conoce lo más representativo de su trabajo, sobre todo al óleo, principalmente esas marinas tan personales, tan vileras y universales al mismo tiempo. Sin embargo, pocos, en relación a la categoría del artista, conocen bien la obra de Alguacil. Creen que es un señor que repite cuadros sobre las casas de colores representativas de La Vila o se dedica solamente al puerto y sus barcos de pesca. Es cierto, y él lo reconoce, que son parte de su sello personal y la gente aprecia estas pinturas por dos motivos: por su calidad y, además,