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O con Grecia o contra mí

Dos días de huelga general en Grecia
Miércoles y jueves, 48 horas de huelga general en Grecia. En los corruptos medios de comunicación españoles vamos a oír cosas como "así les va", "esto no hace más que empeorar su situación", etc.

En efecto, como los tres o cuatro potentes emporios mediáticos tienen a sueldo a las lenguas y plumas más atrevidas y venenosas del país, vamos a tener ración y media por segundo de lo miserables que son los griegos, porque, dirán ellos, no hay mayor miseria que la que uno mismo se busca.

Supongo que parten de la base de que la crisis les ha golpeado con justicia porque han hecho muy mal las cosas. Pero, ¿quién lo ha hecho tan desastrosamente mal? ¿El guía del museo local? ¿El carpintero? ¿Todos los fontaneros griegos?

La crisis griega se debe a dos factores principales, no más. Por un lado, los poderosos de Grecia han malversado el dinero. Por el otro, el monstruo capitalista que se come a sus hijos, la Unión Europea, busca sacrificios entre los más débiles.

Aquí sólo veo dos soluciones. La primera, que los políticos y financieros que han llevado a la quiebra a su país paguen con el dinero que se han llevado a los paraísos fiscales (y luego con la cárcel). La segunda tampoco tiene mucho misterio. Consiste en pedirle a esa Europa ficticia, puramente económica, emblema de dos o tres países ricos, que sacie su sed de dinero con solidaridad y que pague el rescate de su secuestro a Estados Unidos con una menor dosis de codicia y una lección de humanidad. Ni más ni menos. Que arrimen (arrimemos) todos el hombro por nuestros vecinos.

Si la primera solución no se pone en marcha es que todo está corrupto. Y en el caso de la segunda, si seguimos hincando el diente en las venas de los cuellos de mantequilla, entonces pido un referéndum, porque algunos preferiríamos apearnos de esta Europa que se ha dejado los derechos humanos más fundamentales envueltos en un billete del Monopoly, ahí en el contenedor de la basura.

Adelante, Grecia, con los dos días de huelga. El pueblo no tiene por qué pagar los desmanes de los demás. Ni a los grandes empresarios ni al Banco Central Europeo les hará puñetera gracia. De eso se trata.

España sigue en stand-by quizá porque todos sabemos que los insensatos lograrán que el PP gobierne con mayoría absoluta y entonces necesitaremos todos los días del calendario para protestar por haber votado a un partido que sólo mira por su cuenta corriente y la de sus patrocinadores. Ya se sabe: España siempre llega tarde a todo. Tarde y mal.

Pero, ¿y si nuestros sindicalistas también se hubieran acomodado a la poltrona junto a los políticos? ¿Y si en el fondo nos hubiéramos creído que es nuestro sino: sufrir un recorte de mil pares de narices y aguantar?

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