Ir al contenido principal

Protegeremos al enemigo a cambio de... ¡nuestra libertad!

Medidas como ésta recuerdan a otros tiempos.
Tienen razón los que opinan que la sociedad, todos nosotros, se está infantilizando. Cada vez hay menos diferencias entre las noticias de la tele y una película de Hollywood.

El problema es que la realidad europea supera la ficción más rocambolesca. El problema para los europeos, claro.

Aunque la mayoría de la gente no se dé por enterada, la frontera española con Francia está sellada. Cada persona que quiera cruzar los Pirineos con dirección a la piel de toro tendrá que identificarse y gustar a las fuerzas de seguridad.
Los ciudadanos franceses, italianos y griegos, sobre todo si son jóvenes y no llevan camisas Tommy Hilfiger bien planchaditas, tardarán un poco más en cruzar la frontera. En el caso de que les dejen cruzarla.

Si la policía detecta que los jóvenes tienen relación con altercados catalogados de antisistema, podrían quedarse en el limbo de la zona de Aduanas.

Hemos sellado el país para alojar a los vampiros del Banco Central Europeo (BCE). Es la era infantiloíde, pero también es la era de la oscuridad, y los vampiros hipercapitalistas se saben invencibles. Por eso se permiten el lujo de dejarse ver en ciudades como Barcelona, que presenta un historial de desobediencia civil más que considerable.

Ellos saben que Barcelona es una ciudad viva y que su gente no acostumbra a aceptar con sumisión los abusos de los poderes. A nadie escapa que el BCE es cómplice de la actual contracrisis, la derivada de las medidas de austeridad, y los que organizan este tipo de cumbres internacionales pueden ser egoístas, lameculos e hijos de perra, pero que nadie los tome por gilipollas.

El anzuelo está puesto y los grupos antisistema picarán. Cuatro contenedores quemados, una decena de escaparates rotos y la sombra del estado policial se extenderá más aún sobre España y, por supuesto, Europa.

Que gran parte de los vampiros se muestren a pleno sol mediterráneo no sólo constituye una provocación para justificar futuras represiones, sino una demostración de su poder.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Dos grandes pintores para una ciudad pequeña

Una obra de Alguacil que recuerda a Monet. En la calle Pizarro de La Vila Joiosa, probablemente una de las arterias principales de la ciudad (o pueblo, los que me habéis leído sabéis que los uso indistintamente en referencia a mi lugar de nacimiento) hay abierto desde tiempos inmemoriales un taller de un gran pintor: Evaristo Alguacil. Casi sin anunciarse, muchos aficionados a la pintura han insistido hasta recibir sus clases y quién más o quién menos conoce lo más representativo de su trabajo, sobre todo al óleo, principalmente esas marinas tan personales, tan vileras y universales al mismo tiempo. Sin embargo, pocos, en relación a la categoría del artista, conocen bien la obra de Alguacil. Creen que es un señor que repite cuadros sobre las casas de colores representativas de La Vila o se dedica solamente al puerto y sus barcos de pesca. Es cierto, y él lo reconoce, que son parte de su sello personal y la gente aprecia estas pinturas por dos motivos: por su calidad y, además,