Ir al contenido principal

Escribir en clave histórica: en el filo de la mentira

Ahora que me encuentro entretenido recreando el Salvaje Oeste que nunca experimenté con personajes que nunca conoceré, me ha dado por sospechar sobre la honradez de toda la ficción histórica que he leído en mi vida.

Para documentarme, aparte de los libros y de las películas sobre el género del western, he tenido que leer reseñar y críticas. Y me he encontrado con una buena ración de acusaciones: que si hay un tratamiento machista de la mujer, que si a partir de los sesenta todo el mundo pinta a los indios como hermanos de la caridad, etc.



Pero, si los habitantes del Salvaje Oeste eran, en su mayoría, machistas, racistas, xenófobos y salvajes, ¿acaso hay que mentir para asegurar el disfrute del lector?

A mí, que me interesa explorar la diferencia, me cuesta creer que nunca se cumpliese el tópico, como parecen contravenir los críticos: ¿por qué no pudo haber indios más íntegros que los defensores de la ley occidentales? ¿Por qué no, prostitutas con alma y amas de casa despiadadas?

Desde luego, creo que escribir una novela fidedigna desde el siglo XXI sobre sucesos históricos desde una distancia abismal histórica y geográfica acarrea un proceso necesario de ficción, que no de mentira.

Exactamente igual que cuando se habla de la vecina del cuarto en el descansillo de la escalera. ¿Acaso podemos atrevernos a asegurar que nuestro juicio sobre la enigmática señora se corresponde a la realidad?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Seguro que hubo muchos indios más íntegros que sus genocidas.
No lo dudes.

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Empleados más puteados del mes (Cash Converters)

Es una franquicia que no ha dejado de crecer con la crisis. Sin embargo, y a pesar de abrir nuevos locales, todo apunta a que les va fatal. Lo primero que percibes es que los empleados no cobran incentivos por vender más, o si los reciben, son de pena. Haz la prueba. Intenta entrar cuando quedan diez minutos para el cierre. De repente, todos desaparecen hasta que a menos ocho minutos una voz cavernosa te invita a marcharte. Inmediatamente, la persiana cae como si fuera confeti. Luego está el mal rollo entre ellos. El otro día un señor me atiende en la zona en la que te compran los productos, bastante sórdida siempre, y llegan dos compañeros con un avioncito teledirigido. Poco más y se los come. Delante de mí y sin reparos, les echó una bronca de mil demonios.