Ir al contenido principal

Pronóstico sobre el éxito de Tintín: el secreto del unicornio

Como un Torres de Villarroel de tercera fila, anuncio desde ya que el film de Spielberg (y Jackson) batirá récords de taquilla en todo el mundo.

Sin embargo, también me atrevo a proclamar que va a decepcionar a más de uno. La verdad es que no tengo manera de saberlo. De hecho, las críticas son muy positivas, pero las expectativas están por las nubes y la empresa no va a ser pan comido.

Veréis, la apuesta parece segura, pero sólo lo es en cuanto a la promoción de la película. Un diez (yo era un chavalín cuando se empezó a hablar del proyecto). La calidad del film es otro asunto distinto.

Las aventuras de Tintín, las del cómic, han encandilado a varias generaciones de lectores por muchos motivos, pero ninguno tiene que ver con el carisma del protagonista.

Tintín marca un hito en el mundo de los héroes de papel, pero también en el Universo de los héroes de todos los tiempos.

Para empezar, surge de la nada. No se conocen apenas detalles sobre su familia, educación, amigos, conocidos, etc.

Luego está su discutida sexualidad. Más que su supuesta homosexualidad (que es fruto de esa manía de tintes homófobos que consiste en ver gays por todas partes), lo que sorprende es su nula actividad sexual. Incluso amorosa. Ni siquiera se enamora platónicamente. Al menos, nunca va más lejos de cierta amistad cercana. Ahí se queda.

Tampoco se trata de un personaje locuaz ni es experto en nada. De hecho, su especialidad es recibir porrazos en la cabeza y quedarse inconsciente.

Ahora vamos a lo importante: en las historias de Tintín, ¿el protagonista consigue sus objetivos o son la avalancha de sucesos y el azar los que guían al héroe hacia el objetivo? En otras palabras, ¿hasta qué punto es Tintín dueño de su destino?

Aparte, ¿es Tintín poderoso, guapísimo, inteligentísimo, rapidísimo, etc.? La respuesta es clara: no. De hecho, si en algo sobresale es en su asombrosa suerte para salir airoso de cualquier escollo.

A simple vista, pues, nos hallamos ante un personaje con el que difícilmente nos podemos identificar, porque no es nadie. Además, siempre le sale todo bien y eso da mucha rabia.

Lo más grave, en cualquier caso, es su escaso potencial dramático: ¿cómo es posible que alguien que no controla su destino, se convierta en el motor de sus propias aventuras?

Ahí está la clave. En la diferencia. Hergé nos deslumbró con sus golpes de guión, que surgen de la necesidad de enganchar al lector que lee sus primeras historias, publicadas por entregas. Además, el belga supo diseñar un mundo alucinante entre la realidad fotográfica y la pura fantasía. También consiguió dar con los secundarios clave en cada momento. Por no hablar de su capacidad para proporcionar verosimilitud histórica a tiempos y lugares que, en realidad, sólo existían en la mente de su creador.

Por eso mismo, ya que el cine es un lenguaje distinto y exige, a la fuerza, que Tintín asuma el mando de la nave, me temo que, narrativamente, Tintín: el secreto del unicornio naufragará a la fuerza. Veremos hasta qué punto Spielberg puede ponerse a la altura de Hergé para colgarse la medalla de la calidad. Las del favor del público y la rentabilidad hace tiempo que las luce. Ojalá me equivoque y consiga el pleno.

En realidad, para ser plenamente sincero, creo que hablar de Spielberg y de Hergé es hablar de una misma raza de seres humanos: los genios. Cada cual con su lenguaje. Pero insisto: hay una diferencia notable entre contar historias con viñetas y hacerlo con fotogramas. De la labor de los guionistas, más que de la maestría contrastada de Spielberg, dependerá que la película se quede en un exitazo para olvidar o en un film inolvidable.

En cualquier caso, ¿quién, en su sano juicio, se atreve a perderse un estreno tan potente? Por otra parte, pocas películas pueden congregar en una misma sala a familias enteras. La nota triste del simpático panorama es que, en realidad, nos traguemos o no el anzuelo, no estamos dispuestos a que nos la cuenten. Queremos verla ya. Y a poder ser pagando la abusiva cuota de las gafas de plástico. Esto se llama angustia colectiva, aunque la disfracemos con otros nombres más "trendy".

Comentarios

JESUS ha dicho que…
Lo que me divierte de Tintín es que el destino le guía por caminos cuyo final, él mismo desconoce. Simplemente nos hace co-protagonistas de sus aventuras, muchas de las veces en lugares exóticos ó emblemáticos. En dos palabras nos hace soñar y nos distrae. Intentaré ver la película, al menos porque el sello es Spielberg
Iván Bono Vilar ha dicho que…
Por mi parte, supongo que iré a ver la película, aunque confieso que me aterra la posibilidad de salir de la sala un tanto decepcionado, puesto que, en mi opinión, los álbumes de Hergé son una sombra muy alargada, incluso para un tándem como el que forman Steven Spielberg y Peter Jackson.
David Navarro ha dicho que…
A mí me ha decepcionado la película bastante. Aunque lo que más rabia me ha dado ha sido no tener veintitantos años menos para disfrutarla como un niño (los mayores de veinticinco años se aburrirán como ostras).
Tampoco sé es si los niños se enterarán de la trama a la velocidad que va esta película. Por un momento pensé que nos habían puesto una demo del videojuego en vez de la peli...

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Dos grandes pintores para una ciudad pequeña

Una obra de Alguacil que recuerda a Monet. En la calle Pizarro de La Vila Joiosa, probablemente una de las arterias principales de la ciudad (o pueblo, los que me habéis leído sabéis que los uso indistintamente en referencia a mi lugar de nacimiento) hay abierto desde tiempos inmemoriales un taller de un gran pintor: Evaristo Alguacil. Casi sin anunciarse, muchos aficionados a la pintura han insistido hasta recibir sus clases y quién más o quién menos conoce lo más representativo de su trabajo, sobre todo al óleo, principalmente esas marinas tan personales, tan vileras y universales al mismo tiempo. Sin embargo, pocos, en relación a la categoría del artista, conocen bien la obra de Alguacil. Creen que es un señor que repite cuadros sobre las casas de colores representativas de La Vila o se dedica solamente al puerto y sus barcos de pesca. Es cierto, y él lo reconoce, que son parte de su sello personal y la gente aprecia estas pinturas por dos motivos: por su calidad y, además,