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Sólo nos quedará el fútbol

El prototipo de español victorioso.
Después de empaparnos de las aberrantes escuchas telefónicas de la trama Gürtel dejando a Ricardo Costa y Paco Camps a la altura del betún, uno se esperaba una sanción ejemplar para dos de las personas que lideraron la Comunidad Valenciana durante casi una década.

Sin embargo, un jurado popular, contra todo pronóstico, contra el sentido común, los ha declarado inocentes. Un 5-4. Por una persona. No importa que todos sepamos que los mafiosos y los ex dirigentes políticos eran "amiguitos del alma". Se van con la sonrisa en el rostro y los bolsillos llenos. Una vez más. El propio PP, días antes, les daba la espalda. Por arte del recochineo, un reconocido falangista ronda el hotel de los miembros del jurado. Las escuchas no dejan lugar a dudas. La declaración de los testigos tampoco. Y quedan en libertad.
La Democracia y la Justicia se dan la mano y del apretón sale un jurado popular, que es la constatación de que si para algo no sirve este sistema político, la mediocracia, es para dar garantías de equidad (ejemplos: Reagan, Thatcher, Bush, etc.).

Por otra parte, nos enteramos la misma semana que por fin van a sentar en el banquillo al "sheriff" de Castellón, un tal Fabra, del que penden más de una decena de causas. Después de tantos años, de tantos jueces que se cagaron en los pantalones pidiendo traslados forzosos, cuando todo el mundo se había acostumbrado al patrón al que siempre le toca la lotería. A sus años, lo quieren juzgar... ¿y para qué?

Mientras, en Madrid, se ha escenificado una sesión triple de juicios a Baltasar Garzón, el juez que más ha hecho por preservar la democracia en España, o el que más se ha dejado ver, que para el caso es lo mismo, porque importa tanto el ejemplo como el número de "hazañas". Sí, por supuesto, lo más interesante es que no haya cometido ilegalidades, pero nadie le va a quitar su derecho a reivindicar la justicia de unos pocos (llámense víctimas del Franquismo, represialados de las dictaduras chilena y argentina, víctimas del terrorismo, etc.). Y, encima, una de las acusaciones viene de la Falange.

En España las cárceles están repletas y muchos de los presos son inmigrantes, privados de la libertad por peleas, menudeo de drogas blandas. Sin embargo, el nuevo ministro Gallardón tiene un plan: importar la cadena perpétua. Y, con la que está cayendo, ni siquiera se pide la encarcelación preventiva de Iñaki Urdangarín, que sobrevuela el mundo impunemente: un día está en Londres, al otro se pasa por Barcelona y unas horas más tarde aparece en Washington. En su entorno se quejan de que antes él y su mujer, la Infanta, iban cada quince días al restaurante de José Andrés en Washington. Y a veces pedían comida para llevar del elitista local. Ahora ya ni eso. Joder, menuda putada para el servicio: ahora tendrán que cocinar cada noche.

Basta de ensayos para la gran función: quedará libre Urdangarín por más pruebas que revele la prensa, igual que Trillo y el Yak-42, como Ruíz Mateos, que se pasa a los jueces por la entrepierna, lo mismo que Camps y Costa y, supongo, tendrán que darle la contrapartida a los socialistas cuando les toque el turno.

Luego, uno busca refugio en el buen cine y se encuentra con que la sala de toda la vida ha echado la persiana. "Razón en el centro comercial". Vas al multicines y tratas de elegir una película, la menos mala, y te tragas una tontería hecha a toda velocidad, pero carísima, con la excusa de Sherlock Holmes. Por ejemplo.

Entonces, te dices, me pondré a leer, que siempre alimenta el intelecto y el alma con más vitaminas que la media de películas. Sin embargo, cuidado: el bestseller plano, que sale en el top 10 de El Corte Inglés, se asoma con guantes de seda por las esquinas del merchandising (y se clona en los autobuses). Y si no, fíate tú de las críticas literarias del diario de turno: ¡pero si todos son amiguetes! Menudos leñazos te puedes llevar con según que escritores: o con Bolaño o contra la cultura. No hay otra. Y ahora Javier Marías ya no vale nada. Ni interesa Marsé porque es antiguo. Sin embargo, los realistas rusos son eternos. Ahora hay que leer refritos de Borges del inventor de la Nocilla o a los estadounidenses: todos son buenos.

Pues entonces, será la música. Y te compras la revista especializada, o te lees el suplemento moderno del diario progresista, y acabas escuchando un bodrio como Manos de topo, una sosez como Russian Red, o el más de lo mismo de Artic Monkeys, todos multipremiados y elogiados, a pesar de que no hacen nada mejor que sus mayores del rock o del pop, o del sinth rock prog o como coño lo llamen para parecer algo genuino, pero que en el fondo es lo mismo de siempre pero jibarizado. Al menos no hablan de Cold Play, porque los baluartes de la cultura musical están muy por encima de estos grupos. Bendita suerte. También ningunean a Pedro Guerra y Javier Ruibal, por españoles, porque no estuvieron ni estarán nunca "in". Y se dejan en el tintero grupos maravillosos como Depedro, que han cometido el error de no llamarse P.J. Harvey.

Al final, sin nada de glamour, sucumbes al partido de vuelta de la Copa del Rey entre el Barça y el Real Madrid. Los estilistas contra los pendencieros, o los protegidos contra los vilipendiados, según de qué equipo seas. Al fin y al cabo, son unos hombres que se olvidan por unos minutos de que son inmensamente ricos y famosos y se arrastran por el campo, dan patadas, codazos, cabezazos y, a veces, incluso juegan bien al fútbol.

De ahí a cambiar una película o un libro por un programa como Punto Pelota sólo hay un paso. Y todo porque el ser humano necesita sobrevivir. Y en estos tiempos conviene pasar por la vida con perfil bajo, para que la desazón no te venza, para que el cuerpo y el alma se acostumbren a alegrías mundanas y pequeñas, ya que la búsqueda de la belleza, la justicia y la verdad parece un camino de sufrimientos que no todos podemos seguir.

Como todo está relacionado, ahora aconsejan quitar cosas positivas del currículum para conseguir empleo. Dios mío, qué tiempo nos ha tocado vivir.

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