Aquí, un ser humano asesinado |
Tres versiones sobre la muerte del megalómano mandatario libio y varias imprecisiones graves. Todas estas noticias, cuando menos incompletas (incluso falsas), han aparecido en los medios de comunicación sin que nadie pida excusas por la información anterior. Y tan contentos.
La realidad es que los soldados y sus máquinas de guerra se irán de Libia a finales de octubre. Bueno, eso es lo que dicen. Para el recuerdo quedará cómo el mundo aplaudió un linchamiento, legitimando así la barbarie. La gente de la calle, como siempre, no está para gaitas y a nadie le preocupa que se mate a alguien a quemarropa sin pasar por un tribunal siquiera.
La gran mayoría de las personas que coexisten en este planeta siempre se siente incómodos ante estas reflexiones. Cuando no están ocupados planificando vacaciones o pidiendo créditos para un nuevo coche, consideran que es pecado hablar de cualquier otro tema que no sea la crisis. Por eso, lo más fácil es celebrar la muerte del malo de la película.
A mí no me cabe en la cabeza que un ciudadano español, sin relación alguna con Libia, se alegre tanto del asesinato de un tipo, sea quien sea.
En el fondo, odian a Gadafi como odian a Saddam Hussein, Bin Laden, etc. Es increíble cómo alguien que vive a miles de kilómetros de otra persona puede acumular tanto resentimiento.
Al fin y al cabo, de Gadafi, la mayoría sólo sabe que era un señor muy malo, con el pelo rizado y un sentido de la moda peculiar. Quizá, si conocieran los entresijos de la vida del dictador, la gente de a pie llegaría a la misma conclusión. Pero esto no es excusa. Hay que averiguar la verdad, o al menos buscarla, y en un momento dado, armar un razonamiento. Lo demás, aunque se acierte, tiene poco de inteligente y conecta a la perfección con las escenas dantescas de unos perturbados haciéndose fotos con un cadáver a la la luz de los móviles hipermodernos.
El futuro que le espera a Libia es tan turbio como el de Irak o el de Afganistán. Sin embargo, preveo mejores perspectivas para las compañías petrolíferas. Y si la ONU piensa investigar cómo han muerto los malos de la película, el "ogro" Gadafi y sus hijos, anuncio sin lugar a dudas que todo quedará tan claro como una tormenta de arena en el desierto.
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