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Mostrando entradas de julio, 2011

Vacaciones en el blog

¡Va por ustedes! Como esto me lo guiso y me lo como yo solito, me tomo la libertad de despedirme hasta finales de agosto, aunque con una peculiaridad. ´No habrá publicaciones cada dos días, como más o menos me he hecho desde hace unos meses. Además, dejaré de lado la actualidad a no ser que, Dios no lo quiera, ocurra alguna desgracia de la que extraer conclusiones. Esto significa, por tanto, que me reservo el derecho a publicar cualquier cosa durante las vacaciones. Pero todo depende de la inspiración del momento y de la conectividad a Internet (me niego a llevar un móvil con conexión 24 horas e incluso un pinganillo USB).

El transfondo de la matanza de Noruega (II y final)

A ti te escandaliza la bandera, a mí, la violencia.  Osado que soy, me propongo compartir una reflexión para evitar que los prejuicios xenófobos y racistas se abran camino en nuestras benevolentes y demasiado permeables conciencias. No vamos a cambiar el mundo, pero sí tenemos la obligación moral y vital de aspirar a vivir en un lugar civilizado. Las personas y sus asociaciones tienen derecho a ser insolidarios, materalistas, proteccionistas, religiosos y todo lo que les dé la gana dentro de los límites de la legalidad y de la ética. Sin embargo, no se puede admitir ni por un momento este listado de falacias que corren de boca en boca incluso por los sectores menos politizados de la sociedad.

El transfondo de la matanza de Noruega (I)

La extrema derecha amenaza Europa. La ocasión es perfecta para que el columnista de turno se adorne con un canto a la paz y a la hermandad de las personas. Hay quienes han aprovechado la masacre de Noruega para recordarnos que el Apocalipsis empezó hace algún tiempo, cuando todos estábamos de parranda. Supongo que habrás leído y escuchado todo tipo de argumentos más o menos razonados y razonables, pero ante crímenes tan humanos que parecen inhumanos se echa de menos la voz descarnada de una persona que habla desde sus adentros sin más filtro que los límites de su voz y de su vocabulario. Este testimonio necesario no lo vas a encontrar aquí tampoco, pues nunca he ocultado que el blog tiene unas pretensiones estilísticas y una ideología propia, la mía. A fin de cuentas si quisiera escribir un diario íntimo, me cuidaría mucho de que nadie lo leyese, incluido su autor, pues su fin no es otro que purgar heridas del alma. Lo que sí puedo es decirte mi verdad: creo que a ese malnacido

El dolor de un joven que lo tiene todo

Bojan Krkic, el chaval de la mirada limpia, casi translúcida, se esforzaba por no llorar en su despedida. Se va a la Roma de Luís Enrique. Han pagado 11 millones de euros por él. Se diría que ha conseguido, a sus escasos veinte años, lo que muchos no obtendremos en toda la vida. Sin embargo, estaba desolado. Y, quizá por eso, acudieron a respaldarlo sus amigos Puyol y Xavi. En un momento desafortunado de la comparecencia, perdió los nervios y declaró que Guardiola había sido injusto con él al no darle minutos. También se mostró dolido con el técnico por no haberle dado entrada en la final de la Champions en detrimento del recién llegado Afellay.

Un ejemplo de postoperatorio en la sanidad pública catalana

Sin una sanidad de calidad, estamos perdidos. Antes de darte el alta, tienes el privilegio de hablar con un médico de urgencias durante tres minutos. Te da un papel y unas recetas. Adiós, muy buenas. En casa, te lees el papel. En resumen: no hagas nada hasta que te toque la visita en el hospital. Sólo si sangras como un carnero de la Biblia, dirígete a Urgencias en el horario correspondiente.

Peperos valencianos: os han estafado

¿Està muy visto? Hasta que se resuelva... Os habéis tragado la maniobra y no tenéis derecho a reclamaciones. El mismo personaje que está metido en varios escándalos de corrupción torea a las instituciones democráticas y se presenta para ser reelegido President. A sabiendas de que está metido hasta el último pelo de su desierta cabeza. Una vez que le volvéis a regalar vuestro voto, presenta la dimisión. Como muchos ya han dicho: todo atado y bien atado. Otra vez. El sino eterno en este país. El recambio estaba decidido desde hace... nunca lo sabréis. El caso es que votásteis a uno y os ponen a otro que a no ser que seáis castellonenses no conocéis de nada.

Renace el muerto-enfermo (Mi Primera Operación IV y final)

Más o menos así te quedas. En cuanto ella entra, intento incorporarme desde la cama, pero me pesa el cuerpo más que la gravedad. En ese instante descubro que va a ser una noche difícil. Tampoco disfruto mucho de la alegría del reencuentro. Demasiado dolor e incertidumbre. Demasiado neurótico también. Por eso, me pongo a pedirle cosas que me distraigan: traeme este libro, el diario, etc. Pero resulta que no puedo leer. Tengo los ojos hinchados como dos cráteres. No tengo un espejo a mano. Ella no me lo dice tampoco.Da igual: lo sé. Para mi desgracia, falta una de las dos teles: la mía. La verdad es que tampoco la disfrutaría. Durante unos minutos, sin embargo, me parece una burla del destino que hayan arrancado de cuajo la televisión que me tocaba.

Despertar en el limbo (Mi Primera Operación III)

Sigue la crónica negra de una septoplastia. ¿Se te está haciendo larga? Pues imagínate a mí. Me despierto en tránsito desde algún lugar, supongo que del quirófano, hacia una sala que se parece a las áreas de descanso de las autopistas pero con camas y pacientes en lugar de coches y camiones. Nada más despertarme, le digo al chico que me lleva que no se le ocurra votar a CIU. Estoy hecho polvo, pero eufórico. Por lo menos el chaval sonríe. También le digo que mi doctor es un crack señalando a un tipo que se le parece. El chico me deja en una sala con varias personas semidesnudas, como yo, y con muy mala cara sobre sus camas. Hay algunas enfermeras y enfermeros que dan vueltas, pero no da la sensación de que estén haciendo nada en particular. Se acerca una y me pregunta cómo estoy. Pues la verdad, jodido, le digo. No puedo respirar. Se ríe y se va.

Las alegres chicas de la anestesia (Mi Primera Operación II)

Heme allí, tumbado, en la soledad de un apartado donde sólo cabía mi cama con ruedas. Apenas si quedaban a los lados, dos estrecho huecos. El techo estaba muy bajo desde las alturas de la cama, las paredes como de módulos de una oficina de teleoperadores. Mucha gente del mismo color verde. Me empecé a marear, poco acostumbrando a ver un mundo artificial desde aquella altura y boca arriba. Me imaginé en un plató televisivo. Yo era la cámara. Por un momento cerré los ojos y vi informáticos por todas partes. La sinestesia de los ordenadores debió de ser. Luego, los volví a cerrar y abrir, y entonces los bultos verdes se convirtieron en enfermeras. Iban y venían. Una me anudó una goma en la muñeca, como si me fuera a meter un chute. De hecho, es la función de los anestesistas. Pero luego vino una segunda enfermera y me echó la bronca, que quién me había puesto eso. Yo no supe qué decirle. Me quitó aquello de la muñeca y se dio la vuelta con un mohín de enfado que terminó con una muesca d

Hasta la camilla (Mi Primera Operación)

Por supuesto, no pegué ojo. La idea de la muerte, hasta hace unas semanas dentro de una fosa bien honda, se levantó con fuerza por encima de otros pensamientos más racionales. Además, la noticia reciente de una madre desesperada por su hijo en coma durante más de 20 años se me había incrustado en la razón (es como cuando subo a un avión, siempre se ha estrellado uno hace poco). Sin apenas descanso, me vestí con ropa suelta. En la mochila metí libros para un mes e incluso una libreta para escribir. Nieves se encargó de hacer espacio para un albornoz (me pidieron que llevara una bata) y unas zapatillas enormes de felpa con los colores del Barça. Estuve callado en el metro. Me molestaba todo, y toda la gente. Pero me supe contener. Sobre todo por ella, que me acompañaba preocupada, pero tuvo el tacto de no preguntarme qué me pasaba.

Prólogo lírico-popular para Mi Primera Operación (obra inconclusa)

Y entre unos pocos lo llevaron con el miedo arrastrando, como a una viuda joven camino del Camposanto. En su corazón triste y violeta se izó la bandera negra. "Que no es nada, exagerado". le fueron animando.

Acribillar a un cantautor a tiros es un suicidio

Nadie podrá matar su legado. Los que usan ametralladoras y pistolas para acallar la voz de un cantante que se ha comprometido con su verdad, no sólo son unos criminales. Son sobre todo estúpidos y cobardes. A partir de su asesinato han creado un mito cuya voz no van a poder acallar jamás. Las canciones de Facundo Cabral sobrevirán a sus asesinos, a los nietos de los que los mandaron apretar el gatillo y, si el Mundo no estalla, a todas las generaciones que les sucedan.

Primero la electricidad, luego el gas y ahora el agua

El hospital Dos de Maig, herido de muerte Gracias votantes de CIU en Catalunya. Antes teníamos un Govern de risa y ahora disfrutamos de otro igual de teatrero, pero especializado en la tragedia griega. Se cierran hospitales, se recortan plazas de profesores y, por tanto, de alumnos. Ayer subieron el agua después de hacer lo mismo con la electricidad, el gas y el butano. Los sueldos no han subido para que esto sea una putada para la gente con menos poder adquisitivo. De lo contrario sería una gracieta de la derecha más. Lo esperable. Lo normal en la derecha. ¿Qué esperabas, votante obtuso, al darle tu apoyo a CIU en plena crisis? Más recortes es lo que prometieron y es lo que nos están dando gracias a ti, señora, señor de pro, catalán de toda la vida. Enhorabuena.

Sudán del Sur: todos parecían felices

No es el gobenador de Texas. Nuevo país en África y ya van 55. Divide y vencerás, habrán pensado algunos, porque la mayoría de los países del glorioso Occidente han dado por buena la independencia de la República de Sudán del Sur. El Presidente del nuevo país luce un sombrero de cowboy cuando se rodea de sus exultantes militares. La gente tiene miedo. A todas luces, se trata de un país militarizado. Casi toda la población se muere de hambre y, sin embargo, los dirigentes del primer mundo envían sus felicitaciones al sucedáneo de John Wayne.

Después del encierro, la libertad me asusta

Sé que toca hablar de la SGAE y de su árbol caído al que a casi todos les gustaría acercarse con una sierra mecánica. O de Grecia y de su bajada de pantalones ante la UE, que es el Banco Central Europeo, que es el Banco Mundial del FMI, que es... ¿Rockefeller? ¿Los mandones del Club Bilderberg? ¿El círculo de Roma? Sobre todo es nuestro futuro visto con antelación. Sin embargo, os voy aburrir con la historia de un chico de inteligencia normal rayando la medianía por lo bajo, intolerante al estrés y con propensión a aceptar más retos de los que puede asumir. El último ha sido presentarme a las oposiciones de secundaria de Lengua Castellana y Literatura.

Ceremonia del desconsuelo

Pasados los 35, uno ya debería ir sacando la calculadora para sacar las cuentas en claro. De hecho, casi podría escribir una autobiografía. Novelada, se entiende, porque no habría editor que pasara de la segunda página. Antes de proseguir, una advertencia: si eres proclive al desánimo, abandona esta lectura, porque no voy a detenerme hasta llegar al final. Y todos sabemos qué se encuentra dentro del desván, el que lleva tanto tiempo cerrado.

Hibernar en verano

Con el calor, la gente se revitaliza. Se apoderan de la playa, de la ropa sexy, de la música insustancial, de los cocktails, de las reuniones con amigos a la fresca... A mí que me busquen los mismos que encontraron a Bin Laden. Porque no pienso salir de mis múltiples madrigueras. Y tengo suerte, porque aunque pequeñas y nada lujosas tengo varias que me darán cobijo. La gente se espanta cuando escucha o lee esto: ¿que tan deprimido estás? No. Yo me siento bien. Es lo que hay alrededor lo que me suele molestar. Vamos, no me malinterpretéis. Mi misantropía desaparece en cuanto regresa la buena educación y los mejores sentimientos. La tontería dañina, la euforia gratuita, los empujones y pisotones, las prisas impostadas, los gritos a destiempo... pues no son lo mío.

El artículo perfecto

Tiene que ser breve, atractivo, provocador y mentiroso. Pues bien, ahí va: la mayoría de los hombres somos unos cobardes y nos liamos con vosotras porque nos acojona acercarnos a chicas como las de la foto. Además, nos encanta el verano porque nos ponemos las botas haciendo lo único que sabemos hacer con las chicas guapas y atractivas: salivar de gusto. Y si tu novio sólo se pone las gafas de sol para ir a la playa... Ése es de los nuestros.

El confesionario automático

Lo que nos faltaba... Antes, cuando yo era pequeño y mi pueblo me recordaba al de Verano azul , la gente todavía iba a confesarse al cura de la parroquia. Hay que decir que la mayoría eran adictos al confesor o al confesionario, y casi todas eran mujeres de una edad respetable. También existían las cabinas telefónicas. ¡La de colas que se formaban! Nunca había suficientes cabinas para cubrir las necesidades de todos. Sobre todo, al caer la noche. Hombres y mujeres, de todas las edades, se arrimaban el auricular a los labios y parecían susurrar palabras de amor. A veces, directamente lo mordían para foguear alaridos como en toda buena discusión de pareja mediterránea.

Sigo sin verle el sentido al Sistema Educativo español

Mi obligación, como profesor, es estimular a mis alumnos para que animen a estudiar Bachillerato, cuyo supuesto mejor destino es la Universidad. Sin embargo, a mis 36 tacos, soy un sustituto (creo que ya lo he dicho alguna vez) cargado de títulos que apenas llega a fin de mes (ahí está mi currículum) y que ve cómo la Generalitat de Catalunya y el Gobierno van a recortar puestos de trabajo y medios para la Educación, justo en el momento en el que comparativamente con Europa peor estamos. Sí, has leído bien. Hace veinte años no existian los análisis comparativos que hay hoy en día para detectar la calidad de la educación secundaria. La nuestra no vale un pimiento. Así de claro. Y peor que irá. No sólo lo digo yo, lo dice la Unión Europea, la UNICEF, la OCDE y todos los que tenemos ojos y oídos.

Siempre perdiendo

David, de què collons et rius...? Es verdad: está feo eso de quejarse cuando casi todo el mundo vive peor que uno, pero qué culpa tengo de rodearme siempre de gente que va ganando con los años: experiencia, estabilidad, dinero, etc. Yo creo que en algún momento de mi vida aposté a perder. No sé qué tecla toqué. Quizá fue cuando descubrí a Quevedo y la maestra me dijo que si pensaba como él sería un pesimista y yo le respondí: "entonces soy pesimista". Y es que a mis trece años pensaba que sólo se podía elegir entre el autor de El Buscón y Góngora. Al poco tiempo de acabar el colegio, me dio por pensar que si no había dos o tres chicas interesadas en mí estaba haciéndolo mal. Entre mis amigos, ya había alguno que había aprendido la lección y se iba liando con todas las que podía. Unas eran simpáticas y guapas, otras bastante más feas y groseras. Y un servidor, en sun gran ingenuidad, pensaba que aquel amigo era un pionero. Pensaba que era el primero de mis conocidos que