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Nuestro último verano en Escocia: agradable viaje sin sobresaltos

Después de ver este film, uno entiende que lo detestable no son tanto las fórmulas prefabricadas para obtener éxito como las malas películas sin espíritu, sin sentimiento. En ese sentido, resulta curioso que este film para toda la familia no haya conseguido el éxito esperado, pues reúne todos los ingredientes para ser un taquillazo. Por otro lado, sorprende también que resulte fresca pese a que su historia se ciña a un molde millones de veces usado.

Aunque en su vertiente cómica Nuestras último verano en Escocia (odiosa traducción del título original) presenta muchos golpes sorprendentes, normalmente ironizando sobre lo políticamente correcto y sus límites, no es una obra original. Sin ir más lejos, el referente de Cuatro bodas y un funeral pesa como el plomo. También se detectan, tanto en la trama como en las situaciones familiares, trazos de Little Miss Sunshine. Y como nace de un molde universal, es sencillo detectar ecos de otras películas.

Sin embargo, esta familiaridad con otros films no es óbice para que resulte una comedia con toques sentimentales muy bien lograda y, lo más importante, con su propio carácter.

Aparte del catálogo de excentricidades de ingleses y escoceses visto desde el prisma de la autocrítica más sardónica, el film cuenta con todo un elenco de personajes disparatados, escenas de screwball, diálogos chisposos, niños monstruosos, moralina y momentos de soltar la lagrimita.

A todo esto hay que añadirle una banda sonora medida, pero muy poco aventurada, y las siempre agradecidas localizaciones en Escocia.


El eje principal dramático es la dificultad de sobrevivir a un proceso de divorcio tanto para los padres como para los hijos. Aparte, hay otros subtemas que, precisamente por humanos y mundanos, dan pie a la comedia como los problemas para soportar a la familia política, la libertad intrépida de los sueños infantiles y otros más difíciles de congeniar con el humor si no eres británico como el enfrentamiento a la enfermedad y a la muerte. También se dan cita algunos toques absurdos, que como pinceladas, rellenan los tiempos muertos y sacan la sonrisa del espectador.


Yo no la nominaría al Oscar, pero lamentaría mucho haberme perdido una comedia divertida e interesante, que no va de novedosa, pero me hizo pasar un rato agradable tanto para las tripas como para la mente.

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