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Cómo superar el problema de la deuda europea

Para nada bueno.
Hoy sábado, los guardianes del mundo (G20) se reúnen en París con el fin de dar con la fórmula mágica para acabar con el problema de la deuda de los países de la Europa pobre.

Para empezar se podrían haber ahorrado el viaje. Hay dos soluciones, por lo menos, que se pueden tomar por vídeoconferencia, chat, e-mail, teléfono, sentido común ...

La primera, condonar la deuda. El otro día se le escapó a Angela Merkel, pues dudaba entre apretar la soga a los griegos o perdonarles la deuda. Con la primera opción, los ricos seguirían siendo más ricos y con la segunda, obtendrían menos beneficios.

Efectivamente, tal y como estás pensando, al 99 por ciento de la población europea le conviene la segunda opción. Es más, si hablamos de solidaridad y de justicia social, no hay color.

Lo que me perturba es que el principal enemigo de esta forma de pensar humanitaria y racional está en el propio ciudadano de a pie, el que defiende la libertad mercantilista como si fuera una especie de ley divina. Son los mismos que se creen inmunes al gran abuso global de los reyes del capitalismo porque tienen un buen sueldo (temporal). También aseguran que el PP no es un partido de derechas y se creen lo que les cuenta el Financial Times. ¿Qué se puede hacer para que se humanicen un poco? Por desgracia, un revés de la vida, y no se lo deseo.

Pero hay otra alternativa aparte de condonar la deuda. Ya que los bancos y todos esos engendros financieros se inventaron la crisis mientras sus responsables se enriquecían y, para colmo, obtuvieron ayudas millonarias de los gobiernos cómplices (ese pacto Obama-Bush, poco antes de que la esperanza negra fallida se hiciera realidad, amarga realidad), la propuesta es sencilla: que paguen ellos, con sus beneficios, todos los efectos de sus abusos. Decretos-ley y juicios rápidos para acabar con este inpass de angustia.

No seamos ilusos, porque no propondrán ninguna de las dos soluciones. De hecho, ya han quedado en otro país rico, otra ciudad cara, con hoteles de cinco estrellas, reuniones que no sirven para nada y los medios de comunicación dando respaldo a la pantomima.

Imagen vía Viñetas

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