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Quiero ser horticultor

Esta vez no me estoy echando un farol ni quiero caer simpático ni pretendo pasar por lo que no soy. Es verdad: me gustaría ser horticultor, pero tendría que salvar varios obstáculos y no sé si seré capaz. Bueno, lo que no sé es si tendré energías para enfrentarme a un reto que podría cambiarme la vida para siempre.

Vamos con los inconvenientes. Al final podéis ayudarme con vuestros comentarios a tirar p'alante o, definitivamente, a quedarme como estoy.

1) La gente del campo nunca tiene tiempo para enseñarte cómo montar un huerto. Algunos, aunque lo intenten, siempre están demasiado preocupados por sus verduras y hortalizas y no dejarán que las estropees.

2) Necesito un curso de horticultura. Pero, ¿dónde encontrar un buen curso en la ciudad? ¿Y qué decir de un curso online? Imposible.

3) A mí no me van los huertecitos de dos metros cuadrados ni quiero una miniparcela en un huerto urbano. Necesito un terreno rústico al que cuidar para que me dé lo mejor de sí mismo.

4) Si me duele la muñeca al girar el pomo de la puerta, con el lumbago que me da cada vez que levanto un peso bruscamente... ¿cómo voy a hincar la azada?

5) ¿Conseguiré que me gusten otras verduras aparte de la lechuga?

6) Y una gran duda, más que un inconveniente... ¿Se puede suplir la carne en la dieta con productos de huerta?

Como dejarlo en seis motivos no queda bien, saquemos un séptimo problema de la chistera. Será por problemas...

7) Si casi toda mi familia viene del entorno rural, ¿por qué narices soy tan asquerosamente urbanita? ¿Eso se cura?

Acepto risas, comprensión, apoyos, críticas y, si queréis, unos kilitos de lechugas, zanahorias y patatas.

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