Nos estafaron con el boom inmobiliario y las hipotecas, y ahora nos han arrastrado a una crisis generada por los que financian a los partidos políticos y los que de verdad autorizan guerras y decretan la quiebra de los países. Me refiero, claro, a los bancos y todos sus derivados.
Se puede ahorrar, si de verdad es tan necesario, en partidas militares, en ayudas hipócritas a países necesitados (hipócritas, porque no suelen servir para nada y llevan una deuda asociada), en sueldos millonarios, en privilegios para los pocos, en fiestas para el vulgo, en publicidad y, en general, en casi todo menos en lo esencial, salud, sistema de pensiones y educación.
Por más que te repitan que los recortes son necesarios, por favor, no te lo creas. Es ilógico considerar que hay una situación económica catastrófica cuando día tras día los beneficios de las entidades financieras y bancos se incrementan. Duele, además, que el martes tengamos que atarnos el cinturón y el miércoles, el día de la Hispanidad (más bien de la españolidad, porque no creo que los hispanos de América estén por celebrar la salvaje conquista) se exhiban tanques y aviones militares en un despilfarro absurdo.
Si cada militar norteamericano en Afganistán, en la que ya es la guerra más larga de su historia (más que Vietnam), cuesta al año la friolera de un millón de dólares. Los españoles desplegados por esos países de Dios, ¿no significan un dispendio totalmente exagerado?
Para ahorrar hay soluciones mucho más drásticas, por ejemplo, que todos los políticos dejen de cobrar un día a la semana, ya sean parlamentarios o concejales. ¿Tanto les afectaría a sus cuentas bancarias? ¿Dejarían sus puestos por eso? ¿Qué tal limitar los sueldos de los cargos políticos? ¿Qué tal pedirles exclusividad?
A nosotros nos quedan dos opciones, aguantar o salir a la calle y plantarnos. Resignarse y creerse las mentiras del Gobierno, la Unión Europea, el FMI, etc. no es una opción. Salgamos a la calle sin esperar a los sindicatos, que claramente sólo piensan en su propio provecho electoralista. Si no, ¿por qué atacan con tanta fiereza al gobierno de Esperanza Aguirre por sus recortes y hacen como si no pasara nada en la Comunitat Valenciana o Catalunya?
Nadie nos dio permiso para montar el 15M y es un ejemplo para el mundo. De nosotros depende decir ¡basta ya!
Si a todos los políticos les conviene creerse que la crisis es inevitable y sólo se puede superar con nuestro esfuerzo, entonces habrá que prescindir de todos ellos. Simplemente, mienten. Ellos han cubierto tres etapas que tienen como colofón rendir pleitesía a los poderosos. En la primera fase, se hicieron un hueco en las listas de su partido (recuerda que no votas a personas, sino a un partido que designa a dedo a sus elegidos). En la segunda etapa se aprovecharon de la financiación privada para engañar a los votantes de manera directa o indirecta. En la tercera, se mantienen en sus puestos privilegiados gracias a la pleitesía hacia los poderosos de los que ya casi no pueden desprenderse. Y este ciclo se repite cada vez que hay unas elecciones.
Un círculo vicioso que sirve para que todos los que ostentan el poder, lo sigan haciendo y, además, lo dejen en herencia de padres a hijos, o de abuelos a nietos. Se me ocurren dos soluciones, por lo menos. La primera, cambiar el sistema de elección de diputados por uno transparente (en gran parte de Europa, el diputado se gana los votos casa por casa, literalmente, y luego responde a las quejas y sugerencias de sus votantes). La segunda pasaría por evitar a toda costa la financiación privada de los partidos, de modo que si no hay dinero para organizar una feria cada día para que salga en televisión, no se organice. Que se ganen el pan con el sudor de su frente, como casi todos los demás.
Mientras tanto, la legalidad vigente seguirá alimentando una patraña enorme que se oculta bajo la sombra de la democracia. Una mentira demasiado apestosa como para que nos la traguemos. Ellos son poderosos, pero nosotros somos más y la verdad nos asiste.
Se puede ahorrar, si de verdad es tan necesario, en partidas militares, en ayudas hipócritas a países necesitados (hipócritas, porque no suelen servir para nada y llevan una deuda asociada), en sueldos millonarios, en privilegios para los pocos, en fiestas para el vulgo, en publicidad y, en general, en casi todo menos en lo esencial, salud, sistema de pensiones y educación.
Por más que te repitan que los recortes son necesarios, por favor, no te lo creas. Es ilógico considerar que hay una situación económica catastrófica cuando día tras día los beneficios de las entidades financieras y bancos se incrementan. Duele, además, que el martes tengamos que atarnos el cinturón y el miércoles, el día de la Hispanidad (más bien de la españolidad, porque no creo que los hispanos de América estén por celebrar la salvaje conquista) se exhiban tanques y aviones militares en un despilfarro absurdo.
Si cada militar norteamericano en Afganistán, en la que ya es la guerra más larga de su historia (más que Vietnam), cuesta al año la friolera de un millón de dólares. Los españoles desplegados por esos países de Dios, ¿no significan un dispendio totalmente exagerado?
Para ahorrar hay soluciones mucho más drásticas, por ejemplo, que todos los políticos dejen de cobrar un día a la semana, ya sean parlamentarios o concejales. ¿Tanto les afectaría a sus cuentas bancarias? ¿Dejarían sus puestos por eso? ¿Qué tal limitar los sueldos de los cargos políticos? ¿Qué tal pedirles exclusividad?
A nosotros nos quedan dos opciones, aguantar o salir a la calle y plantarnos. Resignarse y creerse las mentiras del Gobierno, la Unión Europea, el FMI, etc. no es una opción. Salgamos a la calle sin esperar a los sindicatos, que claramente sólo piensan en su propio provecho electoralista. Si no, ¿por qué atacan con tanta fiereza al gobierno de Esperanza Aguirre por sus recortes y hacen como si no pasara nada en la Comunitat Valenciana o Catalunya?
Nadie nos dio permiso para montar el 15M y es un ejemplo para el mundo. De nosotros depende decir ¡basta ya!
Si a todos los políticos les conviene creerse que la crisis es inevitable y sólo se puede superar con nuestro esfuerzo, entonces habrá que prescindir de todos ellos. Simplemente, mienten. Ellos han cubierto tres etapas que tienen como colofón rendir pleitesía a los poderosos. En la primera fase, se hicieron un hueco en las listas de su partido (recuerda que no votas a personas, sino a un partido que designa a dedo a sus elegidos). En la segunda etapa se aprovecharon de la financiación privada para engañar a los votantes de manera directa o indirecta. En la tercera, se mantienen en sus puestos privilegiados gracias a la pleitesía hacia los poderosos de los que ya casi no pueden desprenderse. Y este ciclo se repite cada vez que hay unas elecciones.
Un círculo vicioso que sirve para que todos los que ostentan el poder, lo sigan haciendo y, además, lo dejen en herencia de padres a hijos, o de abuelos a nietos. Se me ocurren dos soluciones, por lo menos. La primera, cambiar el sistema de elección de diputados por uno transparente (en gran parte de Europa, el diputado se gana los votos casa por casa, literalmente, y luego responde a las quejas y sugerencias de sus votantes). La segunda pasaría por evitar a toda costa la financiación privada de los partidos, de modo que si no hay dinero para organizar una feria cada día para que salga en televisión, no se organice. Que se ganen el pan con el sudor de su frente, como casi todos los demás.
Mientras tanto, la legalidad vigente seguirá alimentando una patraña enorme que se oculta bajo la sombra de la democracia. Una mentira demasiado apestosa como para que nos la traguemos. Ellos son poderosos, pero nosotros somos más y la verdad nos asiste.
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