Ir al contenido principal

No os indignéis: ¡Jodeos!

Por no conformaros con el piso de setenta y cinco metros cuadrados. A pesar de ser sólo dos, os encaprichasteis con el de noventa metros. Vendisteis el viejo por una millonada, pero os hipotecasteis todavía más con el nuevo. ¡Vaya negocio! ¿Cómo? ¿Creéis que habéis tenido mala suerte porque ha subido el Euribor? ¡Cuánto daño hace la automentira!
Por cambiar de coche cada cinco años y, cada vez, necesitar un vehículo mayor. Ahora, encima, se os ha metido en la cabeza compraros una plaza de aparcamiento porque tenéis un cochazo que llama mucho la atención.

Por pedir un crédito para iros de vacaciones más lejos que los vecinos. No conocéis Santander ni Berlín ni Viena, pero habéis estado en Camboya: ¡enhorabuena!

Por elegir siempre la opción privada a la hora de buscar colegio, hospital, etc. sólo porque es más exclusiva que la pública. ¿Qué haréis cuando privaticen estos servicios? ¿Homeopatía, clases por Internet?

Por hacerle la pelota al jefe con tal de no acabar despedidos del trabajo, aunque no os guste lo que hacéis, aunque no crezcáis profesionalmente, aunque perdáis el tiempo y regaléis vuestro esfuerzo por una miseria.

Por votar a la derecha para frenar la política de recortes del Gobierno. ¿Habéis probado a eliminar la caries con salfumán?

Por pensar que la gente que llena las plazas de toda España son unos vagos que pierden el tiempo. ¿Cuánto tiempo habéis pasado al raso por un ideal? Ninguno.

Por no invertir en cultura. Eso os hace más vulnerables a los intentos repetidos de manipulación.

Por creer que sois autosuficientes. Por hacer extensiva esa autosuficiencia a vuestro limitadísimo núcleo familiar. La Humanidad no habría avanzado ni un paso con esa actitud de personas-burbuja. Sí, es la que se lleva ahora: bandejitas de carne para parejitas o "singles"; home-cinema para no hacer colas; palomitas para microondas, por lo mismo; canales de televisión al gusto político del personal... Ni Goethe, ni Cervantes ni Juan Gris. Y Vivaldi para la consulta del dentista (una estación sólo, por favor, la de aquel anuncio de la tele).

Por pasar de todo cuando TODO se desmorona a vuestro alrededor, sólo porque a vosotros os va bien, o regular.

Jodámonos todos, porque si vosotros os vais a la mierda, nos vamos todos detrás.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Dos grandes pintores para una ciudad pequeña

Una obra de Alguacil que recuerda a Monet. En la calle Pizarro de La Vila Joiosa, probablemente una de las arterias principales de la ciudad (o pueblo, los que me habéis leído sabéis que los uso indistintamente en referencia a mi lugar de nacimiento) hay abierto desde tiempos inmemoriales un taller de un gran pintor: Evaristo Alguacil. Casi sin anunciarse, muchos aficionados a la pintura han insistido hasta recibir sus clases y quién más o quién menos conoce lo más representativo de su trabajo, sobre todo al óleo, principalmente esas marinas tan personales, tan vileras y universales al mismo tiempo. Sin embargo, pocos, en relación a la categoría del artista, conocen bien la obra de Alguacil. Creen que es un señor que repite cuadros sobre las casas de colores representativas de La Vila o se dedica solamente al puerto y sus barcos de pesca. Es cierto, y él lo reconoce, que son parte de su sello personal y la gente aprecia estas pinturas por dos motivos: por su calidad y, además,