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Consulta jurídica por la dignidad perdida en un aeropuerto

Si eres abogado, o conoces a alguno, lee hasta el final, sino allá tú: yo creo que te vas a aburrir como una ostra.

Señor o señora abogado, saque papel y bolígrafo, que esto empieza aquí:

No es el primer caso, pero a mí me sigue sorprendiendo que mi maleta haya viajado a más sitios que yo y que, además, haya aprendido un truco que desconozco: la volatización voluntaria.



Se me ocurrió regresar a Roma durante un fin de semana, desafiando a mi cuenta bancaria, pero al llegar al aeropuerto la maleta no estaba. Tras numerosas llamadas de teléfono y correos electrónicos sin respuesta que sólo sirvieron para amargarme el viaje, en el aeropuerto de Roma comprobé que no estaba. Dos horas después, en Barcelona, una chica de Vueling me comunicó que la maleta se había ido a Palma de Mallorca y de allí había viajado a Roma. Casi me confirmaron que estaba allí, aunque no lo verificaron, y que harían las gestiones necesarias.

El caso es mes y medio después no consigo comunicarme con Vueling por ningún canal y la página online continúa diciendo que espere.

Si la maleta se pierde y quiero cobrar en dinero lo que me han perdido en especie, tengo que justificar de todas las formas posibles que tenía una cámara de vídeo, por ejemplo, y no un secador.

A mí me gustaría saber si hay alguien en el mundo que tenga todos los recibos, facturas, tickets y fotos que nos piden a los damnificados por las líneas aéreas en su maleta. Saben que es imposible. POr eso siguen desapareciendo maletas.

En mi maleta, que por suerte me costó poco en Carrefour, había una videocámara digital, una cámara de fotos, un necéser cargadito con todo mi arsenal de medicamentos, mi perfume y algunas cremas para pieles sensibles, mis mejores camisas de verano, un pantalón nuevo que me regaló mi madre, un libro de la biblioteca, una harmónica a la que tenía mucho cariño, un jersey por si el frío, un chubasquero de buena calidad y marca, un par de zapatillas chulísimas y muchas cosas más, que en suma eran objetos necesarios, recuerdos, regalos en algunas ocasiones y, en muchas, enseres de gran valor sentimental.

¿Cómo piensa indemnizarme Vueling los vídeos que tenía grabados en la videocámara y que resumían mis andanzas por las Highlands, un reportaje humorístico del Londres turístico y, lo que más me joroba, unas imágenes de mi abuelo.

Lanzo una propuesta: si hay algún abogado altruista en el mundo, o si algún abogado ha sufrido la misma experiencia que yo, vamos de la mano a denunciar a esos sirvengüenzas porque no merecemos ese agravio que consiste en arriesgarte a perder tu equipaje sin recibir una compensación merecida.

El argumento de las compañías de que se pierden maletas continuamente debería ser tomada como un agravante y, bajo mi punto de vista, como un signo de alevosía.

Que desde Vueling no respondan con suma cortesía y no me informen periódicamente del extravío, debería considerarse como una falta grave.

Y obligar a los clientes a presentar pruebas sobre el delito de otros es un abuso y una injusticia flagrante.

Si ellos me pierden la maleta en un alarde de poca profesionalidad y presunto pillaje, en este caso Vueling tendría que prescindir de las indemnizaciones máximas y miserables de unos 1.000 euros por maleta (en el caso de que hayamos hecho la maleta junto a un notario, supongo) y compensarme con el dinero que yo le diga. Lo que para ellos es una videocámara de gama baja, para mí supone mucha ilusión, mucho ahorro y unos recuerdos que se acabarán perdiendo por las grietas de mi memoria.

¿Y el pantalón que me regaló mi madre? ¿Y mis dos camisas favoritas? Eso no tiene precio.

Abogados del mundo que todavía creaís en la justicia para el pueblo, dejadme vuestro e-mail o teléfono y vamos a por ellos.

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