Me leí en su día uno de los muchos libros dedicados al 23-F. Lo firmaba José Oneto. Recuerdo haber disfrutado como un enano a la espera de alguna conclusión esclarecedora. No la encontré. Hace un par de años devoré Anatomía de un instante, de Javier Cercas. Muy fácil de leer, todo en su sitio, pero, de nuevo, nada resuelto. Llevo ya quince días leyendo especiales de los diarios, viendo documentales sobre el fallido golpe de estado y hace un par de días descubrí en El País las actas que se tomaron el día de autos. Me las he engullido enteras (las partes publicadas, claro) en busca de alguna clave. Por supuesto, no he encontrado nada más que nuevas incongruencias.
En realidad, me he documentado más sobre el 23-F que sobre muchos otros temas que me afectan más en mi vida diaria: la mejor dieta, técnicas para leer con rapidez, educación emocional, cómo acertar en la Primitiva, etc.
Ya lo sé: eso nos pasa a todos. De todas maneras, si pudiera colocar en la balanza lo que he leído y visto sobre la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Civil junto a todo lo que he absorbido sobre Tejero y su “todos al suelo” me daría una sorpresa.
Dentro de poco, estrenan la película 23-F. El otro día revisé la serie de televisión de TVE, tan lograda como manipulada ideológicamente. Y durante estos días todos hemos sufrido un bombardeo de pretendidas novedades sobre el tema. ¿Decepcionado? Si esperabas que alguien te contara una porción de la verdad, andabas listo.
Me hace mucha gracia ver cómo todos los medios, sin excepción, se esfuerzan en recordarnos que a) el Rey no tuvo nada que ver con la planificación del golpe y b) no sólo no lo sabía, sino que se opuso desde el principio.
Con Milans del Bosch enterrado y con Tejero fuera del tablero de juego, todos los cañones apuntan al ex general Armada. Tampoco se trata de un blanco incómodo. El anciano de 91 años vive apartado en su pazo gallego y no cuenta con ningún apoyo. El resto del plantel, tanto oficiales como subordinados, apenas pagó el peaje de su osadía.
Por eso, nos han repetido la misma historia de siempre: Armada, el tutor del rey, estaba celoso por la incorporación de Sabino Fernández Campo a su antiguo puesto como Secretario General de la Casa Real. Por eso, y porque el Gobierno de Suárez había ido muy lejos con la legalización de los comunistas e incluso con la instauración del divorcio o la negativa a entrar en la OTAN, Armada y cuatro generales despiadados se vieron obligados a intervenir. España se hundía. ¿Te suena esta excusa? Fue la misma que usaron los franquistas para iniciar la Guerra Civil. La misma base seudohistórica en la que se fundamentan los libros de Pío Moa, César Vidal y su cuadra.
Hasta ahí la historia que conoces y la que te van a subrayar dentro de veinte años, cuando el golpe frustrado cumpla cincuenta años. Pero, ¿alguien se cree que Juan Carlos de Borbón no supiera nada del asunto? Tengamos en cuenta que parte de los servicios secretos estaba en el ajo. Algunos incluso escoltaron a los camiones de los militares para que no se perdieran por Madrid. ¿Cómo puede ser que nadie informara al Rey? La experta en el Vaticano, Paloma Gómez Borrero, contaba hace poco que una semana antes del tejerazo, un cardenal italiano le había advertido que la siguiente semana pasaría algo muy gordo en España.
A mí me parece que esto es de una simpleza insultante. Me recuerda a las vueltas que se le dio (y algunos aún le dan) al señor X del Gal. Por favor, un poco de seriedad. ¿Cómo no lo iba a saber González? ¿Desde cuándo los ministros se juegan el cuello por amor al arte?
Siguiendo el mismo razonamiento. ¿Por qué todos esperaban la adhesión del Rey si éste, en teoría, no sabía nada del golpe? ¿A santo de qué los "soldaditos" de Tejero advierten que no hay que disparar a los “nuestros” aludiendo a algunos diputados? ¿Cómo se atrevió Milán del Bosch a sacar los tanques en Valencia si no tenía la seguridad de que le iban a respaldar? Y, sobre todo, ¿cómo narices se puede hacer un juicio sin que se recuperen las grabaciones de todas las conversaciones efectuados desde el Congreso de los Diputados? Alfonso Guerra afirma que se grabó todo, pero que nadie ha encontrado jamás esas cintas.
Ojo, con mi razonamiento no quiere convencer a nadie de una tesis concreta. ¿Cómo demonios voy a saber yo qué ocurrió en realidad? De lo único que estoy hablando es de que la versión oficial del 23-F, como la del caso GAL, no se sostiene. No tiene lógica. Hace aguas por demasiadas partes.
En realidad, me he documentado más sobre el 23-F que sobre muchos otros temas que me afectan más en mi vida diaria: la mejor dieta, técnicas para leer con rapidez, educación emocional, cómo acertar en la Primitiva, etc.
Ya lo sé: eso nos pasa a todos. De todas maneras, si pudiera colocar en la balanza lo que he leído y visto sobre la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Civil junto a todo lo que he absorbido sobre Tejero y su “todos al suelo” me daría una sorpresa.
Dentro de poco, estrenan la película 23-F. El otro día revisé la serie de televisión de TVE, tan lograda como manipulada ideológicamente. Y durante estos días todos hemos sufrido un bombardeo de pretendidas novedades sobre el tema. ¿Decepcionado? Si esperabas que alguien te contara una porción de la verdad, andabas listo.
Me hace mucha gracia ver cómo todos los medios, sin excepción, se esfuerzan en recordarnos que a) el Rey no tuvo nada que ver con la planificación del golpe y b) no sólo no lo sabía, sino que se opuso desde el principio.
Con Milans del Bosch enterrado y con Tejero fuera del tablero de juego, todos los cañones apuntan al ex general Armada. Tampoco se trata de un blanco incómodo. El anciano de 91 años vive apartado en su pazo gallego y no cuenta con ningún apoyo. El resto del plantel, tanto oficiales como subordinados, apenas pagó el peaje de su osadía.
Por eso, nos han repetido la misma historia de siempre: Armada, el tutor del rey, estaba celoso por la incorporación de Sabino Fernández Campo a su antiguo puesto como Secretario General de la Casa Real. Por eso, y porque el Gobierno de Suárez había ido muy lejos con la legalización de los comunistas e incluso con la instauración del divorcio o la negativa a entrar en la OTAN, Armada y cuatro generales despiadados se vieron obligados a intervenir. España se hundía. ¿Te suena esta excusa? Fue la misma que usaron los franquistas para iniciar la Guerra Civil. La misma base seudohistórica en la que se fundamentan los libros de Pío Moa, César Vidal y su cuadra.
Hasta ahí la historia que conoces y la que te van a subrayar dentro de veinte años, cuando el golpe frustrado cumpla cincuenta años. Pero, ¿alguien se cree que Juan Carlos de Borbón no supiera nada del asunto? Tengamos en cuenta que parte de los servicios secretos estaba en el ajo. Algunos incluso escoltaron a los camiones de los militares para que no se perdieran por Madrid. ¿Cómo puede ser que nadie informara al Rey? La experta en el Vaticano, Paloma Gómez Borrero, contaba hace poco que una semana antes del tejerazo, un cardenal italiano le había advertido que la siguiente semana pasaría algo muy gordo en España.
A mí me parece que esto es de una simpleza insultante. Me recuerda a las vueltas que se le dio (y algunos aún le dan) al señor X del Gal. Por favor, un poco de seriedad. ¿Cómo no lo iba a saber González? ¿Desde cuándo los ministros se juegan el cuello por amor al arte?
Siguiendo el mismo razonamiento. ¿Por qué todos esperaban la adhesión del Rey si éste, en teoría, no sabía nada del golpe? ¿A santo de qué los "soldaditos" de Tejero advierten que no hay que disparar a los “nuestros” aludiendo a algunos diputados? ¿Cómo se atrevió Milán del Bosch a sacar los tanques en Valencia si no tenía la seguridad de que le iban a respaldar? Y, sobre todo, ¿cómo narices se puede hacer un juicio sin que se recuperen las grabaciones de todas las conversaciones efectuados desde el Congreso de los Diputados? Alfonso Guerra afirma que se grabó todo, pero que nadie ha encontrado jamás esas cintas.
Ojo, con mi razonamiento no quiere convencer a nadie de una tesis concreta. ¿Cómo demonios voy a saber yo qué ocurrió en realidad? De lo único que estoy hablando es de que la versión oficial del 23-F, como la del caso GAL, no se sostiene. No tiene lógica. Hace aguas por demasiadas partes.
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