A mí me da pena que seamos los sustitutos e interinos los que tengamos que mover cielo y tierra por nuestro futuro en el sector y todavía me parece más triste que la sociedad crea que se trata de una lucha egoísta y estéril.
Hablo de la situación en Catalunya, pero creo que es extensible a todo el estado español. De entrada, los padres que tengan hijos con alguna necesidad educativa especial son los primeros que tendrían que alarmarse ante los recortes educativos. En la práctica, estos niños y adolescentes van a ser peor atendidos. Si se aumentan los alumnos por aula y se recortan plazas de maestros y profesores, ¿cuál será el resultado sino una educación al por mayor?
Ahora me pongo en mi situación personal. Si consigo trabajar, que ésa es otra, y me encuentro con más de treinta alumnos en una clase que de por sí ya estaba abarrotada, ¿qué tipo de clase de inglés puedo ofrecer?
Además, toda una serie de programas que buscan la inclusión social de niños inadaptados o con dificultades educativas especiales se van a ver afectados. Supongo que también irán directamente a un aula masificada. Sin anestesia.
Si eres madre o padre, ¿quieres que tu hijo o hija con necesidades específicas sea tratado como un número más? Míralo desde el otro lado, ¿quieres que tu hija o hijo que por fortuna puede seguir un ritmo de clase rápido tenga que ver ralentizada su evolución como estudiante?
Aparte, con la hora añadida para los profesores y la asunción de sustituciones, guardias y tutorías extra para los funcionarios (ya que a los demás no nos las quieren pagar), ¿cómo crees que va a ser el rendimiento de estos profesionales?
Si las familias, a través de las asociaciones, del Consejo Escolar, o como individuos, no son conscientes del problema, más vale que ahorren para colegios e institutos privados y academias.
Claro que dado que cualquier familia que se lo pueda permitir ya destinará a sus hijos a estos centros, dudo que los demás encuentren plaza. Y si las leyes de oferta y demanda se cumplen, subirá el precio de las matrículas. ¿Qué familia trabajadora se lo podrá afrontar? Por dudar, dudo incluso que estos centros privados, dadas sus reticencias para invertir en instalaciones, material y formación, y la creciente diversidad de alumnos, puedan mantener unos estándares de calidad.
Vaya, que si se hunde el pilar, que es la educación pública, al bajar su nivel también hará bajar el de la privada. Además, la educación privada es una opción válida, pero no nos engañemos: no deja de ser un negocio. Habrá centros en los que confluyan los intereses educativos con los económicos, pero no siempre podrá ser así. Por eso defiendo la educación pública, aunque considero que está bien que existan otras opciones.
A propósito, ¿saben las familias cuál es la calidad ahora mismo de la educación española? Pues de las peores de Europa. Lo dicen los informes PISA, la UNESCO y diversos estudios. Y lo digo yo por lo que he visto en los numerosos centros en los que he trabajado. Los profesionales hacemos lo que podemos, pero no es fácil lidiar con más de treinta criaturas con algunos principios básicos por aprender.
Sé que este argumento convencerá sólo a algunas personas, porque requiere de una mentalidad crítica y de una información muy profunda sobre los últimos movimientos. Pero hay que insistir en ello: no es verdad que no haya dinero para la educación. Los gobiernos tienen capital para lo que les interesa. Si me pides una prueba, por favor dame tú una prueba de lo contrario.
En cualquier caso, los gobiernos se deben a los ciudadanos, a los que les votaron y a los que no. Y tienen la obligación de negociar. Tampoco lo están haciendo. Y eso es inadmisible.
Incluso dando por buena la realidad económica que nos quieren pintar, ¿por qué no se tocan los sueldos de los profesores que más cobran? Es injusto, lo sé, porque no se trata de privilegios sino de derechos adquiridos tras muchas luchas. Pero, ¿no es peor saturar las aulas y reducir el profesorado? Claro que quizá no sea buena idea entrar en el juego de los poderes. La educación pública necesita mejorar y no creo que se pueda hacer disminuyendo los recursos.
Familias, se puede combatir esta crisis generada por la banca y los especuladores con la complicidad de los políticos sin tocar la educación pública. Es tan sencillo como retirar otras partidas. No tenemos nada mejor en este país que nuestra sanidad, ¿verdad? Pues tampoco deberían tocarla. ¿Y quiénes van a las manifestaciones? Médicos y enfermeros... Los pacientes no se unen a sus protestas. ¿No es absurdo? Igual de absurdo que esperar que los niños y adolescentes salgan a la calle a reivindicar una educación mejor. ¿Acaso no tienen sus padres, las familias, la obligación de velar por sus derechos?
Si la educación pública, ya precaria de por sí, recibe más ataques por parte de los gobernantes perdemos todos: los profesores sustitutos e interinos porque acabaremos cansándonos de esperar esa llamada que nunca llega y nos pasaremos a la privada o a otro sector; los profesores con plaza, porque tendrán que afrontar una mayor carga de trabajo con menos medios; las familias, porque tendrán que compensar de otra manera, no sólo económica, las deficiencias del sistema; la sociedad en su conjunto... Y no nos olvidemos de los principales protagonistas, los escolares de hoy, que serán los adultos del futuro.
Rescatemos la educación y la sanidad pública. Nos va varias generaciones de españoles en ello.
Hablo de la situación en Catalunya, pero creo que es extensible a todo el estado español. De entrada, los padres que tengan hijos con alguna necesidad educativa especial son los primeros que tendrían que alarmarse ante los recortes educativos. En la práctica, estos niños y adolescentes van a ser peor atendidos. Si se aumentan los alumnos por aula y se recortan plazas de maestros y profesores, ¿cuál será el resultado sino una educación al por mayor?
Ahora me pongo en mi situación personal. Si consigo trabajar, que ésa es otra, y me encuentro con más de treinta alumnos en una clase que de por sí ya estaba abarrotada, ¿qué tipo de clase de inglés puedo ofrecer?
Además, toda una serie de programas que buscan la inclusión social de niños inadaptados o con dificultades educativas especiales se van a ver afectados. Supongo que también irán directamente a un aula masificada. Sin anestesia.
Si eres madre o padre, ¿quieres que tu hijo o hija con necesidades específicas sea tratado como un número más? Míralo desde el otro lado, ¿quieres que tu hija o hijo que por fortuna puede seguir un ritmo de clase rápido tenga que ver ralentizada su evolución como estudiante?
Aparte, con la hora añadida para los profesores y la asunción de sustituciones, guardias y tutorías extra para los funcionarios (ya que a los demás no nos las quieren pagar), ¿cómo crees que va a ser el rendimiento de estos profesionales?
Si las familias, a través de las asociaciones, del Consejo Escolar, o como individuos, no son conscientes del problema, más vale que ahorren para colegios e institutos privados y academias.
Claro que dado que cualquier familia que se lo pueda permitir ya destinará a sus hijos a estos centros, dudo que los demás encuentren plaza. Y si las leyes de oferta y demanda se cumplen, subirá el precio de las matrículas. ¿Qué familia trabajadora se lo podrá afrontar? Por dudar, dudo incluso que estos centros privados, dadas sus reticencias para invertir en instalaciones, material y formación, y la creciente diversidad de alumnos, puedan mantener unos estándares de calidad.
Vaya, que si se hunde el pilar, que es la educación pública, al bajar su nivel también hará bajar el de la privada. Además, la educación privada es una opción válida, pero no nos engañemos: no deja de ser un negocio. Habrá centros en los que confluyan los intereses educativos con los económicos, pero no siempre podrá ser así. Por eso defiendo la educación pública, aunque considero que está bien que existan otras opciones.
A propósito, ¿saben las familias cuál es la calidad ahora mismo de la educación española? Pues de las peores de Europa. Lo dicen los informes PISA, la UNESCO y diversos estudios. Y lo digo yo por lo que he visto en los numerosos centros en los que he trabajado. Los profesionales hacemos lo que podemos, pero no es fácil lidiar con más de treinta criaturas con algunos principios básicos por aprender.
Sé que este argumento convencerá sólo a algunas personas, porque requiere de una mentalidad crítica y de una información muy profunda sobre los últimos movimientos. Pero hay que insistir en ello: no es verdad que no haya dinero para la educación. Los gobiernos tienen capital para lo que les interesa. Si me pides una prueba, por favor dame tú una prueba de lo contrario.
En cualquier caso, los gobiernos se deben a los ciudadanos, a los que les votaron y a los que no. Y tienen la obligación de negociar. Tampoco lo están haciendo. Y eso es inadmisible.
Incluso dando por buena la realidad económica que nos quieren pintar, ¿por qué no se tocan los sueldos de los profesores que más cobran? Es injusto, lo sé, porque no se trata de privilegios sino de derechos adquiridos tras muchas luchas. Pero, ¿no es peor saturar las aulas y reducir el profesorado? Claro que quizá no sea buena idea entrar en el juego de los poderes. La educación pública necesita mejorar y no creo que se pueda hacer disminuyendo los recursos.
Familias, se puede combatir esta crisis generada por la banca y los especuladores con la complicidad de los políticos sin tocar la educación pública. Es tan sencillo como retirar otras partidas. No tenemos nada mejor en este país que nuestra sanidad, ¿verdad? Pues tampoco deberían tocarla. ¿Y quiénes van a las manifestaciones? Médicos y enfermeros... Los pacientes no se unen a sus protestas. ¿No es absurdo? Igual de absurdo que esperar que los niños y adolescentes salgan a la calle a reivindicar una educación mejor. ¿Acaso no tienen sus padres, las familias, la obligación de velar por sus derechos?
Si la educación pública, ya precaria de por sí, recibe más ataques por parte de los gobernantes perdemos todos: los profesores sustitutos e interinos porque acabaremos cansándonos de esperar esa llamada que nunca llega y nos pasaremos a la privada o a otro sector; los profesores con plaza, porque tendrán que afrontar una mayor carga de trabajo con menos medios; las familias, porque tendrán que compensar de otra manera, no sólo económica, las deficiencias del sistema; la sociedad en su conjunto... Y no nos olvidemos de los principales protagonistas, los escolares de hoy, que serán los adultos del futuro.
Rescatemos la educación y la sanidad pública. Nos va varias generaciones de españoles en ello.
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