Ir al contenido principal

Que alguien nos salve de la telebasura (por favor, sálvame)

Esto de la telebasura me recuerda a la tortura que consiste en horadar la cabeza del prisionero con constantes y, aparentemente inocuos, goteos. En algún país asiático todavía la practican, pero tampoco hay que ir tan lejos para saber qué ocurre con la dichosa gota: cualquier aficionado a la geología te podrá explicar que las sucesivas gotas terminan siempre en erosión (las más pertinaces en agujero).

Los que vamos de listos hemos creído durante mucho tiempo que la gota de los programas televisivos que basan su éxito en exprimir la parte más visceral y oscura de nuestras entrañas -incluyendo la mierda- se puede evitar sin tener que echar mano de un buen paraguas. Uno, ingenuo, cree que se aparta de la tubería que derrama el líquido corrosivo día tras día y ya está.

Sin embargo, quizá no estemos ante una cantidad determinada de tuberías que gotean y que se pueden esquivar con mayor o menor pericia a lo Mario y Luigi. Me temo que nos están atacando con un aspersor y en la medida en que el veneno se filtra por las conversaciones de nuestros amigos, las frases de los más pequeños, las portadas de los periódicos, los programas de radio y, por supuesto, Internet en toda su enormidad; es decir, ante una invasión en toda regla ya no hay paraguas que valga.

Uno, para no ser antipático, para que no le tachen de la lista, tiene que reír las gracias a los demás o, por el contrario, saltar todos los obstáculos con un “no lo he visto” o un más insolente pero eficaz “no me interesa”.

En cualquier caso cualquier tipo de resistencia agota e implica, no lo olvides, que alguien te está atacando o, por lo menos, provocando.

Dudo de la capacidad de resistencia de la gente, porque dudo de mi propia capacidad de resistencia. A fin de cuentas me sé, casi sin querer, la biografía de Belén Esteban, las preferencias sexuales de Jorge Javier, la horrible canción de Karmele... Y la prueba de que la porquería me llega hasta la coronilla es que ya nombro a algunos de estos personajes por sus nombres de pila como si fueran conocidos o incluso amigos. ¿A que da miedo?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

The Amazing Spider-Man: larga vida al trepamuros

Los que habían colocado la segunda parte del SpiderMan de Sam Reimi como primera pieza del canon del subgénero de los superhéroes tendrán que mover baza. La mala noticia es que los críticos de cine (los oficiales) actúan como los hombres del tiempo, nunca rectifican. La película dirigida por Marc Webb ha conseguido trasladar las dos primeras entregas de Raimi a la tierra media de los proyectos notables, pero mejorables. Ahora mismo, más que hablar de The Amazing SpiderMan, me preocupa cómo realizar una crítica de una película redonda sin caer en el análisis técnico o en la rapsodia lisonjera. Lo primero me da pereza. Lo segundo, asco. La verdad es que no miento si digo que The Amazing SpiderMan es la mejor versión del trepamuros en celuloide. Incluso podemos hablar de este film con la misma seriedad con la que se aborda el Superman de Richard Donner y en la que se situarán, con el tiempo, los X-Men de Brian Singer, el Hulk de Ang Lee y, al menos, el primer Batman de Christo...