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Fumar en bata blanca

Me gusta fijarme en los detalles, porque creo que esconden pistas sobre hechos trascendentes y posiblemente tan grandes que nos pasan desapercibidos.

Últimamente me ha dado por vigilar los movimientos de los médicos y enfermeros que fuman en la puerta de un centro de salud cerca de mi trabajo. Los veo allí, cada día, mirando al infinito, fumándose los cigarrillos a bocanadas. Y me pregunto qué deben pensar cuando tratan a algún enfermo de los pulmones.

Como nunca he sido fumador, no lo puedo entender del todo, pero me da a mí que esa forma nerviosa de chupar la boquilla del cigarrillo no les proporciona mucha felicidad. Más bien es como un alivio.

Vamos, que si sólo les veo la cara, no me cuesta nada imaginármelos echando una meada o inyectándose algún tipo de droga.

Por una parte, me reconforta ver que son débiles humanos como yo. Por otro lado, no sé si les concederé la autoridad que se merecen cuando me den algún consejo la próxima vez que intenten prohibirme hacer algo.

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