Ir al contenido principal

El indiscutible e inútil derecho a no decir nada

Es poco ladrador, pero muerde.
De entrada, no presentar la propia opinión resulta inútil de cara a los demás, pero reconozco que puede hacer mucho bien a la salud del que se calla.

Dicen que hay que sacar la energía negativa, que hay que cabrearse (en román paladino), pero también se sabe que la violencia genera violencia y no hay ninguna más dañina que la que uno mismo se inyecta en vena.

A mí me parece que esto va impreso en el carácter de cada cual. Es como un chip. Por ejemplo, mi caso: no podrán hacerme callar si no es con una mordaza, pero conozco mucha gente que prefiere pasar por la vida sin decir ni mu.

Hasta ahora hemos visto que tanto una postura como la otra tiene sus pros y sus contras. Ninguna novedad. Casi todo en la vida es así.

Sin embargo, yo le encuentro dos objecciones.


La primera, de carácter solidario, social, panteísta si se quiere. El que no suma aportando su experiencia, su sentir y su inteligencia, niega la oportunidad, por remota que sea, de que la humanidad (desde una pareja a un continente) progrese gracias a su aportación.

La segunda, secundaria como debe de ser, es que el que no opina, el que no se muestra activo, parece un vegetal al lado de otros seres quizá menos brillantes a los que van a permitir decir más sandeces de las que les correspondería.

Por tanto, no opinar puede venir bien para el sistema nervioso de los críticos potenciales en suspensión de pagos, pero ni mejora su autoestima ni, lo que es más importante, ayuda a que el mundo, que no para de rodar, se mueva en una dirección mejor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

GTA V no es un juego para niños

He sido monaguillo antes que fraile. Es decir, he pasado por una redacción de una revista de videojuegos y desde hace más de cinco años me dedico a la docencia. De hecho, cuando nuestro Gobierno y la molt honorable Generalitat quieran, regresaré a los institutos y me dedicaré, primero, a educar a los alumnos y, en segundo lugar, a enseñarles inglés. Por este orden. Calculo que más de la mitad de mis alumnos de ESO (de 12 a 16 años) juegan a videojuegos con consolas de última generación, esto es, PlayStation 3 y Xbox 360 (dentro de unos meses, esta información quedará obsoleta: hay dos nuevas consolas a la vista). Deduzco, a su vez, que de este alto porcentaje de estudiantes, la mayoría, y no sólo los niños, querrá hacerse con el último título de la saga GTA: la tan esperada quinta parte.

Redescubriendo temas musicales: Jesus to a child

Las canciones que más adentro nos logran tocar son, en ocasiones, las más sencillas. La letra de Jesus to a child descolocará a los que asuman, por desconocimiento, que la belleza de la expresión escrita requiere complejidad. La sintaxis es clara, el vocabulario, sencillo, y la composición en su conjunto constituye una metáfora: el amante sufre la pérdida del ser querido, pero a pesar de la tristeza es capaz de comparar el hallazgo del amor verdadero con la limpieza de corazón con la que Jesucristo amaba a los niños, que son, por antonomasia, los seres humanos más puros que existen. Por este motivo, mucha gente interpreta la letra como una exaltación de los sentimientos nobles y, en realidad, la letra se puede explicar en clave de amistad idealizada o de amor perfecto en cuanto en tanto no deja lugar a la contaminación de otros sentimientos que no tengan que ver con la piedad y el desprendimiento.

Ada Colau, o la esperanza

La posmodernidad nos ha traído la ilusión de democracia universal, la hermandad tecnológica y la supresión de autoritarismos. También ha ayudado a que el cinismo se practique con normalidad y que cada cual pueda decir la idiotez que le dé la gana sin aportar pruebas, Ante tal profusión de idiotas opinadores, yo no voy a ser menos. Sostengo que Ada Colau, como Carmena en Madrid, es la esperanza de la democracia. Ante el político de carrera, el que no repite traje, el que gasta camisas de seda caras, el que vuela en Business, el que coloca a sus familiares y amigos, el que no ha trabajado en un curro precario en su vida, reivindico a la persona que se ha peleado en el barro de las injusticias sociales sin esperar prebendas y que tarde o temprano ha dado el paso a la primera línea política para cambiar las cosas. Ada Colau no tiene una carrera de jueza implacable ni se jugó el tipo ya desde la transición para combatir los penúltimos vestigios del franquismo. Y no lo hizo porque...