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Mostrando entradas de enero, 2013

Vivo en la preocupación

A decir verdad creo que es patológico, pero lo cierto es que cuando tengo trabajo temo quedarme sin él, y cuando no lo tengo, me da miedo no conseguir uno que me complazca. Por lo mismo, si escribo, temo escribir tonterías, y si no lo hago me sulfura el hígado desaprovechar que tengo dedos y corazón para escribir. Cuando leo, a su vez, me preocupa mucho perderme la vida en directo, la que me imagino que le sucede a los demás. Y cuando no leo, me da la sensación de que no podré leer todo lo que tengo pendiente jamás en mi vida.

Algunas guerras llevan a la paz, pero siguen siendo guerras

Todos hemos oído cientos de veces cómo muchos beligerantes han justificado la guerra en el nombre de la paz. Personalmente, he llegado a debatir con una persona convencida de que las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki propiciaron el fin de la Segunda Guerra Mundial y, a su juicio, fueron beneficiosas para la humanidad. Algunas guerras yo mismo las considero inevitables, pero con un matiz: estoy convencido de que la primera derrota de la paz es el inicio de una guerra. A día de hoy, al menos, considero que hay mecanismos diplomáticos y, sobre todo, favores económicos que pueden paralizar cualquier estallido. Claro que también existe una gran industria armamentística que necesita generar ingresos.

Pep vs. José reloaded

Pep Guardiola ha desvelado su secreto mejor guardado y ya se sabe que entrenará al Bayern de Múnich. Los periodistas deportivos no han dado ni una, pues la falsa pista de tener al ex secretario deportivo del Barça, Txiki Begiristain, en el Manchester City despistó al más pintado. Algunos presagiaron otros equipos de la liga inglesa y nadie intuyó el desenlace (bueno, muchos aseguran que anticiparon la noticia, claro que antes y después también nombraron una docena de escuadras de todo el mundo, hasta alguna de Nueva York). A Pep le llovieron millones de euros en el Barça y un palmarés envidiable, histórico, pero también le socavó la salud y su vida social y familiar se resintió tanto que ha tenido que huir a la ciudad de los rascacielos, que es donde se va la gente cuando quiere que la dejen en paz.

Se fue la luz, pero sólo un poco

Andaba yo trasnochando delante del televisor. Ella durmiéndose, yo desvelándome tras la puerta enorme a medio cerrar. De repente, la imagen de la tele empezó a contraerse y ampliarse repetidas veces. La bombilla del techo bajó de intensidad y también inició un baile intermitente, más tirando a apagarse que a encenderse. Asustado, desconecté todo lo desconectable excepto el router, que tiene el cable enroscado en alguna parte y resulta complicado de encontrar en la oscuridad. Suena el timbre del portero automático: las doce y media de la madrugada. Que bajemos, que nos tienen que explicar algo.

La Barcelona oculta

La Barcelona secreta: sólo para parias. Se pongan como se pongan los loqueros, no hay quien me quite de la cabeza de que, como mínimo, hay dos Barcelonas. Una tiene la rutina como eje central, mientras que en la otra la excepción es quedarse en casa viendo la tele. Para los que vivimos en la Barcelona rutinaria, la de las personas que pasan desapercibidas, el cine siempre cuesta dinero, el fútbol, y no digamos la ópera son espectáculos prohibitivos y las salas de fiesta y discotecas sólo muestran su parte menos glamurosa.

El precio "justo" de los libros

Va a ser difícil que nos pongamos de acuerdo: 20 euros puede resultar caro para algunos, y barato para otros. Estoy hablando de libros. Pero antes de abordar este tema, que surge de mi impresión el otro día de que todos los libros nuevos que me gustaban costaban alrededor de 20 euros y de que es un precio excesivo para un lector compulsivo, voy a compartir una pequeña lista de las cosas que considero que son demasiado caras:

El chantaje del reciclaje

Las diez primeras veces que vi el anuncio... hacia gracia. Los que vivimos en Catalunya estamos sufriendo durante los últimos días un bombardeo publicitario en el que tres chicas muy monas y simpáticas cantan las dificultades de saber a qué contenedor van los desperdicios que no son envase. Es un anuncio, con bastantes variantes, todo tipo de soportes, y que, sin embargo, logra algo impensable en una campaña promovida por la Generalitat: consigue enredar al ciudadano de manera que más de uno jamás logrará tirar la basura en el contenedor correcto. Sin embargo, estoy convencido de que niños y preadolescentes saltarán de alegría cuando vean a las tres Amelies en la pantalla interpretando su minimusical. No hay para menos: la música está muy bien y la coreografía es divertida, pero ¿cuál es el mensaje? Pues son dos: que visitemos una página web sobre envases y contenedores (ja, ni de coña) y el más claro: hay que estudiar una carrera para saber dónde demonios se tira una sartén. C

Que no te engañen los novelistas

La vida es pura fantasía. Incluso para los que pasan hambre y frío y no tienen la mala fortuna de estar enganchados a las nuevas tecnologías. Seguro que sueñan con un futuro mejor, mucho más bonito de lo que les espera aunque les salgan bien todos sus planes. E incluso creo que la realidad nunca será tan horrible como sus peores pesadillas. Hablo por hablar, claro. Da la sensación de que me pueda poner en la piel de la gente que apenas tiene nada y aquí está la magia del mensaje escrito, que es como mejor se plasma el pensamiento. Otra cosa es la emoción y una parte del cerebro que trabaja por conductos subterráneos. Ahí se expresa mejor el arte. Y cuando la escritura y el arte se encuentran ya sabemos lo que pasa: literatura.

La sorpresa es sólo mía

En este artículo "Before: ahora". "After: antes". A pesar de que en mis mejores tiempos, aquellos en los que mi cuerpo joven apuntaba buenas hechuras y la mente todavía no se había metido en demasiados laberintos, era un chico que no ligaba demasiado, algo de éxito tuve. Contrario a mis principios de modestia falsa o verdadera, si tengo que ser sincero, para lo que me esforcé en conquistar a las mujeres que me gustaban, fui todo un campeón, porque disfrazaba mi timidez de una chulería de pacotilla (desmontada a la primera conversación) y me limitaba a lanzar miradas o mensajes escritos, si me daba muy fuerte, y luego, a que me las dieran hechas. Fue un periodo adolescente brevísimo, pero que me marcó. ¡Era un tío con futuro! Luego encabalgué con largos noviazgos y pensé que en realidad lo de ligar era un fenómeno natural, más que un proceso, un acto que sucedía. Algo pasivo, como se quejan aún a día de hoy muchos hombres: “es que ellas no hacen nada”. Yo

Bueno, a pesar de todos los males

Cuesta mucho explicar cómo puede ser que me defina como una buena persona cuando soy consciente de lo que no soy en absoluto. Sin duda, la sociedad actual tiene una respuesta rápida mediante el método freudiano para vagos (huyamos de ese tipo de descubrimientos o claves, que no proceden de un estudio previo sino que están ahí: tatuados en el cerebelo) y me podrá llamar, indistintamente, ególatra, egoísta, pagado de mí mismo, etc.