Ir al contenido principal

Boca a boca

Al salir del trabajo tendría que haber tomado la línea roja del metro para hacer transbordo en el centro y dirigirme hacia el Nordeste, donde vivo y, por fortuna, no me encuentro con los gilipollas de traje barato y barbita de dos días.

Sin embargo, no lo hice así. Preferí andar por una calle cualquiera para ver parques, gente, terrazas de bares sin solera y esa Barcelona que todas las excursiones turísticas evitan.

Me molestan al fondo las nubes amenazantes, pero peor lo llevo con la Sagrada Familia y sus grúas amarillentas. Me hacen pensar en la muerte: tanta gente murió con la esperanza de ver terminado el templo...

El cabreo no me deja disfrutar de los ancianos que pasean agarrados, quizá a echar la quiniela o a tomar un café descafeinado, ni de los padres primerizos que observan sentados en un banco lo poco que pueden ver de un bebé que duerme bien tapado en mitad del solar al que llaman parque. Ni me fijo en una chica de ojos tristes que ha salido a sacar al perro sin arreglarse.

Cuando ya pierdo la Sagrada Familia de vista, me giro y me encuentro con el edificio supositorio donde trabajo y tengo que empezar otra vez a hacer respiraciones profundas para calmarme.

Entonces, llueve con furia y sin avisar. Ninguna de mis dos capuchas, ni la de la sudadera Nike ni la de la chaqueta Adidas me tapan por completo la cabeza. Además, me hacen joroba.

Por fin, encuentro una boca de metro cualquiera, me hundo en sus escaleras mecánicas, saco la cabeza al aire cálido de la estación, me pongo los auriculares de mi MP3, elijo el disco de siempre y empiezo a ser feliz.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Ada Colau, o la esperanza

La posmodernidad nos ha traído la ilusión de democracia universal, la hermandad tecnológica y la supresión de autoritarismos. También ha ayudado a que el cinismo se practique con normalidad y que cada cual pueda decir la idiotez que le dé la gana sin aportar pruebas, Ante tal profusión de idiotas opinadores, yo no voy a ser menos. Sostengo que Ada Colau, como Carmena en Madrid, es la esperanza de la democracia. Ante el político de carrera, el que no repite traje, el que gasta camisas de seda caras, el que vuela en Business, el que coloca a sus familiares y amigos, el que no ha trabajado en un curro precario en su vida, reivindico a la persona que se ha peleado en el barro de las injusticias sociales sin esperar prebendas y que tarde o temprano ha dado el paso a la primera línea política para cambiar las cosas. Ada Colau no tiene una carrera de jueza implacable ni se jugó el tipo ya desde la transición para combatir los penúltimos vestigios del franquismo. Y no lo hizo porque...