Ir al contenido principal

Si en Catalunya hay bilingüismo, que se vea en las tablas

Dimonis! Nixon i Frost parlant català!
No tengo datos estadísticos, pero soy un asiduo al teatro y compruebo la cartelera en Barcelona cada semana al menos un par de veces, por esto de los imprevistos (ofertas, cancelaciones, prórrogas, etc.)

Desde hace años vengo constatando que las grandes obras contemporáneas se representan en catalán, lógicamente por un equipo artístico catalán, y que las pequeñas, las más experimentales, también se disfrutan o se sufren en la misma lengua.

Las de autores ignotos, de la tierra, salen en catalán, porque es prácticamente imposible que un autor novel de fuera de Catalunya se atreva a estrenar su obra en castellano, por buena que sea, en cualquiera de las cuatro provincias catalanas.

¿Qué es lo que llega en castellano a Barcelona? De lo bueno, muy poco y por muy breve tiempo, con excepciones contadas. De lo malo y chabacano, todo. Lo penúltimo ha sido una obra con Bertín Osborne y Arévalo (el de los chistes de cinta de gasolinera), pero nunca faltan a su cita los Arturo Fernández y compañía.

No acaba ahí la cosa, porque las grandes producciones supuestamente cómicas para todos los públicos (en realidad, para la generación de los 50-60) siempre tiene como mínimo una obra en catalán que ocupa un teatro enorme y se eterniza en el tiempo. Caso de las aventuras de Joan Pera.

Un dato más: La compañía nacional de teatro clásico ni siquiera ha llegado este año a Barcelona. Ha representado brevemente en Castelldefells nada más y nada menos que El alcalde de Zalamea, de Calderón.

En la práctica, eso supone que:
-En Barcelona ciudad, al menos, los ciudadanos nos perdemos la oportunidad de ver representados con garantías a los clásicos del Siglo de Oro (y de cualquier otra época). En Huesca hace poco han representado Yerma, El castigo sin venganza y El galán fantasma. En Barcelona es un lujo inalcanzable.

-Nuestra ciudad está vetada a las obras que se estrenan en Madrid y hacen su periplo estatal, excepto por Barcelona donde paran muy pocas veces y en días contados. Si estrenan en Huesca o Alicante, dos días como mínimo, ¿no deberían estar semanas en una metrópolis como la barcelonesa? Por ejemplo, la versión teatral del espléndido film de Fernán-Gómez El extraño viaje. ¿No arrasaría en la taquilla en la Ciudad Condal? Pues claro.

-Lo clásico y lo nuevo de calidad se puede ver, casi exclusivamente, en catalán. Lo nuevo y malo, también.

Basta ya de puntos. No se trata de leerle la cartilla con argumentos nítidos al panorama teatral catalán, o mejor dicho, barcelonés. A la vista está.

No tengo en cuenta la nueva moda de los monólogos, que ocupan las pequeñas salas. Ahí, paradójicamente, el castellano es el idioma mayoritario. Para más INRI, los propios monologuistas catalanes usan sólo su lengua materna para saludar. Ver un monólogo en catalán en Catalunya es prácticamente imposible. ¿Es que no se subvencionan?

Yo creo que si realmente en Barcelona, algunos dicen que en toda Catalunya, hay una situación real de bilingüismo (dudoso, pero oficialmente aceptado), entonces se debería reflejar en el teatro. Mitad y mitad.

Claro que en Catalunya hay actores y equipos técnicos y de dirección artística de primera magnitud. Pero lo que ocurre con la ley del embudo es que están todos los que están, más los que en circunstancias normales no estarían por méritos propios (o por lo menos, no tan a menudo).

A mí me parece que es una pena que uno tenga que coger un autobús hacia Huesca para ver las últimas producciones estatales con actrices de la talla de Verónica Forqué o tener que subirse al cercanías para poder disfrutar de la compañía nacional de teatro clásico, porque no hay sitio en todo Barcelona para ellos.

Me parece de una pobreza delirante que dura ya muchísimos años y, además, es un tema tremendamente espinoso para algunos catalanes que se sienten traidores a su patria por reclamar sus derechos como personas bilingües. ¿Verdad que a nadie le gustaría tener que cambiar de comunidad autónoma para comprar El País o poder leer a Vargas Llosa en castellano? Pues es exactamente igual de absurdo.

No tengo ni la más remota esperanza de que mi (nuestra) queja tenga una mínima trascendencia. Por culpa de la sociedad del "o estás conmigo o contra mí" he tenido que reforzar al máximo las defensas de mis argumentos, algo que no ocurre cuando se proclama a los cuatro vientos que el cine debe estar doblado al catalán.

Como se ha dicho en más de una ocasión, el cine, para ser disfrutado en su máxima esencia, debe verse en versión original subtitulada. Y si estamos en la sociedad bilingüe de la que muchos presumen, al cincuenta por ciento.

Claro que habría que ver si los organismos de la Generalitat subvencionan igual a los cines que a los teatros. A mí me da que los políticos obtusos ven en lo primero un negocio de vender palomitas y gafas de plástico y, en lo segundo, una forma de hacer propaganda de unas ideas que se dan de bruces con los criterios artísticos. Y si no ocurre, mala señal.

Si alguien está de acuerdo, le agradeceré que difunda esta nota, e incluso que lo envíe al Periódico, a La Vanguardia, etc. firmada con mi nombre o con un genérico "D. N." A mí me da lo mismo con tal de que alguien me haga compañía en contra del absurdo.

NOTA: Un profesional del teatro, al que le explique a grandes rasgos mi artículo, me dijo que era mentira. Una profesora universitaria, muy puesta en teatro, me confirmó que estaba de acuerdo en casi todo. ¿Habemus polémica? ¡A los comentarios!

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Dos grandes pintores para una ciudad pequeña

Una obra de Alguacil que recuerda a Monet. En la calle Pizarro de La Vila Joiosa, probablemente una de las arterias principales de la ciudad (o pueblo, los que me habéis leído sabéis que los uso indistintamente en referencia a mi lugar de nacimiento) hay abierto desde tiempos inmemoriales un taller de un gran pintor: Evaristo Alguacil. Casi sin anunciarse, muchos aficionados a la pintura han insistido hasta recibir sus clases y quién más o quién menos conoce lo más representativo de su trabajo, sobre todo al óleo, principalmente esas marinas tan personales, tan vileras y universales al mismo tiempo. Sin embargo, pocos, en relación a la categoría del artista, conocen bien la obra de Alguacil. Creen que es un señor que repite cuadros sobre las casas de colores representativas de La Vila o se dedica solamente al puerto y sus barcos de pesca. Es cierto, y él lo reconoce, que son parte de su sello personal y la gente aprecia estas pinturas por dos motivos: por su calidad y, además,