Willis contra Willis. |
El público actual está más
acostumbrado a comprender y disfrutar argumentos laberínticos de lo
que cree. Sin esa facultad Memento no sería lo que es, una de las
madejas de las que tiran las películas posmodernas. En ese sentido,
Looper promete un desafío intelectual de saltos en el tiempo, que
desde luego no se conforma con una aproximación pueril a lo Jumper,
sino que más bien debería convertir en material masticado
propuestas como la de los Cronocrímenes, uno de los films con la
fecha de caducidad más ceñida que un servidor ha visto en mucho
tiempo.
Looper arranca lenta para ser una
película de acción, sobre todo en comparación con el desparrame
violento de la segunda mitad. Y uno se espera que el director y
guionista Ryan Johnson vaya sembrando los porqués de lo que sucederá
a continuación. Es decir, se diría que los acontecimientos nos
están preparando para desafíos intelectuales de altura.
Pero pronto, las explicaciones quedan
en subrayados, en un seguro para que nadie salga de la sala sin
enterarse de la historia, que no es tan complicada de entender ni tan
original como uno esperaría.
La interpretación de Joseph
Gordon-Levitt logra configurar un Bruce Willis rejuvenido, que luego
se concreta con el verdadero Willis haciendo de él mismo junto a su
emulador. Lástima por Gordon-Levitt, que queda subyugado por la
estela de Willis.
Sin embargo, una de las sorpresas de la
función, el papel de Emily Blunt, la Sarah Connors del film (porque
Loopers bebe a borbotones también de Terminator) llega demasiado
tarde, y apenas queda abocetado.
Peor tratamiento tienen otros
personajes como el resto de verdugos, excesivamente estereotipados.
A la hora de la verdad, la larga
resolución entretiene, pero no sorprende. Y su efecto sorpresa
viene de la mano de un niño que logra poner los pelos de punta a más
de uno cuando creíamos que los tiros iban por otro lado. A la hora de la verdad, Looper esgrime un género distinto cuando llega a su clímax,
algo que no perdonarán los puristas y que a mí me parece que
simplemente no combina bien, pero que desde luego no es pecado.
Al final, ni siquiera queda la
sensación de que se ha perdido una oportunidad. Al contrario. Se ha
traspuesto un compendio de lugares ya comunes sobre los saltos en el
tiempo y se ha ejecutado bien, pero sin virtuosismos.
La prometedora charla de café tras
salir del cine queda aplazada para otra oportunidad. A este paso,
películas como Blade Runner, 12 Monos ¡e incluso Matrix! parecen
imposibles de alcanzar. Como dije antes, hasta la poco agradecida Los
cronocrímenes suscitó más quebraderos de cabeza. Si no fuera
blasfemia citaría también a El efecto mariposa y El sonido del
trueno (ésta con pinzas de todo a 100).
Eso sí, ninguna de éstas tres
películas contienen las dosis de acción y tiroteos de Looper,
aunque conviene que nadie espere otra jungla más, porque tampoco van
por ahí los tiros.
Comentarios