Últimamente me he dedicado a leer otros blogs, porque uno de los muchos peligros que acecha al escritor, como al orador que acaba por no escuchar, es no leer lo que otros publican.
Ya sé que llamarme escritor puede venirme grande, y que visto lo visto por la Red a otros incluso les puede parecer una broma, pero déjame que me autodefina como me dé la gana, que ya habrá quien se invente sus razones para descalificarme.
Decía que he estado leyendo blogs y me he encontrado con tres o cuatro tipos de publicaciones bastante popularizadas.
En primer lugar, la más común, la de la persona que se apunta a esto de los blogs por deporte, aburrimiento, etc. y no pretende nada más que lanzar mensajes a sus cuatro amigos, practicar sus faltas de ortografía o matar los tiempos muertos en la oficina.
Luego está el reverso de la moneda: aquellos que cuidan su blog como un huerto milagroso y en el que exhiben lo mejor de sí mismos en la presentación, los textos, etc. Se deben a sí mismos y no se percibe un deseo de autopublicitarse. La sensación que queda en el lector es que se trata de personas incapaces de emprender una tarea sin que se cumplan unos mínimos, ya sea informativos, artísticos, etc. (dependerá del blog).
Los blogs más fáciles de identificar son estos que se incluyen en un ramillete corportativo que toca varias temáticas. Los blogs están asociados entre sí y en cada uno trabajan (por una miseria) varios redactores que compiten por lograr escribir el máximo de artículos (porque cobran por cada pieza). Detrás suele haber mentes preclaras que se apuntaron al carro de los blogs con visión comercial cuando el resto de la gente pensaba que realmente eran diarios personales. Se alimentan de la publicidad, por supuesto, y se deben a no pocos intereses (cuanto más visitas reciben, más atadas tienen las manos).
Por último, existen los blogs en los que el autor (a veces, son dos o tres personas con un mismo fin) se autopromociona y se autoproclama especialista en uno, dos o tres temas como máximo. Su finalidad, se ve a las claras, no es otra que utilizar el blog como trampolín para trabajar en algún medio de prensa especializado o en otro blog renumerado. Tampoco faltan los que tienen como prioridad ensanchar su ego a lo largo de este mundo internauta cada vez menos ficticio, pero siempre, digan lo que digan, virtual.
Según esta somera, insuficiente y, tal vez, descarada clasificación, ¿dónde se ubica este blog? Pues, ya que me gusta ser sincero, o mejor dicho, ya que me cuesta no serlo, te diré que coge elementos de todos, menos de los asociados, porque aquí el único que escribe es el que firma y de momento no he visto ni un céntimo de euro.
Tengo muy claro que escribo, en primer lugar, por necesidad física; vamos, para que no me entre el mono. Y también soy consciente de que me encanta que mis textos sean leídos, que no es lo mismo que decir que me encanta que me lean a mí. No me estás leyendo a mí, recuérdalo, estás leyendo un texto que, por cosas de la vida, salió de mi puño y tecla.
Puede que en el fondo haya un deseo de trascender, pero la realidad, nunca lo negaré, es que mi único deseo profesional sería pasarme la vida laboral que me queda escribiendo, porque, de todas las cosas que puedo hacer es la que más me satisface.
¿Y qué pasa con la calidad del blog? Bueno, los que esperen un diseño mejor, fantásticos vídeos, fotos originales, etc. no lo van a encontrar aquí si no es por casualidad. Incluso, aunque me he dedicado a la edición de textos, me reservo el derecho a puntuar mal de vez en cuando y colar alguna falta de estilo e incluso sintáctica u ortográfica (no adrede, sino por las prisas).
Tampoco usaré reclamos como los temas de moda, el sexo, los famosos, etc. a no ser que lo necesite para expresarme.
En realidad, a este blog le ocurre lo que a mí (y lo que le pasa a la mayoría de la gente que quiero). Es muy simple y complicado a la vez: se trata de andar a tientas, sin disímulo, pero con muchísimas ganas de acariciar fragmentos de esa gran verdad que nos falta a todos para cerrar los ojos, suspirar, sonreír y decir en voz alta: "ahora sí".
Ya sé que llamarme escritor puede venirme grande, y que visto lo visto por la Red a otros incluso les puede parecer una broma, pero déjame que me autodefina como me dé la gana, que ya habrá quien se invente sus razones para descalificarme.
Decía que he estado leyendo blogs y me he encontrado con tres o cuatro tipos de publicaciones bastante popularizadas.
En primer lugar, la más común, la de la persona que se apunta a esto de los blogs por deporte, aburrimiento, etc. y no pretende nada más que lanzar mensajes a sus cuatro amigos, practicar sus faltas de ortografía o matar los tiempos muertos en la oficina.
Luego está el reverso de la moneda: aquellos que cuidan su blog como un huerto milagroso y en el que exhiben lo mejor de sí mismos en la presentación, los textos, etc. Se deben a sí mismos y no se percibe un deseo de autopublicitarse. La sensación que queda en el lector es que se trata de personas incapaces de emprender una tarea sin que se cumplan unos mínimos, ya sea informativos, artísticos, etc. (dependerá del blog).
Los blogs más fáciles de identificar son estos que se incluyen en un ramillete corportativo que toca varias temáticas. Los blogs están asociados entre sí y en cada uno trabajan (por una miseria) varios redactores que compiten por lograr escribir el máximo de artículos (porque cobran por cada pieza). Detrás suele haber mentes preclaras que se apuntaron al carro de los blogs con visión comercial cuando el resto de la gente pensaba que realmente eran diarios personales. Se alimentan de la publicidad, por supuesto, y se deben a no pocos intereses (cuanto más visitas reciben, más atadas tienen las manos).
Por último, existen los blogs en los que el autor (a veces, son dos o tres personas con un mismo fin) se autopromociona y se autoproclama especialista en uno, dos o tres temas como máximo. Su finalidad, se ve a las claras, no es otra que utilizar el blog como trampolín para trabajar en algún medio de prensa especializado o en otro blog renumerado. Tampoco faltan los que tienen como prioridad ensanchar su ego a lo largo de este mundo internauta cada vez menos ficticio, pero siempre, digan lo que digan, virtual.
Según esta somera, insuficiente y, tal vez, descarada clasificación, ¿dónde se ubica este blog? Pues, ya que me gusta ser sincero, o mejor dicho, ya que me cuesta no serlo, te diré que coge elementos de todos, menos de los asociados, porque aquí el único que escribe es el que firma y de momento no he visto ni un céntimo de euro.
Tengo muy claro que escribo, en primer lugar, por necesidad física; vamos, para que no me entre el mono. Y también soy consciente de que me encanta que mis textos sean leídos, que no es lo mismo que decir que me encanta que me lean a mí. No me estás leyendo a mí, recuérdalo, estás leyendo un texto que, por cosas de la vida, salió de mi puño y tecla.
Puede que en el fondo haya un deseo de trascender, pero la realidad, nunca lo negaré, es que mi único deseo profesional sería pasarme la vida laboral que me queda escribiendo, porque, de todas las cosas que puedo hacer es la que más me satisface.
¿Y qué pasa con la calidad del blog? Bueno, los que esperen un diseño mejor, fantásticos vídeos, fotos originales, etc. no lo van a encontrar aquí si no es por casualidad. Incluso, aunque me he dedicado a la edición de textos, me reservo el derecho a puntuar mal de vez en cuando y colar alguna falta de estilo e incluso sintáctica u ortográfica (no adrede, sino por las prisas).
Tampoco usaré reclamos como los temas de moda, el sexo, los famosos, etc. a no ser que lo necesite para expresarme.
En realidad, a este blog le ocurre lo que a mí (y lo que le pasa a la mayoría de la gente que quiero). Es muy simple y complicado a la vez: se trata de andar a tientas, sin disímulo, pero con muchísimas ganas de acariciar fragmentos de esa gran verdad que nos falta a todos para cerrar los ojos, suspirar, sonreír y decir en voz alta: "ahora sí".
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