Ir al contenido principal

La huelga tranquila

Persiana medio abierta o medio cerrada.
Haciendo zapping la noche del 14 de noviembre, día de huelga general en España, me sorprendió que tres locutores de canales diferentes resaltaran lo tranquila que había transcurrido la jornada de huelga. Lo curioso del caso es que a renglón seguido ofrecían imágenes de combates encarnizados entre manifestantes y policías de todas las latitudes del país. Un momento: o el texto está equivocado o las imágenes corresponden a otro momento histórico. O tal vez no haya ningún error en la incongruencia.

¿Acaso el Gobierno dicta los mensajes a los medios de comunicación generalistas? Da la sensación de que es así, porque los esfuerzos de los tres periodistas por dejar claro que había sido un día de paz y rosas se topaban de cuernos (ya no sé si intencionadamente) con la realidad de las imágenes, copiosas, preocupantes y muy violentas.



Por cosas de la vida, uno de estos altercados me pilló en Via Laietana, a la altura de la Plaza de la Catedral de Barcelona. Y vi lo de siempre: un grupo de una treintena de críos (desde los 16 a los 30 mal llevados) que siguen el juego a los poderes. En lugar de manifestarse sobre el fondo de los problemas económicos y sociales, se dedican a insultar y a lanzar basura contra los mossos d'esquadra para que éstos, haciendo gala de un nerviosismo poco profesional, carguen a la mínima y provoquen la estampida general.

A todo esto, algunos mossos disparaban al suelo y otros no. Y los famosos agentes secretos debían de estar recopilando información, porque no actuaban, y eso que se veía a la legua quién iba a manifestarse y quién, la minoría, a otra cosa.

Durante el resto del día, también lo de siempre: en el centro de Barcelona, casi todo cerrado, pero también muchos comercios, sobre todo franquicias, con las persianas a medio cerrar o a medio abrir, según se mire.

Una vergüenza, porque los patronos exponen a sus trabajadores a inevitables problemas en un sinvivir que dudo que salga rentable para el propio comerciante. ¿No sería más fácil ofrecer la seguridad a los empleados de optar libremente por ir a trabajar o no? Parece que algunos "jefes" prefieren coaccionar a sus numerarios para que jueguen al gato y al ratón todo el día.

Lo más triste, a mi juicio, es que los comercios que permanecen todo el día de huelga cerrados no suelen ofrecer en sus persianas o escaparates información del motivo del cierre. Aunque sea obvio, creo que es una prueba de que cierran por precaución y no por convicción. Y a mí me parece triste porque el pequeño comerciante no deja de ser un trabajador, aunque compute como empresario.

Desde luego, he visto muy pocos carteles en los negocios cerrados que mostraran entusiasmo por celebrar el ejercicio de un derecho democrático y, a mi juicio, con la que está cayendo, necesario.

Para finalizar, en lugar de tanta aglomeración contenida por la agresividad de los antidisturbios, convenientemente provocados por los gamberros de cada manifestación, mejor nos habría ido con una mayor cantidad de argumentos críticos y constructivos a las puertas de cada parlamento o sede presidencial, porque correr delante de los policías me recuerda demasiado a una actividad improductiva que no terminó con una dictadura de casi 40 años.

pd: Por cierto, según el comercio, acude presta la policía para que puedan subir la persiana, caso de los Opencor o cualquier establecimiento que huela a emporio como El Corte Inglés. Otros no tienen tanta suerte (ver fotografía). ¿Acaso no pagan su parte de impuestos dedicada a la seguridad pública? Siempre habrá clases. Otro día contaré lo de la tienda de cartuchos de impresoras con un chico negro asomado por si venían los piquetes y el dueño, pálido como un muerto, dándole órdenes desde dentro del local.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Empleados más puteados del mes (Cash Converters)

Es una franquicia que no ha dejado de crecer con la crisis. Sin embargo, y a pesar de abrir nuevos locales, todo apunta a que les va fatal. Lo primero que percibes es que los empleados no cobran incentivos por vender más, o si los reciben, son de pena. Haz la prueba. Intenta entrar cuando quedan diez minutos para el cierre. De repente, todos desaparecen hasta que a menos ocho minutos una voz cavernosa te invita a marcharte. Inmediatamente, la persiana cae como si fuera confeti. Luego está el mal rollo entre ellos. El otro día un señor me atiende en la zona en la que te compran los productos, bastante sórdida siempre, y llegan dos compañeros con un avioncito teledirigido. Poco más y se los come. Delante de mí y sin reparos, les echó una bronca de mil demonios.