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El cantar del mío gilipollas 3 (la indefensión de otros muchos gilipollas)

Fueron pasando los días y el joven profesor sin aula se dio cuenta de que la amenaza iba en serio.

Llamó a las puertas de otros desahuciados, pero estaban entretenidos. Llamó a los sindicatos y no hubo respuesta.

En la televisión, mientras tanto, daban el parte de guerra contra Esperanza Aguirre. ¿Y quién narrará los bombardeos fuera de Madrid?

Clases con treinta y cinco alumnos. Interinos sin empleo. Sustitutos que no llegan. Artus Mas, el intocable. En el resto de España, más silencio.

Llamó a la protesta, pero todos estaban ocupados con sus cosas.

Desesperado, buscó trabajo, pero ellos querían currículums exquisitos por unos mil euros brutos y gracias.

Entonces recordó que estaba en un país de mentira. Más cerca de África que de la Europa del Norte.

Ningún problema al respecto, salvo que el desengaño duele. No es la verdad, es el desengaño.

Buscan talleristas de hip-hop y de otros temas importantes. ¿Por qué hay aulas saturadas y se buscan talleristas para niños? ¿Priman los derechos de los alumnos o los de los padres (su derecho a trabajar hasta las siete o las ocho, su derecho a ir al gimnasio o al bar, su derecho a estar tranquilos con los críos en cursos extraescolares de cinco a nueve.)

Para un profesor que escribe, ¿qué queda?

¿Para qué sirve un escritor? ¿Para qué un profesor sin alumnos?

Nos gobiernan maleducados con la insolaridad por bandera.

Nos defienden funcionarios muy bien asentados.

Por eso, los profesores de baja, el fracaso escolar, la ansiedad infantil, el botellón y otras drogas... (en las puertas de los institutos hay apuestas para ver quién se lía el porro antes.)

Si algún día tiene hijos, ojalá tenga valor para emigrar a Europa. Será un acto altruista. Un gesto de amor y de supervivencia.

Después de Feijoo, Jovellanos, Unamuno, Ortega y tantos otros... Todos superiores al mío gilipollas. Todos igualmente fracasados en su empeño por cambiar el status quo. ¿Quién quiere arreglar España? ¿Y quién Catalunya, dividida en dos partes artificiales por sus políticos, construida a partir del recelo?

NOTA: Si trato el asunto de la educación en Catalunya es porque lo conozco de cerca. Pero creo que es extensible al resto del país. De todas maneras, no quiero mirarme el ombligo, porque lo que se está haciendo en Catalunya con la sanidad es otro desastre. A mí, que tantas veces he tenido que ir a Sant Pau durante este año, nadie me va a convencer de que recortar personal es necesario. Si algo sufrí, sobre todo en el área de hospitalización, fue el estrés del personal. Estaban hastiados de hacer horas extra y faltaban manos para tantos pacientes. Por tanto, no sólo estoy en contra de los recortes en Educación sino de los de Sanidad. Ambas iniciativas me parecen profundamente insolidarias, salvajes e inconstitucionales.

CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
Artículo 27.

1. Todos tienen el derecho a la educación. [...]
(¿se puede aprender en según qué condiciones?)

Artículo 43.

1. Se reconoce el derecho a la protección de la salud.
(sin comentarios)

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