Estrenamos sección. Dicen que sólo los necios se atreven a dar consejos y yo no quiero quedarme atrás en mi propia necedad. Así que dirige tus consultas en forma de comentario en el blog o escríbeme a mi correo electrónico: si puedo darte una respuesta, lo haré; si no, créeme, lo mejor será que no hablemos nunca más del asunto. ¿Las reglas? Muy sencillas: tengo total libertad para rechazar las cuestiones que no me apetezca tratar y, en el caso de aceptar el reto, puedo publicar tu consulta y mi respuesta cuando me venga en gana. Nada de lo que diga aquí sustituye a la consulta con un profesional. Yo no soy más que un tío que escribe. Confío en tu buen criterio. Ah, y por favor, ni te molestes en recordarme que me escribiste. Me desespera la desesperación de los demás.
Primera consulta...
Hola David:
Soy tocayo tuyo y tengo un problema: a menudo me siento muy mal y me encuentro deprimido. Nada de lo que me aconseja el psicólogo me estimula y aunque sé que debería levantar el ánimo, porque hay que ser positivo en esta vida, me da por pensar que quizá no sirva para nada. Soy una persona del montón y ni siquiera consigo encontrar trabajo de lo que he estudiado como otros compañeros.
En fin, gracias.
David S. F.
Estimado David:
En tu mensaje detecto varios frentes abiertos y sería beneficioso que los pudieras separar para luego priorizarlos y enfocar una solución: por ejemplo, puedes enfrentarte primero a los problemas más sencillos o, si te ves con fuerzas, a los más urgentes. Ni yo ni nadie te puede decir cómo debes hacerlo. Tan sólo guiarte.
Hablas de que un psicólogo no consigue estimularte. Esto tiene fácil solución: cambia de psicólogo.
Después, me sorprende que digas que hay que ser positivo en esta vida. Cuidado, porque "haber que" implica obligación. Desde luego que es mejor enfocar la vida con positividad, pero nadie, ni tú mismo, te puede obligar. Este sentimiento aparecerá naturalmente en ti cuando consigas cambiar tus patrones de pensamiento.
No hay espacio suficiente en este modesto consultorio para explicarte cómo cambiar tus patrones de pensamiento, pero en general bastará con que analices cuáles son tus reacciones internas espontáneas a los cambios que se producen en tu vida. Si son demasiado negativas o exageradoa, practica reviviendo situaciones parecidas y modela tu forma de afrontarlas.
Otro enfoque, como el budista, aconseja dejar la mente y el ego a un lado a través de la meditación, pero yo no lo he conseguido. Sólo te puedo hablar de oídas.
A continuación, te preguntas para qué sirves. Yo no lo sé, pero sé qué sirves, porque ahora mismo me tienes entretenido intentando ayudarte. Seguramente has tenido o tienes una familia. Unos amigos. Hablas de unos compañeros, supongo que de estudios. Lo normal es que hayas influido en todas estas personas. Y me arriesgo a decir que has aportado más puntos positivos que negativos, porque si fuera al contrario quizá estarías en la cárcel por haber cometido algún delito. Ríete, pero a no ser que te hayan desterrado de los sitios donde has vivido, o de que tengas una decena de enemigos dispuestos a matarte, has hecho más bien que mal.
Por último, intentas victimizarte, pero no lo consigues. Ser del montón es lo mejor que le puede ocurrir a un ser humano. Así que enhorabuena por ser así. Si consideraras que te encuentras por encima de la media acabarías pagando tu soberbia con gran cantidad de errores, porque los soberbios acostumbran a menospreciar a los demás y, peor aún, a los obstáculos. Y considerarse peor que los demás es otra perspectiva subjetiva, como la anterior imposible de demostrar, que te llevaría al resentimiento. Y el veneno que emana del deseo de venganza te intoxicará a ti antes de que puedas afectar a tus víctimas.
De todas las preocupaciones que puedas tener sólo revelas una: la falta de trabajo en tu sector. Sabes muy bien que hay muchas personas en tu situación, pero tú insistes en compararte con los que lo han conseguido. ¿Estás seguro de que todos están contentos con su trabajo? Compararse con los demás no hará mejorar tu situación salvo que te ayude a la autocrítica. De todas maneras, fíjate en algo: nadie nunca parte del mismo lugar ni con las mismas posibilidades de conseguir un objetivo.
A veces, muchas más de las que oirás confesar a nadie, los nuevos objetivos aparecen por sorpresa y las antiguas metas dejan de tener sentido. Lo más extraño es que cuando menos te lo esperes, hallarás lo que necesites. Mantente despierto, pero no ansioso.
Primera consulta...
Hola David:
Soy tocayo tuyo y tengo un problema: a menudo me siento muy mal y me encuentro deprimido. Nada de lo que me aconseja el psicólogo me estimula y aunque sé que debería levantar el ánimo, porque hay que ser positivo en esta vida, me da por pensar que quizá no sirva para nada. Soy una persona del montón y ni siquiera consigo encontrar trabajo de lo que he estudiado como otros compañeros.
En fin, gracias.
David S. F.
Estimado David:
En tu mensaje detecto varios frentes abiertos y sería beneficioso que los pudieras separar para luego priorizarlos y enfocar una solución: por ejemplo, puedes enfrentarte primero a los problemas más sencillos o, si te ves con fuerzas, a los más urgentes. Ni yo ni nadie te puede decir cómo debes hacerlo. Tan sólo guiarte.
Hablas de que un psicólogo no consigue estimularte. Esto tiene fácil solución: cambia de psicólogo.
Después, me sorprende que digas que hay que ser positivo en esta vida. Cuidado, porque "haber que" implica obligación. Desde luego que es mejor enfocar la vida con positividad, pero nadie, ni tú mismo, te puede obligar. Este sentimiento aparecerá naturalmente en ti cuando consigas cambiar tus patrones de pensamiento.
No hay espacio suficiente en este modesto consultorio para explicarte cómo cambiar tus patrones de pensamiento, pero en general bastará con que analices cuáles son tus reacciones internas espontáneas a los cambios que se producen en tu vida. Si son demasiado negativas o exageradoa, practica reviviendo situaciones parecidas y modela tu forma de afrontarlas.
Otro enfoque, como el budista, aconseja dejar la mente y el ego a un lado a través de la meditación, pero yo no lo he conseguido. Sólo te puedo hablar de oídas.
A continuación, te preguntas para qué sirves. Yo no lo sé, pero sé qué sirves, porque ahora mismo me tienes entretenido intentando ayudarte. Seguramente has tenido o tienes una familia. Unos amigos. Hablas de unos compañeros, supongo que de estudios. Lo normal es que hayas influido en todas estas personas. Y me arriesgo a decir que has aportado más puntos positivos que negativos, porque si fuera al contrario quizá estarías en la cárcel por haber cometido algún delito. Ríete, pero a no ser que te hayan desterrado de los sitios donde has vivido, o de que tengas una decena de enemigos dispuestos a matarte, has hecho más bien que mal.
Por último, intentas victimizarte, pero no lo consigues. Ser del montón es lo mejor que le puede ocurrir a un ser humano. Así que enhorabuena por ser así. Si consideraras que te encuentras por encima de la media acabarías pagando tu soberbia con gran cantidad de errores, porque los soberbios acostumbran a menospreciar a los demás y, peor aún, a los obstáculos. Y considerarse peor que los demás es otra perspectiva subjetiva, como la anterior imposible de demostrar, que te llevaría al resentimiento. Y el veneno que emana del deseo de venganza te intoxicará a ti antes de que puedas afectar a tus víctimas.
De todas las preocupaciones que puedas tener sólo revelas una: la falta de trabajo en tu sector. Sabes muy bien que hay muchas personas en tu situación, pero tú insistes en compararte con los que lo han conseguido. ¿Estás seguro de que todos están contentos con su trabajo? Compararse con los demás no hará mejorar tu situación salvo que te ayude a la autocrítica. De todas maneras, fíjate en algo: nadie nunca parte del mismo lugar ni con las mismas posibilidades de conseguir un objetivo.
A veces, muchas más de las que oirás confesar a nadie, los nuevos objetivos aparecen por sorpresa y las antiguas metas dejan de tener sentido. Lo más extraño es que cuando menos te lo esperes, hallarás lo que necesites. Mantente despierto, pero no ansioso.
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